Este miércoles estuve viendo en un canal de televisión la película con título, el 4 de julio, en la que Tom Cruise hace de un veterano de guerra que tras luchar en Vietnam se queda parapléjico y durante su convalecencia sufre un inestable y convulso proceso de adaptación en una sociedad dividida entre los que están a favor de la guerra para acabar con las ratas comunistas y los que consideran que la guerra es una mera excusa para matar y dejar personas mutiladas de ambos bandos.
Junto a esta lucha interna, sufre alternantes procesos personales de baja autoestima, lucha interna personal, rechazo a sus padres y hermanos, y su peculiar bajada a los infiernos de consumo de droga y sexo de pago. Al paso del tiempo, va descubriendo cómo el presidente Nixon no ha valorado para nada su sufrimiento y el resto de compañeros que combatieron con él y en otros frentes abiertos. En definitiva se siente engañado y su presidente le ha mentido.
Así es como nos sentimos muchos españoles con nuestro presidente y con su séquito de adoradores de su subido ego que son de su propio equipo de gobierno. Él nos mintió y nos dejó a la deriva de un futuro más que incierto, deplorable. No olvidemos que nos forzó sin consultarnos y explicarnos bien nuestra inusual situación vírica, y nos obligó a la fuerza a quedarnos encerrados en casa durante el confinamiento de tres meses, sin tener en cuenta nuestras necesidades básicas ni económicas. Ni un triste pollo asado dejó en la puerta de nuestras casas. Muchos buenos ciudadanos murieron por ese maldito virus y otros quedaron con secuelas de diferente grado, sin recibir ningún estudio valorativo de cómo había quedado su tocada salud. Ni tuvo en cuenta nuestros años de trabajos malos, sin contrato o con contrato temporal que vamos capeando con rabia y obligación.
Su abandono social sirvió para que los propios españoles criticaran a otros españoles de ser vagos por no aceptar salarios bajos. Agricultores, ganaderos, apicultores y todo tipo de explotación alimentaria primaria que se encuentra al borde del desastre financiero, dijo que iba a ayudarle hasta la fecha para no perder su negocio. Dijo que nunca apoyaría y haría socio a la blanqueada formación de ETA, sus víctimas no debían sufrir más. Pregonó que acabaría con la corrupción política, pediría cuentas a China por su insolidaridad por la pandemia, Europa respetaría nuestro campo y pesca. Y más mentiras sobre mentiras nunca cumplidas. Los precios de alimentos no subirían…. Mentiras tras mentiras.
Y ahora nuestro presidente se atreve a ironizar y contar chascarrillos en un programa de radio y de televisión de no haber mentido nunca; sino de cambiar de opinión por necesidad de salvar al español de sus miserias. Así pues, nunca dijo, no hay virus, hay virus, pero pocos contagiados, ni un muerto, mueren miles y miles de inocentes personas, pero está todo controlado, la economía está fuerte, interminables empresas quiebran cada día, bajará el paro, la subida ha sido brutal y salarios basura, los precios no suben, suben y suben, controlaré las malas prácticas de precios de alquileres, no hay quien las controle, no hay hambre, hay algunos bancos de alimentos, pero no es nada importante, pero pocos necesitados, cientos de miles de ciudadanos rozan la pobreza, invertiré en el sector primario, están en las últimas.
No permitiré las ocupaciones ilegales, los propietarios viven años de infierno hasta que recuperan sus casas y propiedades, eliminaré la delincuencia de nuestras calles, da miedo ir por algunas calles y ciudades, no morirá ni una mujer más, siguen muriendo y soltando o bajando condenas a violadores o maltratadores controlaré a dónde van las subvenciones, hay un despilfarro brutal, apoyo siempre a Irene Montero en su lucha feminista por la igualdad. Ahora dice que no acepta las ideas de su compañera y ministra de su hundimiento tanto institucional como de ser confiable. Mentiras tras mentiras.
Algún día aparecerá su garganta profunda particular.
Jorge Juan Bautista Solano