Parece una buena idea, que el alcalde saque una ley que multé a quien tiré trastos, muebles o elementos no considerados basura dentro de la bolsa. Pero esto es como castigar a un niño por no hacer lo que tiene que hacer. Porque si no obedece al padre, a la madre o al padrete o al madrete, le dará igual el castigo. Y como veo que a veces no se explica muy bien por qué no se deben tirar muebles a la calle, lo explicaré de un modo autodidacta y educativo. Y más vale que pusiera el alcalde en algunas calles como el casco viejo, pequeños contenedores de construcción para tirar trastos. Porque no hay otra. En fin, empecemos mi singular historia.

Yo vivo en un piso bajo y mi dormitorio da a la calle. Una tarde noche volví a casa y había unas diez bolsas grandes de basura negra junto a la puerta de acceso a mi casa. Cuando intenté entrar, estaba la típica persona de mala leche que persiste su empeño en buscar dentro de las bolsas, ropas viejas. En todo momento, intenté no rozar las bolsas. A los pocos días, mi pareja cuando se despertó, tenía úlceras en uno de los brazos. Yo no tenía nada. Además, como era uno de los síntomas de la Covid, se hizo la prueba en el centro de salud y dio negativo. Miramos por la cama, muebles, paredes por si era algún insecto, ni uno. Como es una casa vieja, sería quizás una reacción alérgica al micro polvo.

Le dieron medicación. Al mes, siguió el problema en aumento. Y una noche, sintió un picotazo bien fuerte. Salté de la cama, rápido como el coyote, bip, bip. Y con la luz del móvil, vi un bichito de unos tres milímetros de largo, estrecho y en forma de pipa negra. Lo miré con una lupa. y vi que era un chinche. Lo sé por buscar su origen en internet. Tras saberlo, entré en locura y mi pareja en shock, parecía una estatua temblorosa En esos momentos, solo vi uno. Así que planifiqué un plan de combate en el arte de la querrá y sobre todo, conocer sus costumbres.

Los chinches son originarios de las cuevas, tienen agujeros pequeños en los laterales del abdomen, por eso temen y se ahogan en el agua, tienen dos estiletes huecos que le sirven para cortar la piel, chupar la sangre y escupir lo que no quieren, dejan puntitos negros y secos en toda la cama, les molesta la luz, tienen en las patas, sendas piquetas como los montañeros para subir por la madera, no pueden subir por el metal, son nocturnos y les atrae tu CO2. Se me olvidaba, eligen la sangre a chupar, la mía no les gustaba, son sibaritas. La de mi pareja les enloquecía. Ñam ñam. Tienen buen gusto.

Cuando tuve el plan establecido, revisé huecos de muebles, paredes y enchufes de apenas un milímetro de separación como grietas. En las láminas del somier, al meterlo en la bañera, de no ver ni uno, fueron cayendo a la bañera, decenas y decenas y decenas de pipas negras. Te entran escalofríos. Y de una manta de ganchillo limpia, por arte de magia, cayeron decenas y decenas y decenas de pipas negras. La ropa de los armarios se metió en bolsas de basura, salía casi desnudo al resto de la casa.

Y cuando se dejaban frente a la lavadora se fregaba el suelo de la cocina, y se rodeaban las bolsas, de lejía. También se desinfectaba el frontal de la misma y muebles colindantes, todo el fregadero y se pulverizaba con mata bichosel pequeño armario de guardar la basura. Corren que se las pela. La lejía deshace las proteínas y les molesta el olor. Salieron en cajones, tablas de muebles, paredes, fisuras de enchufes, cabeceros, pieceros, suelos, marcos de puerta y sus huecos. Y si llamas a un profesional es muy caro y no te certifica 100%de efectividad, habiendo además grietas en paredes, enchufes, etc.

Limpie a mano, todas las paredes y techos con agua, vinagre de limpieza mezclado con bicarbonato. Si utilizaba lejía, tenía que hacerlo a todo gas, corría el riesgo de ahuyentarlas por el olor. Estuvimos dos meses durmiendo en el sillón e intentando controlar que no se expandiera por toda la casa y al resto de vecinos. Yo decidí hacer todo el trabajo, porque no te imaginas el daño psicológico que produce.

Y eso que me dan pánico los insectos. Y el solo hecho de ver cientos y cientos de esos psicópatas bichos, entras en profunda locura. Una ninfa o cría de chinche, apenas mide un milímetro y tiene un micropunto rojo en el centro del cuerpo. Si me despertaba a las tres de la madrugada o a cualquier hora, me quedaba inmóvil frente a las paredes y suelos, y observaba con calma cualquier inusual movimiento. Incluso utilizaba una lupa y muy poca luz. Y zas, chafaba con un dedo una transparente ninfa. También hay que controlar los días de su reproducción y sus diferentes fases de crecimiento para ir viéndolo solo por tamaños. Incluyendo sus lugares preferidos.

Durante ese tiempo, estuvimos lavando a 60 grados, por la noche, decenas y decenas de ropas y custodiándola en un lugar seguro, bordeado de lejía. Puse dos bombas insecticidas en el dormitorio, casi una semana tocó esperar a que se fuera disipando la neblina tóxica, al no tener mucha ventilación natural, utilicé una pequeña filtradora de aire. Estuve decenas de horas, subiendo y bajando una alta escalera de trabajo para limpiar paredes, techos, vigas. Metí libros, algún aparato eléctrico, electrónico, ropa… en agua con lejía y productos químicos fuertes para eliminarlos, luego los metí en bolsas de basura y los tiré a la basura, bien desinfectados.

Perdí mucho dinero que no tengo en todo lo que tiré, sin merecerlo. Es una gran estupidez tirar los muebles a la calle, porque el problema está en tu casa.y si cambias de piso, te puedes llevar un huevito a otro lugar y vuelta a empezar. De una sola pipa se reproducen miles. A los dos meses, parecía todo estar controlado. Pero al volver a dormir a la cama, mi pareja, yo no me atrevía, sufrió un mordisco más agresivo. Eso pasa, porque el chinche puede estar un año sin comer y pierde un poco de peso. Pero cuando está hambriento, muerde yodiendo. Vuelta al proceso inicial de nuevo. Se limpió con alcohol de 96 grados, los seca, y se vertieron jarras de agua con lejía, vinagre y bicarbonato por juntas de maderas de la cama, armarios, mesillas… y salieron decenas de pequeñitos muertos. Al final se pudieron eliminar. Pero no pude dormir en la cama hasta seis meses después por ansiedad y estrés.

Y a veces sigo soñando con pipas y más pipas negras. A los dos años, tuvimos una segunda infestación, distinta especie, más tranquila, pero igual de reproductiva. Está vez en toda la casa. Hice el mismo proceso. Y en este caso desinfecte y tapé decenas de juntas de baldosa, agujeros, separaciones y fisuras de pared con yeso, cemento, espuma expandible….. Y controlé los tiempos de reproducción y tamaño del bicho gordo. Pero como al final sólo mataba ninfas transparentes y de apenas un milímetro, y era en toda la casa. Mi arrendataria me hizo el favor de llamar y pagar a un profesional que se asombró al ver todo el trabajo realizado y remató la faena.

Desde entonces tengo todas las paredes bordeadas de tierra de diatomea, es polvo de sílice que seca pequeños insectos y no contamina. También las patas de la cama están metidos en vasitos llenos de polvo de talco, cualquier insecto se resbala. Y tengo tierra de diatomea en el felpudo de entrada, en parte de la estructura de la cama, sillones, una ventana…

Toda la casa está blindada. Así pues, querido amigo, al tiempo indagué y me enteré que un vecino de la calle tenía la casa llena de chinches y tuvo la genial idea de tirar esas bolsas grandes a la basura. Y respecto a la segunda vez, prefiero no pensar mucho en pipas ni pipetes negras. Y ahora depende de ti que en un futuro, si tiras muebles o ropa en cualquier calle de esta ciudad o de este mundo, piensa no sólo en el gran destrozo económico que generas en una casa ajena a la tuya, sino el daño psicológico brutal que producen a quien en ella mora.

Jorge Juan Bautista Solano

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