PopISM y la corriente que revolucionó el arte

A mediados del siglo XX, el hemisferio norte asistió a una enérgica reconversión de su establishment sociocultural. Corrían tiempos de posguerra. Una época capitaneada por un profundo desengaño que terminó apoderándose de gran parte de la población mundial de manera irregular.

En las sociedades anglosajonas empezó sin embargo a originarse un insólita corriente que llegaría a tambalear lo hasta entonces conocido, instaurándose como fundamento alternativo al expresionismo. Nació el movimiento Pop -y sus más ilustres creadores- abanderando la consolidación de las clases medias, que ansiaban alejarse del elitismo imperante.

Algunas de las obras estelares del movimiento Pop Art se encuentran hoy expuestas en Zaragoza, gracias a una iniciativa cultural de Fundación Ibercaja. Hasta el próximo 26 de mayo, las paredes del Patio de la Infanta se revestirán de las piezas más icónicas de los grandes genios del Pop Art Americano. En total, más de 50 piezas originales de Andy Warhol, Robert Rauschenberg, Roy Lichtensein, Keith Haring y Robert Indiana, que provocan una irremediable emulsión de asombro y consternación en quienes las visionan, por la firmeza –si bien coloreada- de su crítica ante la frivolidad devenida del capitalismo.

Paz, amor y mundanidad a todo color

El Pop Art surgió, según asevera la comisaria de la exposición, Lola Durán, de manera reaccionaria “al estilo vigente tras las dos grandes guerras”, por considerarlo “insustancial, complejo para la comprensión del público medio, vacío, inerte y elitista”. Los hacedores del Pop Art, un puñado de virtuosos de las artes plásticas, modificaron el savoir faire artístico, creando un nuevo tipo de arte más cercano, más colectivo, inspirado en los elementos de la vida cotidiana. Todos ellos nutriéndose, en gran medida, de los rasgos del género cómic, la publicidad y los medios de masas. Un arte altamente intelectualizado y comprometido política y socialmente.

Aunque originariamente fue un movimiento generalista con brotes simultáneos en distintos regiones planetarias (como el impresionismo francés), fue en Inglaterra, de la mano de Richard Hamilton, cuando el PopArt tuvo una primera representación notable. No obstante, “fue en Estados Unidos donde adquirió su verdadero desarrollo”, explica Durán. La primera potencia se constituía como un mundo dominado por el capitalismo, las comunicaciones, la tecnología. Un mundo extasiado por el American Way of Life, que entonaba el life, liberty and the pursuit of happiness (vida, libertad y búsqueda de la libertad) con ansia y esperanza.

La plástica pop se caracterizó por el retrato de los iconos populares más típicos y mundanos de la sociedad del consumo, despidiendo -a través de la superposición iconográfica, los colores vivos casi fluorescentes, y los mensajes telegráficos- ácidas e ingeniosas críticas al contexto sociopolítico de mediados de siglo. Además, el pop revalorizó la técnica de la serigrafía e instauró el concepto de la repetición y la producción en serie, tratando de difundir nociones de pacifismo, sentimiento de comunidad, patriotismo, o amor al mundo.

La serigrafía LOVE de Robert Indiana se convirtió en símbolo del movimiento Amor Libre
La serigrafía LOVE de Robert Indiana se convirtió en símbolo del movimiento Amor Libre

Resentimientos que detonaron el neomodernismo artístico

Obsesivo, acomplejado, resentido, provocador, enfermizo y con problemas para las relaciones sociales. Es tal y como se le conoce a Andy Warhol, quien ya desde edad temprana sintió una fuerte fascinación por el género cómic, la cinematografía y la fotografía. Sin embargo, y a pesar de las dificultades que debió encarar durante su infancia, llegó no solo a convertirse en precursor de la más excéntrica genialidad artística, sino también en leyenda. “Warhol tenía muchísimos complejos y ansiaba ser popular”, explica Durán. Probablemente -fruto de esa falta de autoestima- admiraba todo aquello relacionado con el Starsystem, llegando incluso a coleccionar posters de las estrellas de Hollywood del momento.

“La muerte de Marilyn le conmocionó profundamente”, continúa Durán, hasta el punto en que decidió retratarla basándose en una foto publicitaria. Lo que no Warhol no se imaginaría es que con esta obra logró reforzar la imagen de la actriz como icono americano. Pero además de las clásicas y multicromáticas “Vacas” y la alegórica y controvertida imagen de la “Silla Eléctrica”, Warhol tuvo la capacidad de revolucionar el mundo del arte con un simple bote de sopa. Junto con Marylin o Jacky Kennedy, las latas de la marca Campbell fueron sus indiscutibles musas. La procedencia humilde de su familia y el hábito de su madre de alimentarle con la clásica sopa de tomate –según dio a conocer el propio artista- motivó a Warhol a dibujar la popular serie Campbell. Cuentan algunos, añade Durán, que al hacerse rico y famoso “le pidió a su madre que le comprara todas las variaciones de Campbell, las 32”.

No obstante, Warhol no fue el único contribuidor del legado mundial del Pop Art. Roy Lichtenstein resultó ser otra de las figuras centrales de este movimiento artístico americano, como irrefutable creador del lenguaje visual más reproducido posteriormente: el cómic. El neoyorkino, apropiándose de imágenes del ámbito de la ilustración o la publicidad, adoptó la particular estética del punteado y el delineado en negro de las viñetas para adaptarlas a sus obras en lienzo. Ese característico uso del punto de color como singular patrón para la elaboración de texturas e ilusiones ópticas adquirió el nombre de Ben Day Dots. Entre sus obras más célebres se encuentran el lienzo “Look Mikey” de 1961 o la simbólica “American Flag”, fiel representante del patriotismo y la libertad americana más efervescentes.

Las técnicas experimentales protagonizaron asimismo el concepto del PopArt de Robert Rauschenberg: crítico genio multidisciplinar, cuyas creaciones cimentaron el concepto del collage, combinado con pintura. Rauschenberg era una persona comprometida con la cultura, los derechos humanos, o la ecología, y siempre terminaba reflejando sus preocupaciones en sus obras, mediante la superposición de figuras políticas y peticiones de paz. “Support”, en la que ironizaba sobre los efectos que la sociedad del consumo tenía sobre la propia sociedad, se alzó como pieza magistral.

La muestra concluye con la versión más apocalíptica de Keith Hering
La muestra concluye con la versión más apocalíptica de Keith Hering

El movimiento del PopArt perdió este 2018 a otro de sus grandes precursores: Robert Indiana. A diferencia de otros artistas, Indiana muestra a través de sus obras la identidad estadounidense. El artista, natural de Indiana, vivió su infancia durante la Gran Depresión. Una experiencia que le llevó a indagar sobre las formas humanas vinculadas al conocido “sueño americano”. Sin embargo, el punto de inflexión en su carrera devino tras el éxito de LOVE. Una obra que se convirtió en insignia del pacifismo y el amor a nivel mundial. Indiana fue testigo presencial –desde la ventana de un hotel- de los atentados a las Torres Gemelas del 11-S. Acontecimientos como este, así como la invasión estadounidense de Iraq, marcaron de un modo tan drástico al artista hasta el punto de estimularle para pintar el cuadro “Afganistan” y la serie “Peace Paintings”.

La muestra concluye con la versión más apocalíptica de Keith Hering. Fue de hecho uno de los artistas más influyentes de la cultura pop de los ochenta. A través de sus obras, basadas en el arte esquimal, africano e incluso maya, expresaba una rompedora y angustiosa visión sobre conceptos universales como la vida, la barbarie bélica, la religión, el sexo, la muerte, el poder, la tecnología o el SIDA. Su carrera se vio truncada cuando le fue diagnosticado, precisamente, SIDA. En sus últimos años Hering se dedicó a hablar sobre su enfermedad para crear conciencia social alrededor de ella.