Opinión

Memoria histórica

La campaña electoral que se avecina, porque aunque aún no lo parezca todavía estamos en precampaña, está poniendo sobre el tapete temas de debate general que sin duda importan y mucho a los ciudadanos como son la economía doméstica o el terrorismo. Sin embargo el eurodiputado popular Arias Cañete y otros miembros de su formación han puesto sobre la mesa un delicado tema como es el de la inmigración. Y lo ha hecho con poca fortuna o quizás con poca memoria histórica de lo que tuvimos que padecer los españoles de los sesenta y setenta marchando de forma desarraigada a Francia o Alemania porque aquí no había trabajo. O incluso dentro de nuestro propio país emigrando desde muchos puntos de España a Cataluña principalmente.
La campaña electoral que se avecina, porque aunque aún no lo parezca todavía estamos en precampaña, está poniendo sobre el tapete temas de debate general que, sin duda, importan y mucho a los ciudadanos, como son la economía doméstica o el terrorismo. Sin embargo, el eurodiputado popular Arias Cañete y otros miembros de su formación han puesto sobre la mesa un delicado tema como es el de la inmigración. Y lo ha hecho con poca fortuna, o quizás con poca memoria histórica de lo que tuvimos que padecer los españoles de los sesenta y setenta marchando de forma desarraigada a Francia o Alemania porque aquí no había trabajo. O incluso dentro de nuestro propio país emigrando desde muchos puntos de España a Cataluña, principalmente.

La inmigración es un asunto delicado que puede herir muchas sensibilidades y, si bien es cierto que debe ser abordado desde los dirigentes políticos como parte importante de nuestra realidad social, no menos cierto es que debe ser tratado con rigor y sin demagogias y por supuesto pensando un poco en nuestra misma historia.

Sé de muchos propietarios de tierras que no encuentran mano de obra en España porque nuestros compatriotas no están dispuestos a tareas penosas en el campo. Lo mismo ocurre con la hostelería. No es justo que se hagan generalidades y se criminalice a un grupo de personas que llegan a nuestro país como nosotros llegábamos a Alemania o Francia.

La inmigración hay que abordarla como una nueva realidad cultural y social de nuestro país. Una España multicultural donde todos caben y donde no queremos a ciudadanos de primera o ciudadanos de segunda, sino a ciudadanos integrados. Y, sobre todo, no me parece adecuado utilizar la situación sin duda dura y difícil del drama personal de muchos inmigrantes para restarle votos al adversario.