No siempre nos ayudan

Soy una extranjera en proceso de nacionalización española. Llegué por aquí en los ya lejanos 2006. Y sí, he tenido muchas ayudas del estado, pero también he trabajado duro en jornadas interminables para sacar adelante a mis hijos y poderlos traer a este país donde labrarse un futuro. Doy gracias a Dios por haber conseguido todo eso. En la balanza negativa, he de añadir que fui víctima de violencia de género con sentencia de un tribunal español. Fui ayudada por ello y se me concedió una prestación hasta que encontré trabajo. Con el tiempo me fueron ocurriendo cosas positivas, me casé y mi vida se encauzó definitivamente.

A mediados del año pasado cese en el trabajo que desempeñaba y fui al Inaem. Allí, me explicó un amable funcionario lo que debía hacer, me ayudó a rellenar la solicitud, preguntándome cosas que apuntaba y desechando otras porque no eran necesarias o relevantes. Se aprobó la solicitud de prestación y comencé a cobrar mi ayuda.

Aprovechando la situación y dada que mi educación era precaria, decidí hacer una prueba para intentar poder estudiar la ESO para mayores. Tengo 51 años.

Aprobé y ahora estoy cursando ya tercero de la ESO. Mi despertar cultural en ese sentido ha sido magnífico y ahora sé, por ejemplo, que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. Hace unos meses se interrumpió mi prestación y, no solo eso, me indicaron que tenía que devolverla. Como seguramente se imaginaran, yo confié ciegamente en el funcionario que me atendió e hice lo que él consideró que era lo mejor para mi dada mi situación. Al parecer, algunas de mis respuestas no se consignó o se consignó mal. Ahora no me ocurriría pues sería yo la que podría rellenar la solicitud. Resumiendo, que no solo no estoy recibiendo prestación alguna, sino que voy a estar pagando a la administración más de 160 euros al mes durante tres años.

Espero que esta carta sirva para gritar a toda esa gente que todavía no se han puesto de acuerdo para gobernar este país, que hay cosas que, aunque nimias, merecen su atención, aunque solo sean 160 euros. No digo que hubiese mala fe por parte del funcionario que me atendió, pero en ningún caso por la mía, tan solo desconocimiento y confianza.

Animo desde aquí a todos para que estudien. Para que se formen, para que intenten hacer las cosas por sí mismos, el poder nos quiere ignorantes, no les demos ese gusto.

Thelma Mayorga Martínez