Cambio de época

Está claro que algo está cambiando en el orden internacional. Estados Unidos, la superpotencia, la única nación que tiene una orientación geoestratégica verdaderamente global, está tomando decisiones, motivadas en buena parte porque la opinión pública de ese país, tras una larga historia de participación en diferentes confrontaciones militares y tras 20 años de presencia en Afganistán, ha cambiado de criterio y en la actualidad, se oponen mayoritariamente a las intervenciones de su país, en conflictos armados exteriores. Es totalmente comprensible si tenemos en cuenta su situación interior, y la memoria de anteriores épocas, particularmente de la guerra de Vietnam, que el pueblo estadounidense guarda.

Afganistán, ha supuesto en mi opinión, un punto de inflexión. La salida de las tropas americanas del país, ya anunciada por Trump, puso a los talibanes a la espera. Solo tenían que aguardar tranquilos a que el supergigante se fuera. De alguna manera debían intuir como iban a sucederse los acontecimientos y aprovecharon la coyuntura.

No faltan países Interesados en ocupar el puesto que deja EE.UU., otras potencias como China y Rusia, que sin duda no dejarán de jugar sus cartas en su propio beneficio, explotando a los propios afganos y los recursos naturales del lugar, que parecen ser cuantiosos en cuanto a minerales y tierras “raras”. Además un posicionamiento geoestratégico adecuado, les permite optar a un mejor estatus a nivel mundial. Obtienen así, además de recursos, zonas de influencia dentro del organigrama mundial, que le permitan competir con el gigante norteamericano.

¿Dónde están las autoridades de ese país que abrazaron al amigo americano y sobre todo su bien nutrida cartera?. En paradero desconocido. Intentando rescatar el dinero de los depósitos realizados en paraísos fiscales, dinero probablemente obtenido aprovechándose de la corrupción estructural existente en su país, y que de ninguna manera han intentado erradicar.

¿Y el ejército?, tan supuestamente operativo, según afirmaba en sus informes el propio Pentágono. Pues se han rendido a los Talibanes, les han entregado las armas sin ofrecer resistencia.

Al ver las patéticas imágenes que se emiten en las televisiones, recuerdo que otros barbudos también forzaron la huida del dictador cubano Fulgencio Batista, cuando huyó el primero de enero de 1.959, tras la toma de la ciudad de Santa Clara y con las tropas castristas a las puertas de La Habana. Se marchó con su familia y una fortuna arrebatada al pueblo cubano. Fidel Castro y Ernesto Guevara entraron en La Habana, con poca resistencia militar, tras más de dos años de conflicto. Una diferencia sustancial. Aquel primero de enero del 59, supuso para muchos cubanos, vislumbrar un rayo de luz y esperanza, que pronto se vería frustrado.

En esta ocasión, la toma de Kabul por estos barbudos, ha sumido a todo un país en el caos, la incertidumbre y la desesperación. Nadie espera de los talibanes más que barbarie y desolación.

34 millones de habitantes del país quieren huir. Prepárense las agencias internacionales, Acnur, Cruz Roja, Médicos sin Fronteras y otras más, puesto que deberán atender refugiados afganos, todos los que consigan salir. Nadie se quiere quedar en un lugar donde reina la violencia y la brutalidad. Un éxodo sin precedentes que va a poner a prueba una vez más la solidaridad internacional.

Miles de afganos muertos, más de 170.000 según unos y hasta 240.000 según otros. 102 soldados españoles fallecidos, de los 27.000 desplegados en ese territorio, junto con otros 2500 soldados americanos, y otros cientos de otros países. Estados Unidos afirma que ha enterrado en ese lugar más de 2 billones de dólares durante estos últimos 20 años. Y todo ello ¿para qué?, para regresar a su tierra tras 20 años de presencia, entregando el país a ese ejército de fundamentalistas. Ni siquiera han podido organizar una transición ordenada, claro si ello es posible con esa turba.

Se dice de Afganistán que es la “tumba de los imperios”, desde luego que sí, pero hoy, lo que allí queda enterrado, son los derechos humanos, en particular los de las mujeres.

Con ser muy malas las expectativas que el advenimiento del régimen talibán promete, en general para todos los afganos, en el caso de las mujeres son mucho peores. Son ellas y los niños los grandes damnificados por estas políticas que se gestionan en despachos lejanos.

En este drama global de opresión talibán, la cuestión del sexo es crucial, porque implica una diferencia de trato entre unos y otras, penalizando de manera exponencial al género femenino, en relación al masculino, que también se encuentra oprimido.
Los que creemos en los derechos humanos, en valores como igualdad de trato y de oportunidades, estamos alarmados y lo ocurrido nos sume en la pena y la vergüenza. Supongo que eso mismo le pasa a cualquier persona que crea en los valores europeos y occidentales, plasmados en la Declaración de los Derechos Humanos. Derechos que se han convertido en legislación positiva al trasladarlos a los ordenamientos jurídicos nacionales de los países que los comparten.

Por cierto el papel de la Unión Europea, simplemente lamentable.

M.A. Serrano