Opinión

Programas

Desde hace ya unos meses, andan muy ocupadas las formaciones políticas, en la cocina de las propuestas que presentarán, para su validación o no, a los ciudadanos con derecho a voto en la próxima cita electoral. Como rezaba aquel protoespacio televisivo en asuntos culinarios, nuestros servidores públicos del común ya con experiencia, y los que aspiran a serlo de nuevo cuño, andan “con las manos en la masa”.

Desde hace ya unos meses, andan muy ocupadas las formaciones políticas, en la cocina de las propuestas que presentarán, para su validación o no, a los ciudadanos con derecho a voto en la próxima cita electoral. Como rezaba aquel protoespacio televisivo en asuntos culinarios, nuestros servidores públicos del común ya con experiencia, y los que aspiran a serlo de nuevo cuño, andan “con las manos en la masa”.

Entendiendo por masa, para que no surjan malentendidos, aquellas medidas que pondrán en marcha, una vez consigan la delegación mayoritaria, o en comandita de coalición si es que no se llega con el resultado propio, del voto emitido en las urnas.

A nadie se le escapa que sesudos expertos, se supone, de los diferentes sectores sociales y económicos, andan afinando sus estrategias y promesas para obtener la confianza del electorado.

Las promesas son muy importantes, me reconocía hace años un candidato de partido ganador en una Comunidad Autónoma vecina. En su caso, el compromiso con una medida en clave de salud para los votantes resultó decisivo en el resultado de las urnas. No recuerdo ahora si fue cuestión de gafas o de aparatos para la audición, pero algo de eso hubo.

Nada que ver con aquella otra promesa, que me contaron con humor hace años y relacionada con los comienzos de nuestra democracia, a finales de los setenta del siglo pasado, en la que un candidato proponía en un mitin de aquellos la construcción de un puente: “Os haremos un puente”, decía. Solo que, tuvieron que advertirle, la localidad carecía de río. A lo que el candidato en cuestión, no tuvo el menor problema en responder: “Pues os pondremos el río también”.

Es necesario que los partidos configuren sus promesas y sus propuestas. Y que los ciudadanos nos preocupemos de conocerlas, para poder elegir en libertad y desde la responsabilidad, aquellas que nos parezcan más plausibles con los candidatos que más confianza nos generen.

Y todo ello en un clima de profundo respeto, hacia todas las opciones que nuestra Constitución ampara, y que la sociedad misma genera en clave política y de dinamismo civil.

No parecen por ello, de recibo democrático, esas mociones que se vienen presentando en diferentes Ayuntamientos de nuestro país. ¿Es que queremos acabar con la libertad de expresión que consagra nuestra Carta Magna? ¿O queremos poner una venda en los ojos de los votantes? Junto al programa, la responsabilidad política no está de más.