El estado marca a fuego al recién nacido su sexo obligado

Hablan de los hombres, los políticos y empresarios, deseosos de obtener de forma camuflada obscenos intereses políticos y económicos como si nacer hombre y aceptar nuestra condición psicobiologíca fuéramos bestias. Y el hecho de convertirse un hombre en mujer, se convierte en mejor persona, ya que el órgano sexual es símbolo de machismo y actos de maltrato social. Pero no hablan de mujeres que se sienten hombres y son también trans.

Esto no interesa, no les aporta beneficios personales o simplemente buscan confrontación social, por no saber cómo sacarnos de la profunda fosa y osario social que nos han metido por ineptos y mal gobernantes. Uno puede o no puede estar de acuerdo si ha sido un fallo genético o se sienten diferentes psicológicamente por el hecho de nacer con un sexo que no les corresponde. Relacionarnos con ellos, es nuestra libre decisión. Pero del hecho de estar integrados con nosotros e inclusivos, sin darles rechazo por la mayoría.

Y quien no lo acepta, tiene derecho al libre albedrío en decidir no relacionarse con ellos o con cualquier otro género humano. Pero no los vergonzosos actos, actuaciones y discursos, de los políticos con mentalidad de denigrar a hombres e indirectamente a las mujeres, promoviendo y utilizando la transexualidad como una condición obligada a imponer a toda la población, negándonos nuestra libertad de aceptación en convivencia.

En definitiva han convertido a los transexuales en unas rarezas para exhibir en carpas de circos ya olvidados. Todos los ciudadanos no somos carne de carroña utilizados sin decoro con el único fin de desestabilizar nuestro rico patrimonio social, cultural y de humanidad.

Jorge Juan Bautista Solano