El virus que lo cambió todo: se cumplen dos años del primer estado de alarma

Aragón ha atravesado un total de siete olas epidemiológicas, una más que el conjunto de España
photo_camera Aragón ha atravesado un total de siete olas epidemiológicas, una más que el conjunto de España

Ya queda lejano aquel 14 de marzo de 2020 en el que la sociedad se enfrentó por primera vez a algo totalmente desconocido hasta ese momento. El Gobierno de España decretó el estado de alarma, un hecho histórico que iba a condicionar a la población como nunca antes había sucedido. La ciudadanía vería paralizada su vida de manera radical. El confinamiento, ese término que tanto ha resonado en nuestras cabezas a lo largo de estos dos años, se convirtió en una de las palabras de moda de la noche a la mañana. El maldito coronavirus abría telediarios, portadas y programas hora sí y hora también, y pasó a erigirse como la peor pesadilla posible que se recuerda en los últimos tiempos.

La avalancha de contagios por esta enfermedad no tardaría en llegar, lo que implicaría un sinfín de hospitalizaciones y, desafortunadamente, miles de fallecimientos. De hecho, en el caso concreto de Aragón, en estos 700 días de pandemia se han notificado -según datos oficiales- más de 400.000 positivos y cerca de 5.000 defunciones a causa del virus. Eso sí, el balance entre el primer y el segundo año ha sido bien distinto. Desde marzo de 2020 hasta el mismo mes de 2021 se produjeron en torno al 40% de los casos, pero el porcentaje de muertes se estableció alrededor del 70%. Por el contrario, desde esa fecha hasta el momento actual se han contabilizado el 60% restante de los contagios, mientras que la letalidad se ha situado en el 30%.

La aparición de la vacuna, el antídoto contra el virus 

Resulta evidente que esa diferencia radica en el efecto de la vacuna, un remedio -aunque haya gente a quien le pese- que ha dado sus frutos desde que comenzara la inoculación de dosis a finales de diciembre de 2020. Bien es cierto que no ha conseguido “jubilar” la enfermedad, pero sí suavizar su impacto de forma considerable. Un antídoto que suscitó muchas dudas, pues su creación se llevó a cabo totalmente a contrarreloj dada la urgencia de la situación. No obstante, desde ese 27 de diciembre hasta la actualidad, en la región aragonesa se han administrado más de 2,8 millones de pinchazos, de los cuales más de un millón corresponden a segundas dosis y casi 610.000 a terceras.

El proceso de vacunación se inició con las personas mayores que vivían en residencias

Un proceso de vacunación que se inició con las personas mayores que vivían en residencias, el segmento poblacional más perjudicado por la dichosa Covid. Su condición de especial vulnerabilidad y su débil sistema inmunitario incrementaban irremediablemente sus opciones de contraer el virus, razón por la que surgía la imperiosa necesidad de proporcionarles protección. Y es que más de 1.600 ciudadanos han fallecido en residencias de la tercera edad y en los centros para personas con discapacidad durante este tiempo, 750 de ellos en los primeros meses. Por no decir la cantidad de brotes que se han dado en estos espacios entre los propios residentes y trabajadores.

Infecciones por franjas de edad 

Pese a ese reseñable número de muertes en las franjas de edad más altas, los guarismos en cuanto a número de infecciones apuntan directamente a los grupos más jóvenes. Los expertos tuvieron claro el motivo de dicha circunstancia: sus relaciones sociales y su capacidad de interacción.

En este sentido, el segmento etario comprendido entre los 15 y los 24 años ha sido el que más se ha contagiado, alcanzado casi el 40%. Le sigue, con un 33% de personas que han contraído el coronavirus, los jóvenes entre los 25 y 34 años y la franja de edad de 1 a 14 años. Curiosamente, aunque los datos así lo revelan, el grupo que oscila entre los 65 y los 74 años, pese a ser uno de las más vulnerables, es uno en el que menos ha impactado la enfermedad (cerca del 17%).

Para dar cuenta de ese “espíritu social” que tanto caracteriza a los menores de 35 años, la última onda epidémica en la Comunidad se ha concentrado en niños, que han copado incluso uno de cada cuatro positivos. Mientras, en la sexta ola, coincidiendo con la época estival, la mitad de los casos de Covid se centraron mayoritariamente en los jóvenes presentando unos niveles de contagios bastante desmedidos.

La variante ómicron dispara la incidencia acumulada 

Como bien es sabido, Aragón ha atravesado un total de siete olas epidemiológicas, una más que el conjunto de España. Unas oleadas dispares que han compartido ciertas características, pero que no han sido idénticas en ningún caso. Las tres primeras englobaron alrededor de la mitad de las defunciones de toda la pandemia, poniendo al límite tanto a centros hospitalarios como a cementerios ante tal exceso de mortalidad.

La cuarta ola llegó en enero de 2021, con casi 31.000 contagios y más de 700 fallecimientos. Posteriormente se tranquilizó el panorama y en la quinta onda se redujeron tanto los positivos (unos 17.000) como la cifra de muertes (223), siendo la que menos fallecimientos ha registrado. En la sexta ambos indicadores volvieron a verse incrementados, sobre todo en lo relativo a los casos, llegando a duplicar los de la ola precedente.

Y mención aparte merece la séptima onda, con la aparición como gran invitada de una nueva variante. Ómicron emergió en diciembre de 2021 para poner otra vez al sistema hospitalario y a la Atención Primaria patas arriba a escala global. La incidencia se disparó hasta cotas inimaginables y el miedo, la incertidumbre y la inseguridad volvieron a apoderarse del sentir general. Más si cabe tomando en consideración que el periodo navideño estaba al caer.

Ómicron emergió en diciembre de 2021 para poner otra vez al sistema hospitalario y a la Atención Primaria patas arriba

Los malos presagios se confirmaron y esa incidencia comenzó su escalada de manera imparable hasta alcanzar su pico el 13 de enero de 2022. Nada menos que 3.296 casos por cada 100.000 habitantes a siete días en el conjunto de Aragón. Además, el día 10 de esa misma semana, Salud Pública había comunicado más de 8.200 positivos, un número impensable un mes atrás. Y el día 14 la consejera de Sanidad, Sira Repollés, aseguró que ya se había tocado ese pico y que la incidencia iría decayendo a partir de esa jornada. Sus previsiones se confirmaron y los contagios iniciaron una andadura a la baja. Enero finalizó con menos de 3.000 casos diarios y en febrero continuó la tendencia para acabar con cerca de medio millar. Ahora mismo, los datos se sitúan en esa barrera y con visos de que prosiga dicho descenso.

Una disminución de positivos que viene acompañada de una relajación y alivio en los hospitales. En estos momentos, hay 178 camas ocupadas por pacientes Covid (27 en UCI y 151 en planta), mientras que ese 10 de enero mencionado anteriormente la cifra reflejaba 842 ingresos, 64 de ellos en UCI y 778 en planta.

El inicio del fin 

Todo parece indicar que esa infernal séptima ola ha tocado a su fin. Ómicron ha puesto de relieve su enorme capacidad de transmisión y contagio, aunque con mucha menor letalidad que delta. Más de 240.000 casos y más de 1.050 muertes es el balance que deja esta última -y confiamos en que definitiva- oleada epidemiológica.

El entramado social se encuentra mucho más cerca de una libertad que lleva persiguiendo dos años

La ansiada luz al final del túnel, la calma en medio de la tempestad, una isla en mitad de la inmensidad del océano, un oasis en el desierto. El entramado social se encuentra mucho más cerca de una libertad que lleva persiguiendo dos años. Hastiada emocionalmente y fatigada a nivel económico, la ciudadanía ya siente un respiro casi total al pensar que el coronavirus se difumina casi definitivamente.

Hoy, 14 de marzo de 2022, se cumplen dos años desde que el presidente de España, Pedro Sánchez, compareciera ante los medios para anunciar una noticia que cayó como un jarro de agua fría en los diferentes sectores que integran la sociedad. Una noticia que puso freno a muchas aspiraciones y que truncó miles de sueños, pero muy necesaria para salvar vidas, el bien más preciado de todos.