Y Dios era mujer

Resulta chocante que se aplauda por parte de los críticos el regreso al cine, después de diez años sin estrenar en nuestro pais, del holandés Paul Verhoeven cuando, en sus últimos films hollywodienses, gran parte de la crítica desdeñó sus trabajos. El paso del tiempo ( y la falta de grandes creadores) cambia la perspectiva de las cosas. Sea como sea, me uno al aplauso general ante uno de los directores más valientes e interesantes de los últimos cuarenta y muchos años.

Mi primer recuerdo de Verhoeven se remonta a la época de la transición española, cuando se estrenó en España sus “Delicias Turcas”, candidata por Holanda al Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa, y que en nuestro país recibió el calificativo de “S”, reservado para “películas que puedieran herir la sensibilidad del espectador”, letra que, en el cartel, el publicista de la época había colocado juguetonamente tapando el pezón de la protagonista. Años después pude ver esta maliciosa revisitación del “Love Story” americano, calificada en 1999 como la mejor película holandesa del siglo XX, y descubrir a un director provocador y valiente a la hora de mostrar el sexo y la violencia, con un estilo directo, sin remilgos, que a veces sienta como un puñetazo en el estómago. Tras “El cuarto hombre”, Verhoeven filma en España “ Los señores del acero”, de nuevo con su actor fetiche Rutger Hauer, y da el salto a Hollywood con dos clásicos de la ciencia ficción de finales de los ochenta: “Robocop “y “Desafío total”, cuyos recientes remakes no han hecho sino revalorizar su condición de grandes películas.

Verhoeven alcanza la cima de su popularidad con la controvertida “Instinto básico”, un thriller cuyo trabajo de dirección está por encima de su farragoso ( y cotizado) guión. Con “Showgirls” fue masacrado por crítica y público, algo que también sucedió con su nuevo trabajo en el género de ciencia ficción, “Starship Troopers”. A pesar de la estimable revisitación del relato sobre el hombre invisible, “El hombre sin sombra”, Verhoeven abandonaría Hollywood para siempre y no volvería a rodar más que dos títulos en su país natal.

Ahora vuelve con fuerza y en plena forma con “Elle”, una historia que no pudo rodar en EEUU al haber sido rechazada por los grandes estudios. Lo cual es una ventaja, pues al haberla filmado en Francia, ha logrado disponer de libertad creativa para afrontar temas espinosos. Intentando no desvelar en exceso el argumento, Elle cuenta la historia de Michelle, una exitosa mujer de negocios que, como consecuencia de un suceso trágico en el que se ve inmersa, ira descubriendo nuevos aspectos, sensaciones y actitudes ante diversos temas vitales que quizás hasta entonces habían permanecido ocultos en su personalidad.

Ante todo, Elle es Michelle y Michelle es Isabelle Huppert, presente en el casi cien por cien de los planos de la película. A partir del mencionado suceso que acontece en el primer minuto de la cinta, no solo empezamos a conocer a Michelle sino que ella misma irá conociéndose a si misma. Su inesperada reacción ante ese evento genera una gran intriga en el espectador. Al mismo tiempo comenzamos a conocer su entorno laboral, familiar, afectivo e intimo, la descubrimos en su relación con los demás, en la soledad de su casa y en el interior de su mente, pero solo hasta donde ella nos deja acceder. Descubrimos así a una mujer fascinante, llena de capas, ofreciendo una imagen pública y múltiples facetas intimas que nos llevan a querer saber mas de ella, sin llegar nunca a conocerla por completo.

Y ello nos lleva a concluir sobre el gran peso que las mujeres tienen en el film y en la vida real. No solo Michelle es una mujer fuerte, independiente. El resto de las féminas de la historia están muy por encima de sus compañeros masculinos. El trato entre ellas es de igual a igual, unas veces como amigas, otras como confidentes o como enemigas. Pero hasta en la guerra hay un profundo respeto y complicidad. Es como si supieran que deben permanecer unidas porque eso les hace fuertes en este mundo tan machista. En cambio lo hombres son débiles, pusilánimes incluso, sin recursos para afrontar la situaciones. Su poder no reside en el cerebro como el de la mujer sino muchas veces en la fuerza física y en los dictados de la entrepierna, pero siempre tiene las de perder.

A pesar de la escena inicial, no es fácil encuadrar el film en un género definido. Es más, a lo largo del metraje pasamos de uno a otro de manera sutil. Son divertidas las escenas que Michelle comparte con su excéntrica madre pero también hay tramos en el que la intriga o el terror se dan la mano. El guión de David Birke, basado en la novela de Phillipe Djian es modélico en este sentido pues el espectador pasa de un género a otro sin apenas apreciarlo y todo es perfectamente digerible. Además, logra que los 130 minutos de metraje no pesen en absoluto pues no paran de suceder cosas que ayudan a conocer mejor a nuestra “heroína”. De una manera hipnótica y con cierto morbo, la seguimos en sus andanzas, y el guionista consigue una comedia negra costumbrista, un thriller turbador e inquietante, un drama sobre la vida y las partes ocultas de nuestra mente.

Para enfrentarse a un papel como este nadie mejor que Isabelle Huppert, una de las actrices más valientes y dispuesta a desnudarse en cuerpo y alma ante las exigencias del director. Huppert no solo aporta su habitual frialdad natural al personaje, que lo dota del misterio necesario, sino que lo enriquece con humanidad, picardía, humor, erotismo, sinceridad y perversión. Si pensaban que la actriz lo había dado todo en “La Pianista” de Haneke, estaban equivocados. Pocas actrices podrían encarnar con tanta convicción el despertar sexual que experimenta el personaje y que requiere una entrega y deshinbición total.

Las mujeres tambíen presentes en los aspectos téncicos del film. La música de Anne Dudley es elegante y su tema principal, melodioso, tiene los ecos del tema principal que Jerry Goldsmith compuso para Instinto básico. La fotografía de Stephanie Fontaine es de tonos cálidos y oscuros, sobre todo para las escenas de interior que se desarrollan en la casa de Michelle, acorde con el color negro del gato que, como en todos los films de misterio, es testigo mudo de lo que acontece, un gato que Huppert parece haber traído de otro film suyo presente en la cartelera, “El porvenir”.

Verhoeven consigue un film poderoso visualmente, con su personal toque sobre el sexo y la violencia, aunque elegante, sin la euforia desatada de sus films de los ochenta. Y vuelve del revés a la sociedad bien pensante, criticando la doble moral, las falsas apariencias, la fragilidad de las relaciones humanas tan solidas de cara al exterior y tan frágiles de puertas adentro. Podemos pensar que rodar en Europa le da al director la posibilidad de expresarse libremente pero nos dudamos que aun en Hollywood habría podido dar todo de si.

Elle es sin duda una de las mejores películas del año, puro cine que requiere la entrega del espectador que gusta de que la pantalla le proponga retos pero que entretendrá al espectador conformado. Una película malsana sobre una sociedad hipócrita y un director dispuesto a quitarle la máscara.

Texto: Luis Arrechea.

LO MEJOR: Isabelle Huppert. La libertad a todos los niveles que transmite. La valentía al afrontar temas espinosos y candentes en la sociedad actual.

LO PEOR: Alguna trampa efectista ( los gatos dan mucho juego en ese sentido).

VALORACIÓN:

Banda Sonora: 8

Fotografía: 8

Interpretación: 9

Dirección: 9

Guión: 9

Satisfacción: 8,5

Nota Final: 8,6