Opinión

Quo vadis biello Aragón

Comienza curso y, tras el puente de agosto, el espejismo se difumina barrido por la luz equinoccial de cierzo. El día acorta, nuestro preclaro compañero Labat seguro que nos dedicará un "septiembre" pleno de matices, para celebrar los sentidos de la vista, el olfato y el gusto a frutas maduras en sazón. En mi caso, una vendimia más.

Comienza curso y, tras el puente de agosto, el espejismo se difumina barrido por la luz equinoccial de cierzo. El día acorta, nuestro preclaro compañero Labat seguro que nos dedicará un “septiembre” pleno de matices, para celebrar los sentidos de la vista, el olfato y el gusto a frutas maduras en sazón. En mi caso, una vendimia más.

Frutos producidos en entornos que se vaciarán, retomando Zaragoza, Huesca y Teruel su magnífico pulso cultural ordinario. Concentrando las actividades de la obra social de los bancos por mor de concentrar a sus impositores.

Sin embargo y, como cada año, muy pocos pero algunos retornados temporales, llamados despectivamente veraneantes o forasteros en sus lugares de origen, sí se quedan profundamente tocados. En su retorno a este erial de falta de oportunidades para los no formados en especialidades técnicas que es Zaragoza, qué tienen que perder quedándose en su casa de 400 años… Y se están produciendo casos, un debate nacional en torno a la España vacía se ha servido y también les ha calado.

Él mismo produce y producirá nuevas subvenciones a percibirse por municipios insostenibles desde un punto de vista vegetativo para asentarlos. Hay un comprensible rechazo a que desaparezcan estos ayuntamientos, a esa pérdida total y definitiva de servicios que hirió de muerte a los núcleos que por necesidad se fusionaron con otros en los 70. Y lo vimos.

Pero los nuevos pobladores se instalan percibiendo dinero público, aferrados a políticas públicas semejantes a las que fracasan en las Cuencas Mineras, con una población acostumbrada a vivir de Endesa sin necesidad de plantearse dinamismo.

No hay apenas inversión privada que permita retornar al Aragón vacío, más allá de hostelería estacional o acciones de empleo de los ayuntamientos puntuales. Sin embargo, hay excepciones que confirman lo afirmado: el empleo industrial ha asentado y va a asentar juventud y familias en el Jalón o La Litera, incluso en Albelda. Y dicha población dinámica, a su vez atrae nuevos proyectos consuntivos de territorio. La papelera de Alcolea de Cinca, las industrias de Ejea o Alcañiz o el sector agroalimentario endógeno de Graus, Sarrión, Barbastro o Calamocha así lo confirman.

La agricultura solo puede ejercerse no como actividad principal sino en fines de semana y sostenida por una nómina industrial de 1.000 euros. Y entonces es cuando corre el dinero y se venden pisos en las cabeceras comarcales. Los nuevos pobladores también se consolidan si se crea tejido industrial.

Navarra cuenta con importantísimas realidades, fruto de una política de descentralización industrial desde Pamplona de determinadas industrias estratégicas. En Aragón, el tejido industrial incluso agroalimentario, salvo excepciones, muere a 40 kilómetros de Zaragoza. Con Teruel despuntando y Huesca necesitando inversión.

Una actuación inteligente con varias empresas de 150 trabajadores, pongamos por caso, en Cantavieja, Puente la Reina, Benabarre, Sos, el reforzamiento de Daroca etc. ¿qué significarían en sus entornos, desiertos poblacionales?

Porque hay personas que añoran y necesitan volver. Y no vamos a esperar a septiembre para decirlo, cuando se caigan los melocotones de las ramas.