Opinión

Los seguros agrarios contribuyen a la seguridad alimentaria

Tras un año 2017 extremadamente seco, iniciamos 2018 con precipitaciones que en muchos lugares han estado por encima de la media, lo que ha permitido llenar embalses y acuíferos que prácticamente estaban secos. Además, las lluvias de primavera han dado lugar a una buena cosecha de cereal en nuestro país, frente a cosechas mediocres en Europa, como consecuencia de la pertinaz sequía que han sufrido.

Tras un año 2017 extremadamente seco, iniciamos 2018 con precipitaciones que en muchos lugares han estado por encima de la media, lo que ha permitido llenar embalses y acuíferos que prácticamente estaban secos. Además, las lluvias de primavera han dado lugar a una buena cosecha de cereal en nuestro país, frente a cosechas mediocres en Europa, como consecuencia de la pertinaz sequía que han sufrido.

En algunos casos, las lluvias han sido muy intensas, y en otros venían acompañadas de granizo. Casi a diario vemos en los medios de comunicación las consecuencias de lluvias extremas, y de granizadas: destrucción de cultivos y en algunos casos, incluso de inmuebles, vehículos, etc.

La agricultura es una actividad sujeta a las inclemencias del tiempo y por tanto se vive en una continua incertidumbre generada por un tiempo cada vez más cambiante como consecuencia del cambio climático. Los eventos más comunes en nuestro país: sequías, granizadas, heladas, inundaciones, vientos, etc., pueden llegar a causar enormes pérdidas en las cosechas a los agricultores. Dichas pérdidas, en muchos casos podrían arruinarle.

Para salvaguardar la actividad y conferir a nuestro país seguridad alimentaria, los seguros agrarios juegan un papel crucial. Nuestro sistema de seguros es robusto, eficiente, objetivo, innovador y, además, se adapta a los cambios que la agricultura viene realizando. En el sistema, intervienen las administraciones estatal y autonómica y entes privados como las compañías de seguros aglutinadas a través de Agroseguro. Sin los seguros agrarios, la supervivencia de la agricultura ante eventos climáticos graves sería prácticamente imposible.

Actualmente existen numerosas modalidades de contratación, cuyas primas están subvencionadas por los gobiernos estatal y autonómico. El amplio abanico de coberturas, permite a los agricultores tener una respuesta adecuada en caso de siniestro y asegurar la supervivencia de sus explotaciones.

Como todo en la vida, el sistema es mejorable. Sin embargo, es evidente que nuestros seguros agrarios son eficientes y cumplen su objetivo. ¿Alguien se imagina qué hubiese sucedido si no hubiesen existido los seguros agrarios? En 2017 hubo más de 1,5 millones de hectáreas peritadas por sequía en España; o con las más de 80.000 hectáreas afectadas por granizo en Aragón en 2018, con un número significativo de hectáreas de cultivos de alto valor añadido. Muchos agricultores difícilmente hubieran podido continuar su actividad, a la espera de unas ayudas del gobierno, que tardan mucho tiempo en llegar a la cuenta corriente de los agricultores y que dependen de las siempre exiguas arcas del estado.    

Por otra parte, hemos de tener en cuenta, que lo que es asegurable no debe ser subvencionable y que a buen seguro las primas serían menos costosas, si el seguro fuese universal.

Por último, hay que agradecer la enorme labor que hacen los peritos, muchos de ellos ingenieros técnicos agrícolas. Su enorme profesionalidad y capacidad de trabajo contribuyen a que las peritaciones se hagan pronto y los agricultores puedan percibir las cuantías lo antes posible. A lo largo de los años se han ido ganando el respeto y la confianza de los agricultores. Y eso es un motivo de satisfacción para todos.