Opinión

Una zaragozana, primera española en publicar una obra científica

Mientras me arregla la pelambrera y soporta mis paridas, Esperanza, mi estupenda peluquera de guardia, me deja patidifuso: "Estoy trabajando en un documental sobre María Andrea de Casamayor y de la Coma, una matemática aragonesa del siglo XVIII".

Mientras me arregla la pelambrera y soporta mis paridas, Esperanza, mi estupenda peluquera de guardia, me deja patidifuso: “Estoy trabajando en un documental sobre María Andrea de Casamayor y de la Coma, una matemática aragonesa del siglo XVIII”.

En estos tiempos en que bandadas de damas y hasta multitudes de estudiosos se lanzan en busca del rescate de señoras desatendidas en la historia, no me iba a quedar atrás. Me acuerdo de un libraco editado en 1884, cuyo resto de edición debió de comprar don Inocencio Ruiz, pues tenía varios ejemplares en su librería de la calle 4 de agosto, y allí lo adquirí hace un cuarto de siglo: “Mujeres célebres aragonesas” de Melchor Poza. Lo abro sin muchas esperanzas pero allí está Doña María Andrea, de apellido tan aragonés y coincidente con el del cronista de la Zaragoza de la época de Los Sitios, Faustino Casamayor. Por don Melchor Poza me entero que escribió el “Tyrocinio Arithmético”, impreso en Zaragoza en el año de gracia de 1738 e, inmediatamente, corro a averiguar que el “tyrocinio” es un italianismo que significa “aprendizaje”, porque de eso va el libro, del arte de enseñar las cuatro reglas.

Doña María Andrea también publicó “Para sí solo”, que, según Melchor Poza, contiene “noticias especulativas y prácticas de los números, uso de las tablas raíces y reglas generales para responder algunas preguntas que con dichas tablas se resuelven sin necesidad de la algebra”. El libro no se llegó a publicar y el manuscrito ha desaparecido, por lo que sólo por comentarios como el de don Melchor tenemos alguna idea sobre su contenido.

Y ¿por qué no se encuentra el apellido de la autora en las bibliotecas? Como una mujer matemática era algo casi impensable, incluso en el siglo ilustrado, como hicieron otras  autoras y para que la tomaran más en serio, decidió firmar con nombre masculino. Eligió un impecable anagrama de su nombre y apellidos: Casandro Mamés de la Marca y Arioa. Poco después, me entero que otro Ruiz, Fico Ruiz, buen amigo e investigador, ha escrito sobre ella. A su Aragonautas, donde la contextualiza y aporta otros datos, me remito.

En el año del Señor de 1780, doña María murió en su casa la calle de La Coma, que llevaba el mismo nombre de su segundo apellido y coincidía con la actual de Damián Forment, a unos pasos del Pilar, donde fue enterrada. Subiría al cielo en el que creía, pues el propósito de su libro era poner a disposición de todo el mundo el saber y, en especial, hacerlo asequible a los más necesitados.

El documental titulado “La mujer que soñaba con números” lo ha empezado a rodar Mirella R. Abrisqueta y son María José Moreno y Claudia Siba quienes interpretan a la matemática en distintas etapas de su vida.

Que les salga bueno y bonito.