Börse, hauptgesims an der Longa und des Colegio de S. Felipe (‘Bolsa’, cornisas de la Lonja y del Colegio de San Felipe), 1889. Konstantin Uhde, libro "Baudenkmaeler in Spanien und Portugal" editado en 1892
Börse, hauptgesims an der Longa und des Colegio de S. Felipe (‘Bolsa’, cornisas de la Lonja y del Colegio de San Felipe), 1889. Konstantin Uhde, libro «Baudenkmaeler in Spanien und Portugal» editado en 1892

Corría el año 1888 siendo el káiser Guillermo II rey de Prusia y emperador de los alemanes. Bajo su gobierno se decidió dar a conocer los monumentos de España y Portugal, entre otros lugares.

Para tal fin se comisionó al arquitecto y profesor de Arquitectura Antigua Konstantin Ernst Carl James Uhde para que recorriera de 1888 a 1889 la península Ibérica, junto con su fotógrafo de viaje, Paul Altmann. Ambos se pusieron en marcha cual precursores del turismo cultural, visitando varias ciudades entre las que se encontraba, para nuestra suerte, Zaragoza. En 1892 Konstantin Uhde publicó su trabajo «Baudenkmaeler in Spanien und Portugal» (Monumentos arquitectónicos de España y Portugal) con textos y dibujos propios, pero con fotografías de Altmann.

Desde el punto de vista de un experto germano ¿Qué impresión le causó a Uhde la arquitectura zaragozana? Nada mejor que sus comentarios: “Zaragoza, contrasta con otras ciudades de forma muy especial. La situación geográfica de esta localidad en el valle del Ebro, la escasez de cantería y la facilidad para obtener madera de los Pirineos fueron las principales razones para el uso de formas arquitectónicas ajenas a la mayoría de las demás localidades. Muy desarrollado aquí el edificio de yeso y ladrillo, mientras que las cornisas principales, que a menudo sobresalen mucho, están construidas de madera. Frecuentemente, incluso la decoración de la fachada se limita a esto. La Lonja es un representante principal de este tipo de construcción. Las cornisas ricamente talladas, tienen un carácter decididamente español. Una característica especial de estos son los conos torcidos y colgantes, ricamente decorados con adornos tallados. Es la antigua tradición morisca que se aplica a la madera como material de construcción”.

“Kirche S Engravia” (iglesia Santa Engracia), 1889. Paul Altmann, libro "Baudenkmaeler in Spanien und Portugal" editado en 1892
“Kirche S Engravia” (iglesia Santa Engracia), 1889. Paul Altmann, libro «Baudenkmaeler in Spanien und Portugal» editado en 1892

Desconocemos si el reportaje gráfico fue cuantioso pero en el libro solo se publicaron las imágenes que contiene este artículo. Al carecer de negativos en cualquier soporte, las fotografías están escaneadas del propio libro, por lo que su calidad de definición quizá no resulte la deseada, pero sí bastante aceptable.

Cuando nuestra pareja de alemanes llegaron a Zaragoza, se encontraron con una ciudad que aún mostraba cicatrices, incluso heridas, del conflicto de la invasión francesa. Algunos edificios estaban simplemente parcheados, otros se habían reconvertido en sede de distintos cuerpos del ejército. Eso sí, la muralla había ido cayendo en grandes tramos, y no digamos sus puertas, casi todas desaparecidas en la época “gloriosa” donde el progresismo algo despistado creyó que tirando muros y accesos varios harían desaparecer impuestos y aranceles.

Tal es el caso de la “Kirche S Engravia”, iglesia de Santa Engracia. Aún no había empezado su reconstrucción por lo que la encontramos con una sola torre y su famosa fachada plateresca en estado penoso… la culpa principal siempre ha sido de las napoleónicas tropas, pero con la inestimable ayuda de la desidia local, que ya habían transcurrido 75 años del final de la guerra.

En una década se iba a poner manos a la obra y restaurar/reconstruir tan maravillosa portada. Lo que quedaba del convento jerónimo fue tirado para reaprovecharse como cuartel (posteriormente trasladado a la calle Hernán Cortés), que podemos ver a la izquierda con su garita y sus soldados. Impagable el cartel sobre la puerta: «vino de cosechero», situado estratégicamente.

"Äußeres der Kathedrale" (exteriores de la Catedral), 1889. Paul Altmann, libro "Baudenkmaeler in Spanien und Portugal" editado en 1892
«Äußeres der Kathedrale» (exteriores de la Catedral), 1889. Paul Altmann, libro «Baudenkmaeler in Spanien und Portugal» editado en 1892

Por supuesto se refiere a la catedral de San Salvador en su Epifanía, la Seo -¿No hubo fotos del Pilar?, extraña, pero no consta ninguna-. Fabulosa imagen, no tanto del muro mudéjar de la parroquieta de San Miguel Arcángel, muy conocido en sus distintas fases, como de los hombres y niños que han posado ‘descuidadamente’ para ofrecer un cuadro de época lleno de tipismo. Sólo varones ¿No era hora de que pasearan las mujeres?

El aspecto del suelo es desolador, con un empedrado muy precario. La estampa nos muestra a zaragozanos de final de siglo (XIX, claro): maravilloso equilibrio del señor de la izquierda de la foto; personajes “fantasma” medio desvaídos; el baturro de toda la vida; el increíble caso del ‘niño sin cabeza’, etc. El problema en estos tipos de tomas fotográficas estribaba en el tiempo de exposición, un tanto larga para nuestros parámetros actuales.

Eran todo menos «instantáneas», y el que se movía no salía en la foto, literalmente. Muy probablemente, el mentado ‘niño sin cabeza’, aunque se mantuviera sentado y quieto girara el tozuelo de un lado para otro, lo que ha hecho que en la placa no quedara registrado.

"Der schiefe Glockenturm" (el Campanario inclinado), 1889. Paul Altmann, libro "Baudenkmaeler in Spanien und Portugal" editado en 1892
«Der schiefe Glockenturm» (el Campanario inclinado), 1889. Paul Altmann, libro «Baudenkmaeler in Spanien und Portugal» editado en 1892

Curiosa la denominación que le aplicó el comisionado alemán a la Torre Nueva, lógica por otra parte. Tuvo suerte de visualizar este encuadre casi perfecto iglesia-palacio-torre, ya que cuando el libro se publicó el “campanario inclinado” había pasado a la historia, piqueteado como ya sabemos víctima del llamado “turricidio” por oscuros intereses, aunque jaleado incluso por prensa local. Al fondo, encajonado, el palacio del Marqués de Villaverde, más conocido como de los Condes de Argillo, un vistoso cartel nos muestra que albergaba por entonces las instalaciones del colegio de San Felipe, con un alero sobresaliente que impresionó al arquitecto-profesor Uhde. Por lo visto, o mejor, lo no visto, debía ser un día veraniego de los que cae el sol a plomo. La plaza está desierta, salvo por las vendedoras de canastos y cestería, que dejando la mercancía a su suerte se refugian bajo un toldo junto al campanario. A la izquierda asoma la torre de la iglesia de San Felipe y Santiago el Menor, que da nombre a la plaza, mostrando una alineación de oquedades que corresponden a los mechinales, lugar donde se anclaba la estructura a modo de andamio para su construcción.

"Hof im Hause Zaporta", (Patio en la casa Zaporta), 1889. Paul Altmann, libro "Baudenkmaeler in Spanien und Portugal" editado en 1892
«Hof im Hause Zaporta», (Patio en la casa Zaporta), 1889. Paul Altmann, libro «Baudenkmaeler in Spanien und Portugal» editado en 1892

Otra estructura arquitectónica monumental que estuvo a punto de perderse nuestra pareja germánica favorita, ya que hubo incendio incluido, dejadez posterior, y viaje a pedazos del patio hasta Paris, del resto no se tuvieron más noticias. Poco novedoso que decir de esta conocida casa-palacio de Gabriel Zaporta, todavía en su emplazamiento original, o más citada actualmente como de la Infanta -por la Infanta María Teresa de Vallabriga, esposa de Luis de Borbón y Farnesio, hermano del rey Carlos III de España, que ya viuda regresó a Zaragoza para vivir a partir de 1785 en este casoplón-. En el momento capturado por Paul Altmann, cual si fuese un adelanto a su tiempo, el renacentista patio se había convertido en una suerte de galería comercial. Podemos contemplar el taller de carpintería de Ezequiel González, junto al de ebanistería y tapicería de Hipólito Loscos. Triste final para una joya patrimonial de esta categoría, o increíble emplazamiento para estos talleres artesanales, según se mire.

"Kirche des hl. Kajetan", (iglesia de San Cayetano), 1889. Paul Altmann, libro "Baudenkmaeler in Spanien und Portugal" editado en 1892
«Kirche des hl. Kajetan», (iglesia de San Cayetano), 1889. Paul Altmann, libro «Baudenkmaeler in Spanien und Portugal» editado en 1892

La iglesia de San Cayetano conforma un rincón de los que aparentemente menos ha cambiado después de 120 años. Fue llamada así por estar dedicada, entre otros, a San Cayetano de Thiene, cuya escultura aparece en la fachada bajo la Cruz de Íñigo Arista, a la derecha de la puerta según el punto de vista del espectador.

Al otro lado de la entrada podemos ver a San Andrés Avelino, bajo el Árbol del Sobrarbe. Ambos santos, como la iglesia, pertenecieron a “los teatinos” (Instituto clerical de Vida Consagrada Religiosa, así llamados por su relación fundacional con la ciudad italiana de Theate), aunque quien corrió con la mayor parte de gastos fue la Diputación General del Reino (de Aragón), que la dedicó a Santa Isabel, reina de Portugal e Infanta de Aragón, de ahí su doble nomenclatura. Por este motivo entre la decoración de la fachada es fácil distinguir las armas del escudo completo del Reino de Aragón.

A la derecha de la iglesia pudieron plasmar el antiguo edificio que sirvió de delegación de Hacienda y estanco de la sal, todavía no estaba el colegio Buen Pastor. El firme del suelo con el típico adoquinado que pervivió en bastantes zonas del Casco Antiguo hasta bien entrado el siglo XX. Como suele suceder en todas estas tomas fotográficas un pequeño grupo no se resiste a ser inmortalizado, siempre y cuando consigan no moverse.

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