El Casademont como local: el Príncipe Felipe es el sexto jugador

En muchos tramos del año, los de Porfirio Fisac se han tenido que refugiar en el calor de una Marea Roja, que ha apoyado a los suyos ante cualquier escenario. Fotografía: Casademont Zaragoza.
photo_camera En muchos tramos del año, los de Porfirio Fisac se han tenido que refugiar en el calor de una Marea Roja, que ha apoyado a los suyos ante cualquier escenario. Fotografía: Casademont Zaragoza.

A lo largo de toda la temporada, el Príncipe Felipe ha tenido un papel capital para el Casademont. En muchos tramos del año, los de Porfirio Fisac se han tenido que refugiar en el calor de una Marea Roja, que ha apoyado a los suyos ante cualquier escenario. La derrota contra el Girona (88-95), último baile de los rojillos en casa hasta el próximo año, no puso en valor el poder de una ciudad que se vuelca con su equipo.

Ocho partidos de 17 ganados en el Príncipe Felipe. Es el historial que ha dejado el Casademont a lo largo de toda la temporada en casa. No obstante, jugar en casa nunca ha significado que todo vaya a ser un camino de rosas. El equipo, con el austriaco Martin Schiller a los mandos, no empezó nada bien este curso. En la jornada 2, el Casademont recibió al potente UCAM Murcia, que sin vacilación alguna, endosó un duro 64-81. El equipo continuó su mala racha y en la jornada 4 acogió al Cazoo Baskonia, que de nuevo, se pudo imponer por 83-97, dejando ver que había que corregir demasiados aspectos, tanto tácticos como mentales y físicos. El próximo choque, ante Fuenlabrada (79-82), tocó de nuevo en casa, pero la mala dinámica del equipo siguió patente. Porfirio Fisac no pudo añadir ese toque de sorpresa, en su primer partido al frente del equipo.

No obstante, el 6 de noviembre, fecha correspondiente a la séptima jornada, el equipo dio con el ‘click’. ¿El rival? El todo poderoso Real Madrid (94-89), actual equipo en la final four de la Euroliga, que llegaba con toda la ambición del mundo, ante un tímido Casademont, que se atrevió a responder a los merengues. El equipo firmó un partido en el que se reconcilió con la Marea Roja y en el que figuras como Aday Mara empezaron a despuntar.

De todas formas, en la ACB nadie regala nada y cada triunfo hay que recordarlo, porque igual no vuelve. Los de Fisac no pudieron continuar con la magia del Felipe ante el Surne Bilbao (67-74). La incertidumbre y la falta de una identidad de equipo era lo que más preocupaba. Entre lamentos y dudas llegó el tan ansiado triunfo ante Coviran Granada (73-57) en el que los de Fisac se quitaron un gran peso de encima. El Casademont se estaba reponiendo cual boxeador noqueado y a base de golpes estaba aprendiendo la importancia de jugar en casa.

Todos los días no son fiesta y el Casademont no pudo vencer al Río Breogán (88-90), en un partido en el que dolor fue palpable tras caer en la prórroga. La moneda nunca caía de cara para los rojillos. Un áurea mística rodeaba al equipo de los Fisac, que por A o por B no lograban una nueva victoria. El siguiente que tenía turno para visitar el Felipe era el Lenovo Tenerife, instaurado desde el comienzo de la ACB en la zona alta y que hacía presuponer que el triunfo era cuando menos complicado. Los rojillos no pudieron dar la sorpresa y los zaragozanos se marcharon del Felipe con un 83-87. Había muchos detalles a pulir, pero ante todo el equipo necesitaba despertar.

CAMBIO EN LA MENTALIDAD

Llegaba la jornada 18 y el Casademont necesitaba vencer cómo y dónde fuera. El partido ante el Betis (89-82) en casa era la oportunidad perfecta para dejar atrás los fantasmas, vencer a un equipo que ya le habías ganado en la ida y coger una buena dinámica. Y es que los de Fisac acumulaban un triunfo en seis partidos, que hacían ver el descenso de forma muy real. 6.236 espectadores se daban cita para ver si finalmente era el día ansiado. El Príncipe Felipe marcó una radical diferencia en este choque en el que esta vez sí, la moneda cayó de cara para el Casademont. Una prórroga hizo falta para que los de Fisac pensarán ‘así es cómo acaba nuestra mala racha’.

Este encuentro ante el Betis significó más de lo que muchos se pueden pensar. El siguiente rival que llegó al Felipe fue el todopoderoso Barça, instaurado en los primeros puestos, y que parecía que iba a vencer a todo aquel que se enfrentara a ellos. Los de Fisac respondieron ante su afición otorgándoles un auténtico partidazo (85-83), con un primer tiempo para la historia con hasta 46 puntos rojillos. El triunfo ante los de Jasikevičius, uno de los favoritos a llevarse la ACB, dejó patente una certeza: El Felipe y la Marea Roja eran el sexto jugador.

Ante Monbus Obradoiro, el Casademont cayó por 78-79, pero lo mejor estaba por llegar. Tres triunfos consecutivos en casa, ante tres rivales de entidad. Valencia Basket (86-75); Gran Canaria (76-73) y Baxi Manresa (99-88), que fue el récord de anotación de la temporada, marcaron el camino a la permanencia. Valencia no fue un rival para nada sencillo, pese a la comodidad del resultado. Ante Gran Canaria los de Fisac remontaron en los últimos minutos, con un Felipe que fue una hoya a presión, y que demostró que la mentalidad en el deporte tiene la misma importancia o más que la física. Finalmente, Manresa fue la confirmación del momento de gracia de los de Fisac, que anotaron hasta 99 puntos con un Yusta clave con 19 puntos.

Esta serie triunfos en casa pusieron mucha tierra de por medio entre el Casademont y sus perseguidores por el descenso. De hecho, ante Unicaja (70-74), el equipo de Fisac perdió de nuevo en casa y tuvo que esperar dos jornadas más para llegar a la 31 y vencer 87-77 al Joventut, partido que certificó la permanencia y que creó un ambiente más relajado, sin tensiones, en el Casademont.

Con todo esto, está demostrado que tener un buen pabellón y sobre todo una buena afición repercute, y mucho, en la dinámica que afronta un equipo. Si el Casademont hubiera jugado todos sus choques como local habría cosechado hasta 16 victorias, cuatro más de las logradas, que le colocarían entre el noveno y el décimo puesto. Con la derrota ante el Girona, los rojillos jugaron su último choque en casa y se despidieron de una afición que estuvo en las duras en las maduras. Ambas partes desean volver a reencontrarse al comienzo del próximo ejercicio con una sonrisa.