Opinión

Machismo en las aulas

Desde hace unos cuantos años el profesorado, en general, y los servicios de orientación, en particular, estamos observando con preocupación que el machismo entre nuestros adolescentes y jóvenes, lejos de desaparecer, está aumentando. Obviamente, las causas son múltiples.

Desde hace unos cuantos años el profesorado, en general, y los servicios de orientación, en particular, estamos observando con preocupación que el machismo entre nuestros adolescentes y jóvenes, lejos de desaparecer, está aumentando.

Obviamente, las causas son múltiples. Sin duda alguna los medios de comunicación ejercen una influencia notable en las modas y costumbres de toda la sociedad. Los estereotipos que nos transmiten hacen excesivo énfasis en el culto al cuerpo, en triunfar a toda costa aunque los atajos no sean muy éticos, el hedonismo o disfrutar del momento como máximo valor y la banalización de los sentimientos.

A esto habría que añadir la permisividad de las costumbres, en la falta de límites educativos en una buena parte de las familias y en la progresiva inmadurez emocional de los niños y adolescentes. En fin, este cóctel hace que el machismo rebrote con fuerza en nuestras aulas. Es difícil explicar el porqué persiste el machismo, hay que tener en cuenta actitudes relacionadas con la inseguridad en sí mismo, la desconfianza hacia la pareja y conductas vinculadas a esterotipias y manías.

Por otro lado, hay que tener en cuenta los fenómenos crecientes del whatsapp, instagram, snapchat, this crush y otras redes sociales y aplicaciones, lo cual supone que se incrementan las posibilidades de establecer mecanismos de control hacia la pareja. Esto cobra especial relevancia si tenemos en cuenta que las redes sociales son el principal medio de comunicación de los adolescentes, y a través de ellas, también construyen su identidad gracias a las relaciones que establecen con su grupo de iguales y con la sociedad.

Sobre la influencia y el papel socializador que cumplen las redes sociales, y cómo influyen en la perpetuación de estos discursos del sistema sexo-género, tratan las conclusiones de la investigación realizada por Miriam Blanco, licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid: “Influencia del uso de las redes sociales en la perpetuación del discurso el amor romántico entre adolescentes”. Para conocer esta influencia en la perpetuación del ideal romántico entre adolescentes se realizaron 457 cuestionarios (241 mujeres y 216 varones) al alumnado matriculado desde 1º ESO a 2º de Bachillerato en 2017 en cinco institutos públicos de distintos lugares de España  (136 de los cuáles fueron realizados en el I.E.S. Tiempos Modernos de Zaragoza), y 10 entrevistas en profundidad (5 chicos y 5 chicas entre 13 y 18 años), que desvelaron datos ciertamente preocupantes.

Las conclusiones de estos cuestionarios indican que siguen persistiendo los estereotipos y clichés basados únicamente en su sexo.  Los chicos que han participado en el estudio siguen pensando mayoritariamente que las tres cualidades que atribuirían a las chicas son: sensible, preocupada por su imagen y habladora. Pero también las chicas están influidas por el modelo de hombres que nos ofrece el mainstream, las características que les atribuyen ellas -hay que decir que de manera todavía más clara- a los chicos son: fuerte, duro y bruto. 

Bajo el discurso de la elección se está instaurando de nuevo el discurso de la naturaleza diferente y complementaria de los sexos -de plena vigencia en siglos anteriores y que los movimientos feministas habían conseguido desprestigiar-, introduciéndose de nuevo la creencia de que las niñas eligen el rosa pastel y los niños los juguetes de acción porque son los que les gustan.

Una de las explicaciones que se apunta a la perpetuación de las desigualdades de género entre adolescentes es la plena vigencia que tiene el discurso del amor romántico y sus mitos entre la juventud. Esta concepción errónea y desigualitaria de la relación amorosa se puede llegar a traducir en el control de la otra persona. Prácticamente la mayoría reconoció durante la entrevista que conocían algún caso en el que el chico controlaba la manera de vestir o con quién se relacionaba su pareja. Esto constituye frecuentemente el primer eslabón de la cadena del maltrato, el problema es que no lo identifican como tal, sino que es considerado como una muestra de amor.

Nos encontramos la siguiente fotografía: 7 de cada 10 chicos y chicas encuestados entre 13 y 16 años creen que los celos son una prueba de amor, 6 de cada 10 chicas creen que la frase de “el amor lo puede todo” es verdad, y entre los chicos un 55% también lo cree. Sin embargo, la veracidad de la frase “quién bien te quiere te hará llorar”, que está relacionada con el mito de la compatibilidad entre sufrimiento/violencia y amor,  tiene más validez entre los chicos (un 41% cree en ello frente al 35% de las chicas).  El 82% de las chicas de 1º ESO y el 86% de los chicos de 2º de Bachillerato que han participado en el estudio no creen en una relación sin una fuerte pasión que dure más allá del enamoramiento de los primeros meses.

Además, a través del uso de las redes sociales podemos comprobar cómo esta creencia en el discurso del amor romántico justifica y está relacionada con ciertos mecanismos de control de la pareja. El hecho de estar “conectado” las 24 horas del día a un universo virtual -pero que es reflejo de la realidad- hace que se trasladen a la Red los mismos conflictos que puedan ocurrir off-line. Controlar por ejemplo: con quién salen el sábado, qué ropa han llevado, a quién han conocido y a qué hora aún no se había dormido, es tan fácil como meterse en la página de facebook o echar un vistazo a la última conexión de whatsapp. 

Como vemos, esta influencia va más allá del contenido audiovisual o de otro tipo que puedan compartir en sus muros, sino que a través de las redes sociales se incrementan las posibilidades de establecer mecanismos de control hacia la pareja, sufrir ciberacoso, el sexting o el grooming.

Ante esta panorámica qué se puede hacer, desde luego hay que trabajar desde una doble dimensión, familiar y escolar. La formación e información para las familias es clave. Hay que recomendar educar en la responsabilidad y en la repercusión negativa de determinados actos. En ese sentido el castigo combinado con el refuerzo positivo es imprescindible para que los adolescentes tengan unos valores morales claros.

A nivel escolar, es fundamental implementar programas preventivos a nivel tutorial vinculados con programas de educación emocional y también de educación afectivo sexual. Desde luego, la formación en todas estas cuestiones por parte del profesorado es esencial. Lo que está claro es que estamos muy lejos en estos momentos de que la formación inicial y permanente del profesorado vaya en esta dirección, ya que se sigue haciendo demasiado énfasis en la formación curricular y se descuidan totalmente todos estos aspectos.

Esperemos que las reformas educativas que haya en el futuro vayan en esta línea y abandonemos de una vez los cambios en la organización del sistema que poco o nada coadyuvan a prevenir estas problemáticas.