La amenaza

En medicina, las PCRs –que se utilizan también para el diagnóstico de otras enfermedades distintas a las infecciosas– precisan del contexto clínico donde se miden, y hay un porcentaje, variable según los casos, de falsos positivos. Mayor del 10% en la detección del coronavirus de marras que nos trae al pairo.

Es de locos tratar de proteger nuestro mundo de este ” bicho” en base a su detección mediante test clínicos extensos, e ignorar las repercusiones que actuar así origina en las complejas comunidades donde se estudia.

Una actuación así, en vez de protegernos, seguramente causará más problemas que aquellos que trate de evitar. Por otra parte, no están preparados nuestros gobiernos para el nuevo brote que pregonan –protestan desde un gremio sanitario cada día más confuso y enrabietado– pudiendo decirse con bastante aproximación que estamos asistiendo a un trastorno delirante colectivo de miedo, al que, por cierto, colaboran generosamente los grandes medios de comunicación, con su potente altavoz subvencionado.

Lo de la Cartilla Covid de Madrid sonaba estos días a chiste, pero en breve verán que posiblemente no suene tanto. No se sabe casi nada sobre la inmunidad del virus y se atreven los insensatos a proponer cartillas de control.

En Euskadi, Osakidetza cierra este verano, como es costumbre, 1000 camas hospitalarias y, sin embargo, se sigue asustando a la población con una nueva oleada de casos. Contradictorio parece.

Seguimos. En toda Europa no se obliga actualmente al uso generalizado de mascarillas en espacios abiertos. Pero aquí sí, que debe ser que respiramos o tosemos más fuerte.

Más. Como cuando la gripe A –y el famoso “pelotazo” de las farmacéuticas– se está aconsejando adelantar la vacuna de la gripe estacional. En este caso desde la Asociación de Colegios Médicos, que entonces ya no me acuerdo. Vamos un dejá vie.

De todo esto, me temo, vamos a salir todos empobrecidos y escaldados. Bueno, todos no que, como sucede en estos casos , los de la lista Forbes y tal van a enriquecerse como ya lo han hecho y están haciendo.

Y ni tan siquiera les he hablado de las élites financieras y sus planes cada vez más evidentes de mangonearnos a todos (ciudadanos y Gobiernos sus deudores, cada día más empobrecidos)

Pero quizá no sea todo malo, pues muchos ya, se están replanteando sus miedos y maneras de vivir. Por si alguno está interesado el libro “Consciencia y sociedad distópica”, puede que les ayude en este particular.

Gerardo Hernández Zorroza (Getxo)