De versos entre lágrimas...

La crisis del coronavirus tiene y tendrá consecuencias devastadoras tanto sanitaria, como  económicamente. Pero en este remolino de noticias que diariamente copan los telediarios y monopolizan las escasas conversaciones que se dan entre personas, olvidamos un factor fundamental: las relaciones sociales.

Los seres humanos somos seres sociales, necesitamos de los demás para ser felices y no podemos vivir en soledad. Pensaba que en estos difíciles momentos hay muchas personas que se encuentran solas, que bajan a hacer la compra con los peligros que les supone para su vida y sin embargo, otros desperdiciamos nuestro tiempo quemando desmedidamente plataformas como Netflix.

La realidad es esta. Y los seres humanos vivimos en la paradójica situación de ser seres sociales que por comodidad nos refugiamos en nosotros mismos. Sin embargo, cuando termine esta situación habrá quienes hayan aprendido, habrá quienes hayan sabido mejorar y habrá quienes se hayan dado cuenta de lo que de verdad importa en esta vida.

El mensaje negativo acerca de esta situación inunda las redes, los periódicos, las conversaciones y desde luego es comprensible. Por el contrario, debemos saber ver la parte positiva de los momentos complicados. Las agendas de todos se han visto modificadas y tantas cosas que considerábamos importantes se desvanecen para dejar paso a aquello que de verdad merece la pena. Aquello que siempre ha estado y nunca te has parado a pensar. Aquel atardecer rojizo que siempre ha estado, pero nunca estaba. Aquellas largas conversaciones de cerveza en mano y de pasar horas sin decir nada interesante. Y aquellos ojos. Quizás muchos ojos. Ojos que se juntan en la memoria recordándonos que no estamos solos y que por ellos, nunca lo hemos estado. Ojos que desde la distancia miran y se unen en el latir incesante de una sociedad que rema por quienes no pueden remar.

Quizás detrás de un aplauso que rompe el silencio asolador de las calles se esconda algo más. Quizás sea la manera que tiene el ser humano de decir que los mejores versos en la historia se han escrito entre lágrimas.

César González