

El Archivo Barboza-Grasa custodia con dedicación y mimo desde hace más de cuarenta años el legado fotográfico de Aurelio Grasa Sancho (1893-1972), un fotógrafo aficionado que participó con su cámara en los acontecimientos más relevantes de su época dada su inquietud y dotes para la fotografía. Publicó en diferentes medios de comunicación como Heraldo de Aragón, ABC o Blanco y Negro de Madrid entre otros, y participó en numerosos certámenes fotográficos locales, nacionales e internacionales con excelentes resultados y premios.
Sin lugar a dudas estamos ante un buen fotógrafo que contó con la confianza de esos medios de comunicación y que tuvo la oportunidad de perfeccionar su técnica desde la temprana edad de 14 años, momento en el que es publicada su primera imagen en prensa hasta que acaba sus estudios como Médico Dermatólogo y Radiólogo montando su primera clínica en Zaragoza en 1921, orientando su vocación a esta actividad. Seguirá tomando imágenes para concursos fotográficos, desde Montañeros de Aragón, RSFZ, tomas familiares, etc., aunque ya alejado de la prensa escrita en años posteriores.
La imagen que nos ocupa es una de esas vistas relevantes e históricas correspondiente a la Semana de la Aviación de Zaragoza celebrada en los campos de Valdespartera del 6 al 11 de octubre de 1912, preludio de las Fiestas del Pilar de ese año, en la que los aviadores Henri Tixier y Léonce Garnier, dos ases de la aviación del momento, sorprendían a propios y foranos con sus vuelos y piruetas desde el aeródromo pasando por diferentes lugares de la ciudad.
Desde nuestra Asociación Cultural Anteayer Fotográfico Zaragozano llevábamos tiempo buscando una prueba rigurosa que acreditara que la fotografía que abre este artículo realmente fue tomada por Aurelio Grasa, ya que no se conocía ninguna fuente documental fuera del Archivo Barboza-Grasa que certificara esta información. Algo que ahora, podemos asegurar, nunca ocurrió.

Si acudimos a ese archivo los aportes sobre la fotografía son vagos, no aparece la fecha exacta de la toma, tampoco hace una descripción del momento que refleja, quién o quiénes están presentes en el evento, quién es el piloto, la hora de la ascensión… algo extraño teniendo en cuenta que Aurelio Grasa solía documentar cada imagen realizada y en esta tan solo hacen referencia a que se encuentra en la misma caja nº 19 que la imagen tomada por Grasa “el 8 de octubre de 1912 del aviador Tixier preparando para efectuar el vuelo”. Añaden que la imagen fue tomada al atardecer, algo que no fue así.
Del mismo modo, existe otra imagen perteneciente al Archivo Barboza-Grasa tomada el día 12 de octubre de 1912, que tampoco indica correctamente el evento ni los participantes que aparecen reflejados en la instantánea. Se trata de la fotografía en la que Léonce Garnier posa en tierra desde su avión junto al periodista Adelardo Fernández Arias, más conocido como el “Duende de la Colegiata”. La escena la filma Josep (Pepe) Gaspar i Serra, operador de la Casa Iberia Cines, y todo ello, es captado aparentemente por el ojo entrenado de Grasa.
En el catálogo editado por Heraldo de Aragón con motivo de la exposición que tuvo lugar en el Palacio de Sástago celebrando ‘HERALDO. 125 años de fotografías’, desde el 15 de diciembre de 2020 hasta el 28 de febrero de 2021, quedó constancia del error de documentación, así como en la cartela que aparecía junto al negativo de vidrio que se expuso de esta fotografía: “23 de abril de 1911. Los aviadores franceses Joseph Gaget y André Frey, a punto de despegar del aeródromo de Valdespartera para realizar una serie de acrobacias sobre el cielo zaragozano. Los pilotos galos sorprendieron al público con su destreza a los mandos del aeroplano durante la Semana de la Aviación, celebrada en la capital aragonesa del 17 al 25 de abril de 1911″ (Sic).
Dejamos constancia en el propio palacio de los errores vertidos y hasta en el propio archivo pero obviaron nuestros requerimientos.
Como hemos podido constatar desde las diferentes Hemerotecas Municipales tanto de Zaragoza como de Madrid, esta segunda fotografía tampoco se corresponde con los datos aportados desde el Archivo Barboza-Grasa. Lo que hace que nos planteemos una nueva incógnita, hoy todavía en el aire, nunca mejor dicho.

Existe además una postal autógrafa del cineasta catalán, Pepe Gaspar, perteneciente al Archivo Nacional de Cataluña con formato de 8 X 13, y de autoría desconocida, que es enviada a Felisa Sánchez con domicilio en Pamplona. En ella, tal y como puede apreciarse en el anverso, escribe así: “unos minutos después de haber sido tomada la presente fotografía, subí yo en el mismo aparato, y en el mismo sitio en que estaba este pasajero”. “Recuerdo de las Fiestas del Pilar. Octubre 1912”.
Queda claro que Gaspar ascenderá con Garnier aquel 12 de octubre, tras haber volado unos minutos antes, el periodista de Heraldo de Madrid, Adelardo Fernández Arias.
El reverso de la postal enviada por Gaspar dice así: “la presente fotografía fue tomada el sábado día 12 mientras cinematografiaba al “duende de la colegiata” y es la misma que publica el “Heraldo” que te remito por separado. Parece que sea jorobado, pero es la posición clásica que tomo cuando opero. Tuyo, Pepe.”
Damos por hecho que se refiere a Heraldo de Madrid, ya que esa misma fotografía aparece en ese periódico con las referencias expuestas sobre los protagonistas de la toma.
También queda claro, que las dos fotografías, tanto la que pertenece al Archivo Barboza-Grasa como la postal que obra en poder del Archivo Nacional de Cataluña, fueron efectuadas con apenas unos segundos de diferencia, lo que nos hace pensar que pudo haber varios fotógrafos realizando la misma visual. Por desgracia, ni Gaspar hace referencia al fotógrafo que publicó la imagen en Heraldo de Madrid, ni esta aparece firmada en el pie de foto de ese periódico. Por si fuera poco, ninguna de las fotografías supuestamente tomadas por Grasa, ni la cenital ni la que aparece Gaspar, fueron publicadas en los periódicos de referencia donde solía hacerlo. Ni en Heraldo de Aragón, ni en ABC o Blanco y Negro. Dada la gran importancia de las imágenes se hace imposible pensar que un medio de comunicación dejara pasar la oportunidad de publicar estas exclusivas fotografías, tal y como sí hizo Heraldo de Madrid.
En cualquier caso, esta información nos abre camino para desentrañar lo que aconteció durante aquellos días de la Semana de la Aviación en Zaragoza, pero sobre todo, para aclarar un misterio que llevábamos tiempo acariciando, y que hoy, gracias a la pericia de nuestro compañero, Manuel Ordóñez Gracia, descubridor de la postal que hoy presentamos, acredita que fue Pepe Gaspar quien tomó la fotografía cenital del aeródromo de Valdespartera aquel 12 de octubre de 1912. Hoy podemos contarlo en estas líneas.
Comenzamos…

La historia de la aviación está repleta de intrépidos, soñadores y alocados hombres y mujeres, que por desgracia, algunos de ellos perdieron su vida por alcanzar la gloria subidos a un “cacharro” con alas. Gracias a ellos tenemos la seguridad de que el dominio del aire fue posible con el tiempo, más allá de la leyenda de Ícaro y Dédalo.
Desde el siglo XVIII en el que los globos aerostáticos conseguían maravillar a nuestros antepasados, pasando por los dirigibles o los aeroplanos del XIX, llegamos a los primeros años del siglo XX donde comenzaría la verdadera revolución aeronáutica con los hermanos Wright y Dumont, padres de la aviación “moderna”.
Comenzarían las exhibiciones de estos pioneros de la aerostación a un lado y a otro de los Pirineos, trayendo con ellos el veneno necesario para ilusionarse con estas prácticas.
La francesa Élise Léontine Deroche, baronesa de Laroche, sería la primera mujer con licencia de piloto, realizando su primer vuelo el 22 de octubre de 1909. Diez años más tarde, la biznieta del General Espartero, Eladia Montesino-Espartero Averly; se convertía en la primera mujer española en surcar el cielo desde el aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid.
Pero volvamos la mirada a nuestra tierra, lugar de grandes hazañas y acérrimos entusiastas de lo novedoso e imposible. Fijémonos en aquella Semana de la Aviación patrocinada por el Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón” (SIPA), que organizó por tercer año consecutivo. En esta ocasión, del 6 al 11 de octubre de 1912 en el aeródromo de Valdespartera, en lo que sería toda una exhibición aérea a manos de los pilotos franceses Henri Tixier y Léonce Garnier.

El primero llegó con su mecánico, Marcel Fleuret, quien contó a la prensa que Tixier había nacido en Vierzon, Departamento de Cher; soltero, y que contaba con 26 años en el momento de su presentación en Zaragoza. Acababa de adquirir en marzo de ese año a la casa Bleriot de París un aeroplano valorado en 20.000 francos de similares medidas y motor que el que pilotaba Garnier contando además con salida automática. Ostentaba el récord de España de altura hasta la fecha. Tixier tenía su residencia en Sevilla donde pensaba montar una escuela de aviación.
Léonce Garnier tenía 32 años, era natural de un pueblo de la Borgoña y estaba casado desde hacía ocho con Mariette Soner. Mujer hermosa de ojos azules que le acompañaba en todas sus exhibiciones habiendo volado en algunas de ellas junto a su marido.
Llevaba siete años establecido en San Sebastián donde tenía un negocio de automóviles con dos garajes que dejó a cargo de su cuñado. Se decidió por la aviación y construyó junto a su mecánico, el español, Agustín Mañero, el Bleriot con el que se presentó en Zaragoza con el número de 209 vuelos efectuados solo en 1912.
Dado que los aviones tenían sus limitaciones en la época, no se podía ascender con un pasajero cuyo peso fuera superior a 60 kilos, el alcalde de la ciudad, don César Ballarín, a quien le sobraban según las cuentas, 14 kilos, tuvo que quedarse en tierra. Tampoco se podía volar si el viento excedía el control que los pilotos tenían de los aparatos. En ese caso, la suspensión del espectáculo se anunciaría en carteles colocados en puntos visibles y por una bandera nacional izada en el quiosco del Toni, en la plaza de la Constitución, hoy de España.
Mejor suerte corrieron el sport-man oscense, Joaquín Carderera, a pesar de excederse en el peso, y el periodista Íñigo Martón, quienes sí pudieron elevarse sobre el cielo zaragozano el día 10 de octubre. Hubo más candidatos ese día pero se quedó en un deseo que tan solo dos días más tarde podrían ver cumplido tres personas más cuando la Semana de la Aviación ya había concluido.

Las exhibiciones que los pilotos Henri Tixier y Léonce Garnier habían realizado para deleite de los zaragozanos habían concluido el día once de octubre, pero Garnier accedió gustoso a que un día después, un reducido número de periodistas se pasearan por los cielos montados a su lado en su flamante Bleriot XI. El piloto francés acababa de ser intervenido del apéndice y arrastraba graves dolencias debido a que la operación no había salido bien, por lo que la morfina era lo único que le mantenía sin dolores, de hecho, a punto estuvo de no venir a Zaragoza por la enfermedad que arrastraba. Su intención era regresar cuanto antes a San Sebastián, su lugar de residencia, para una segunda intervención. Sin embargo, no quiso despedirse de Zaragoza sin darle gusto al “Duende de la Colegiata”, quien volaría a las siete y cuarenta y tres minutos de la mañana durante dieciséis minutos, a ciento noventa metros de altura en el asiento trasero. Este impresionaría una placa fotográfica desde el aire en la que aparecería el hangar de Valdespartera, por desgracia hoy desaparecida. Tras realizar un suave aterrizaje, el periodista del Diario de Avisos de Zaragoza, Manuel Fernández Aldama, ascendería en segundo lugar en el Bleriot XI junto a Garnier provisto de una gorra con la visera hacia atrás y unas gafas para protegerse del viento de las alturas. Partieron dirección al Moncayo llegando frente a Santa Bárbara no sin antes vislumbrar las dos torres que entonces tenía el Pilar y la de la Seo, y recrearse en la huerta zaragozana, todo ello en apenas nueve minutos a ciento treinta metros de altura. Por último, Pepe Gaspar ascendería junto a Garnier por un tiempo de seis minutos, lapso más que suficiente para impresionar unas placas fotográficas de las que a día de hoy solo conocemos una, la que custodia el Archivo Barboza-Grasa, erróneamente atribuida al fotógrafo Aurelio Grasa al encontrarse en una caja de negativos del afamado retratista tomadas ese mismo año.

Desconocemos cómo pudo acabar esta imagen en este archivo sin firmar ni datar. Probablemente, al aparecer la motocicleta de Grasa, quien se encontraba allí cubriendo la noticia para Heraldo de Aragón junto al periodista “Modestino”, y tras haber realizado Gaspar varias fotografías desde el aire, tal y como relata el Diario de Avisos de Zaragoza, le regalara esta, algo habitual entre colegas.
No ha aparecido en ningún medio consultado que Aurelio Grasa subiera en el Bleriot XI de Garnier, tampoco en el de Tixier, mucho menos que tomara ninguna fotografía desde el aire como sí relatan de otros fotógrafos y periodistas como el propio “Duende” o Gaspar.
Lo cierto es que a las siete de la mañana de aquel doce de octubre de 1912, el periodista Manuel Fernández Aldama se había conjurado con “El Duende”, el inefable cronista de Heraldo de Madrid; Federico Gómez González, “Modestino”, periodista de Heraldo de Aragón; el sport-man oscense, Joaquín Carderera; Pepe Palomar, Agustín Mañero, mecánico español de Garnier; Josep Gaspar, operador de la Casa Iberia Cines; así como el industrial Antonio Almudévar, en una expedición hasta el hotel donde se alojaba Garnier. Tras el encuentro, se dirigieron por Sagasta a la orilla del Canal, Casablanca y luego por la carretera de Valdespartera a los hangares que estaban vigilados y resguardados por la Cruz Roja.
Al llegar comenzó la puesta a punto de la aeronave por parte de Garnier y Mañero, momento en el que aparecieron montados en motocicleta, Aurelio Grasa, Albero, Roy, Rotellar y otros acompañantes. Eran como decimos, las 7.43 h de la mañana cuando Garnier comenzaba el ascenso acompañado por tres periodistas de prestigio, uno tras otro, y que aparecerían en la crónica de diferentes medios de comunicación dando rigor y veracidad a cuanto allí aconteció.

¿Quién fue Josep (Pepe) Gaspar i Serra?
El catalán Pepe Gaspar, Manresa, 29 de julio de 1893- Barcelona, 15 de enero de 1970, tuvo una vida de película. Casi como las que rodaba de los grandes acontecimientos de aquella España de principios del siglo XX, que despertaron interés y admiración por igual. Suya fue aquella filmación de 1909 de los Sucesos de Barcelona, realizada durante la Semana Trágica, con tanta crudeza que despertó conciencia y rechazo a partes iguales entre la sociedad catalana. Tristemente desaparecida, como la mayoría de su filmografía, aunque todavía podemos rescatar del olvido algunos de sus grandes aportes para el mundo gráfico. Un año antes rodaría en el Monasterio de Piedra, fotogramas que al menos se conservan para deleite de todos. En 1910 filmaría la Revolución de Portugal y huida de los reyes a Inglaterra que puso fin a la monarquía en el país luso, entre otras.
Recordemos que con apenas 15 años había comenzado a trabajar para la casa Gaumont de París en Barcelona, pero sería su pasión por el fotorreportaje lo que le llevaría a fichar en 1912 y tras su paso por la capital francesa para perfeccionar su oficio como operador, por la Casa Iberia Cines de Madrid dirigida por Enrique Blanco.
Sería durante las Fiestas del Pilar en Zaragoza de ese mismo año, durante la llamada Semana de la Aviación organizada por el Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón (SIPA), cuando Pepe Gaspar se acercaría hasta el hangar de Valdespartera para hacer una filmación, hoy desaparecida, para la casa para la que trabajaba, titulada “Fiestas de Aviación en Zaragoza”, y que se estrenaría de manera única, el 15 de octubre de 1912 en el Cine Ena Victoria. Esta sala se encontraba en la calle Coso nº 54, en los bajos del desaparecido Palacio del Conde de Fuentes.
En la filmación aparecía al afamado periodista Adelardo Fernández Arias, más conocido como «El Duende de la Colegiata», periodista del Heraldo de Madrid, quién tenía por aquella época una legión de seguidores. Más de media ciudad vio al aviador y al periodista volando por el cielo de Zaragoza, y este último, tomó como hemos dicho con anterioridad, una fotografía cenital del hangar, por desgracia, hoy desaparecida.

El “Duende” se presentó en Zaragoza durante la madrugada del día 11 de octubre acompañado del matador de toros, Rodolfo Gaona, con la intención de volar esa misma tarde pero las fuertes rachas de viendo obligaron al piloto a posponer la invitación para subir al cielo zaragozano. Algo que sí conseguiría junto al periodista Fernández Aldama y al propio Gaspar Serra.
En aquellos años fue cuando se introdujo en el mundo del fotoperiodismo. Aprovechando después el gran empuje que representó la Exposición de 1929 para la fotografía en la prensa, formó sociedad con Josep M. Sagarra y Pere Lluís Torrents, sociedad que se mantuvo hasta el año 30. Este trío fue lo mejor que ha habido en el fotoperiodismo catalán. Los compañeros les llamaban «los tres reyes magos». Gaspar trabajó activamente tanto en el reportaje de hechos y actos políticos y sociales como en los toros. Destacó sobre todo como fotógrafo de deportes y publicaba las fotografías en revistas especializadas y en otras. Nos ha dejado magníficas imágenes de fútbol y de motociclismo pero sobre todo aéreas.
Estos trabajos se verán reflejados en diferentes medios: La Vanguardia, La Hormiga de Oro, Hoja Oficial, Mercurio, La Rambla, Imágenes, Mirador; de Madrid, Nuevo Mundo, Blanco y Negro, Esfera, Mundo Gráfico, Cosmópolis, Crónica, ABC, Heraldo de Madrid, Informaciones, El Liberal, La Nación y La Raza; de Valencia, La Semana Gráfica, y de Bilbao, Excelsior.
De su aventura americana en la Goldwing quizás hablemos en sucesivas entregas… lo que sí queremos destacar es la naturaleza inquieta e innovadora del cámara y fotógrafo Josep Gaspar, quien acabó sus días solo, enfermo y olvidado por todos. Ahora, gracias a la pericia de Manuel Ordóñez Gracia, quien encontró la postal en una página de venta On line y nos puso sobre la pista de su autoría, y al Archivo Mollat-Moya, colaborador habitual de nuestra asociación y socio de honor de la misma, podemos disfrutar de ella y devolverle el protagonismo que merece un pionero del reportaje y la filmación documental.
Es nuestro deseo además, dejar constancia de nuestro agradecimiento al Archivo Barboza-Grasa por su constante entrega y mimo en la conservación del Archivo de Aurelio Grasa, compartiendo desde su blog imágenes de una gran calidad técnica, belleza y resolución para disfrute de todos. Sin este legado hubiera sido imposible comparar el negativo que ellos custodian con la postal que hoy presentamos.
