Zaragoza.- Después de seis años de trabajos y 2,5 millones de euros, la montaña aragonesa celebra la culminación de las obras del refugio de Cap de Llauset, el primero de la zona oriental de la provincia y el más alto de los guardados a cerca de 2.500 metros.
Allí han estado Miguel Gracia, Esther Cereza y Luis Masgrau, como representantes de las tres instituciones, Diputación Provincial de Huesca, Ayuntamiento de Montanuy y Federación aragonesa de montañismo cuyo acuerdo ha hecho realidad este proyecto en una de las zonas de alta montaña más espectaculares del Pirineo, a los pies de una serie de tresmiles que conforman uno de los extremos de las Maladetas y punto neurálgico para circuitos por los múltiples ibones que salpican este entorno.
Todos coinciden en ver estas nuevas instalaciones como una respuesta a la creciente demanda creciente de usuarios y aficionados a los deportes en la naturaleza. A lo que Gracia ha sumado la firme defensa de la ganadería extensiva como elemento que ayuda a mantener el territorio en su sentido más amplio, volviendo a apelar a "la complicidad entre el medio rural y el urbano, porque ambos se necesitan", ha reiterado.
Las obras se han llevado a cabo en dos fases, una para cada uno de los edificios que forman el refugio. La primera se abrió hace dos con la apertura de una treintena de plazas que ahora se convierten con un segundo edificio en 86.
Con el proyecto ideado por los arquitectos Alejandro Royo y Ramón Solana, se ha querido aplicar en el diseño los elementos constructivos más modernos tanto en el proceso hasta en el mantenimiento y gestión del refugio, tratándose de una instalación bioclimática y diferente a todas los existentes hasta el momento, al estar realizada con sistemas y materiales modernos y acorde a los últimos refugios de este tipo construidos en países como Suiza o Austria.
