Opinión

Emilio Gastón, vecino de Echo y de donde él quiera

¿Qué es un buen vecino no empadronado? ¿Qué son las políticas de repoblación más allá de meros repartos de subvenciones teledirigidas por partidos para municipios insostenibles porque también lo han decidid? Para museos que nadie visita por reiteración, para servicios y equipamientos que no se analizan como dinamización o no del territorio, para ser un simple bar abierto y atender a un motero que quiera darse una vuelta.

"Porque tu casa seguimos siendo todos nosotros, incluso la de los que te ignorarán".

¿Qué es un buen vecino no empadronado? ¿Qué son las políticas de repoblación más allá de meros repartos de subvenciones teledirigidas por partidos para municipios insostenibles porque también lo han decidido? Para museos que nadie visita por reiteración, para servicios y equipamientos que no se analizan como dinamización o no del territorio, para ser un simple bar abierto y atender a un motero que quiera darse una vuelta.

Por qué vende y vemos el programa “Tempero”, los medios de comunicación aragoneses buscan emprendedores rurales, montañeros con helicóptero sacan ejemplos de resistencia numantina de vecinos con ilusiones ilustradas próximas a las del difunto alcalde de Fago. Quién puede ser agricultor o ganadero sin pastores electrónicos para trashumar, sin un perro de 6.000 euros que es una persona o sin una pick up de 50.000 euros. Zaragoza, incluso Madrid y Barcelona, se nutren de una mitad de habitantes que provenimos de núcleos despoblados, que estamos pendientes y dependientes.

Pero qué sucede cuando, para compartirlo,  voy a preguntar a la asociación matriz de los Leader en Aragón sobre iniciativas brillantes que estén teniendo en Soria –aromáticas- o Asturias –frutos del bosque- y se me contesta con enorme educación que en el territorio no da tiempo a recopilarlas, que los agentes de desarrollo pasan la mayor parte del tiempo justificando burocráticamente ayudas de negocios que fracasan antes de cinco años. Al mantra turismo rural para todos, le sigue el mantra yogur artesano y luego el mantra plantar pistacho al que puedes ya llegar tarde.

Quizá deberíamos volver la vista atrás: a Labordeta, a Hipólito, a Sáinz de Varanda, a Marraco, a los políticos que tenían un programa Andalán para Aragón de cualquier ideología. A estas personas y no personajes de los que se nutrió la política desde la sociedad civil, y que no te imaginas zancochando con Villarejo modo PSOE o PP posterior, ¿o también anterior?

Allí se demuestra que afortunadamente los aragonesistas no somos nada para bien y porque los aragoneses así lo decidís de mal.

Que Emilio Gastón no fue nadie, porque lo fue todo retranqueado desde su apacible biblioteca o creando desde su ilusión personal tanta vida, arte, derecho o… directamente Aragón.

Le han homenajeado en su villa adoptiva, en esa fascinante Val d’Echo en que Veremundo Méndez Coarasa y Domingo Miral tanto sembraron para que Emilio o el rector Pétriz recogieran y otros recojamos ya de su sombra más reciente, para narrarlo.

La página de Emilio todavía vive como él vive en nosotros y, sí, nunca nos aceptarían como ministros en Madrid integrados en partidos nacionales porque somos soñadores demasiado difíciles de contentar. Otros nubepensadores.
 
En su paraíso le han dedicado en octubre un emocionado homenaje, la lluvia de dinero o de alojamientos para nuevos pobladores no puede perder de vista un rasgo de fidelización esencial: seguir manteniendo la cultura propia latente, contar con los embajadores que ya tenemos y no inventar, no dar la espalda por envidia a los que de cada núcleo emigraron por necesidad y pueden ser los mejores embajadores de los mismos.

Emilio y Val d’Echo es claro que existen.

Como siempre, desde hace ya luengas añadas, su Ayuntamiento –por obligación popular- y sus fecundas asociaciones siguen marcando la pauta del cariño y respeto por sus tradiciones pero también por su presente. No es casualidad la pujanza de su escuela ni que tanta gente lo elija para vivir y lo renueve en cada generación que surte de clientes a su herrero, sus dos panaderos o carniceros, sus preciosos bares… y su magnífico ambiente de tertulia Gastón.

Echo pasando por Emilio, no me salen las cloacas en ningún momento. Las despejan las nubes blancas de corcho sembradas en la calle donde vivió y fue un cheso más, ensartadas con libros y catálogos colgantes por los niños del valle para los que sólo era Emilio.

Emilio al que vieron leer y recitar, no como a sus padres, pero del que cuelgan respetuosamente sus poemas como si fueran un precioso rebaño de rasas ansotanas.

                                                           SOMNO SOLVI

                                   Hoy ipsofactamente continuemos nuestra simple faena de vivir.
Siglos ya de olvidar nuetro letargo para seguir cantando como entonces. ¿Cuántos miles de años he dormido?