Tres iglesias de Santiago para una ciudad

Interior de la desaparecida iglesia medieval de Santiago, a la derecha acceso a la calle de la Cuchillería, 1874. Dibujo a tinta y aguada, anónimo, AMZ, sign. 956
Interior de la desaparecida iglesia medieval de Santiago, a la derecha acceso a la calle de la Cuchillería, 1874. Dibujo a tinta y aguada, anónimo, AMZ, sign. 956

En la ciudad del culto pilarista por antonomasia no deberíamos extrañarnos de la presencia de tres templos dedicados al apóstol Santiago, aunque hay que advertir desde el principio que en esta afirmación hay ciertos matices. Se irán desvelando a lo largo del artículo.

Comencemos con la iglesia de Santiago que no hemos conocido ninguno de nosotros ya que hace 120 años pasó a engrosar la lista de patrimonio derribado, de la que tan sólo nos han llegado dos imágenes, algunos capiteles y basas de columnas conservados en el Palacio Arzobispal y en el Museo Provincial.

Aunque en las guías de Zaragoza del siglo XIX se da por bueno que su existencia se remonta a los romanos o a los godos (sic), sí se puede asegurar que la iglesia de Santiago el Mayor era una de las más antiguas de la ciudad. Consta que en 1121, rehabilitada o en construcción, Alfonso I la cedió al monasterio de San Pedro de Ciresa. Tampoco deja dudas sobre su estrecha vinculación con la tradición del encuentro entre María y Santiago ya que el templo se erigió en la esquina de la actual calle que precisamente lleva el nombre del apóstol y la calle de Cuchilleros (don Jaime I) justo en el solar que, según el mito, había ocupado la morada de uno de los siete convertidos, que fue donde se hospedó Santiago en su estancia cesaraugustana.

Restos bizantinos (sic) de la iglesia de Santiago, 1890-91. Zaragoza Artística, Monumental e Histórica, Anselmo y Pedro Gascón de Gotor, Universidad de Zaragoza
Restos bizantinos (sic) de la iglesia de Santiago, 1890-91. Zaragoza Artística, Monumental e Histórica, Anselmo y Pedro Gascón de Gotor, Universidad de Zaragoza

En documentos de mediados del siglo XII queda reflejado que en el pórtico de esta iglesia se administraba justicia y se congregaba el Consejo de Zaragoza; un siglo más tarde nos relatan que el Consejo General y los Jurados se reunían en el mismo templo.

Se nos cuenta que en ella se guardaba un báculo atribuido al propio Santiago <<es una pértiga de hierro, de unos doce palmos, forrada de plata, con su remate del mismo metal>>. La torre albergaba una campana de 48 arrobas, llamada ‘la goda’, por haber sido fabricada en aquella época (sic).

La entrada se efectuaba por la actual calle de Santiago, mientras que el ábside daba a Don Jaime/Cuchillería. Comprobándose en 1858 el penoso estado en el que se encontraba esta última fachada, se revocó y se abrió puerta de acceso por esta vía. En el dibujo de autor desconocido que se guarda en el Archivo Municipal puede verse el resultado desde el interior, y contemplar tanto su única nave como las bóvedas de crucería netamente medievales.

En el último cuarto del siglo XIX el deterioro fue en aumento, como muestra la ilustración del libro de los Gascón de Gotor. Pertenece a la antigua fachada principal de la calle Santiago, de aspecto lamentable (curiosamente la adscribieron al arte bizantino).

El templo ya sin culto y en estado de ruina inicia su proceso de demolición en 1902.

Fachada y torres de la iglesia de San Ildefonso (o de Santiago el Mayor), 1940. Manuel Coyne, DARA-AHPZ
Fachada y torres de la iglesia de San Ildefonso (o de Santiago el Mayor), 1940. Manuel Coyne, DARA-AHPZ

Le toca el turno a la que todos conocemos como parroquia de Santiago el Mayor, ¿de toda la vida?, claramente no. Desde su fundación en 1605 había sido iglesia conventual de San Ildefonso de la Orden de Predicadores (dominicos). En la Guerra de la Independencia le tocó sufrir, aunque casi peor fue a partir de 1835 con la desamortización de Mendizábal, y las Guerras Carlistas, en las que este templo barroco se convirtió en almacén y granero del ejército. A pesar de ser nombrada en 1848 parroquia castrense su situación no cambió mucho, pero sí avanzó su deterioro. Para colmo de males en 1868 hubo que reconstruir su cúpula destrozada por un rayo. A finales del XIX se hizo cargo la Compañía de Jesús (jesuitas) que por lo menos cuidaron de ella, hasta 1902 en el que pasó a convertirse en parroquia de Santiago el Mayor, heredando la advocación de la primitiva iglesia sobre la que ya hemos hablado.

Se fueron haciendo pequeñas obras de mantenimiento hasta llegar a 1964 cuando hubo que intervenir sobre todo el templo por presentar un estado lamentable. En 1972, según proyecto de Fernando Chueca Goitia, se decidió elevar una de la torres con un tercer cuerpo, diez años más tarde se terminaba la otra. Con el arrasamiento de las manzanas entre Azoque y Salamero la gran Parroquia de Santiago el Mayor adquiría un lucimiento inesperado.

San Felipe y Santiago, con la Torre Nueva, ca. 1870. Fotografía estereoscópica, impresión de plata albúmina, Frank Mason Good, Getty Museum
San Felipe y Santiago, con la Torre Nueva, ca. 1870. Fotografía estereoscópica, impresión de plata albúmina, Frank Mason Good, Getty Museum

El tercer templo zaragozano santiaguista tiene una “pequeña trampa”, lo es como segunda advocación, tratándose además de otro apóstol, Santiago el Menor, fue quien se puso al frente de la comunidad cristiana de Jerusalén.

Del templo de San Felipe y Santiago se suelen conocer bastantes detalles, como sus columnas salomónicas, su puerta reutilizada del Pilar, el crismón que delata su pasado románico, o su antigua vecindad con la Torre Nueva, como podemos comprobar en el magnífico encuadre que el inglés Frank Mason Good tomó hace siglo y medio.

Más desconocido es que en esta parroquia, desde 1573 y agregada por el mismísimo papa Gregorio XIII, tiene su sede “la Minerva” o Archicofradía del Santísimo Sacramento, dedicada al culto y glorificación de la Eucaristía. Todos los años se organizaba una solemne procesión por las principales calles de la ciudad el viernes inmediato a la fiesta del Corpus, portando una custodia procesional excepcional.

También es de gran devoción un Ecce Homo que fue hallado casualmente cuando se procedió a desmontar la iglesia románica para edificar la barroca. De época tardo gótica y procedencia flamenca, en realidad no responde al arquetipo habitual, más bien a un modelo originario de Alemania llamado Christus im Elend (Cristo en Aflicción), que corresponde al momento en el que Jesús está esperado en el Calvario a ser crucificado.

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