Merecía Ken Loach haber recibido su segunda Palma de Oro por esta película? Personalmente pienso que no. Ha habido muchos otros trabajos en su filmografía cuyo mensaje e intenciones me han calado más intensamente, films como “Lloviendo Piedras” o “Ladybird ladybird”. Aunque siempre ha mantenido un romance intermitente con Festivales y premios. Quizás en la ultima década ha bajado un tanto la efectividad de sus propuestas. Pero la presencia en las salas de este octogenario protestón contra las políticas conservadoras, la Iglesia, el racismo y cualquier otra causa que merezca la pena sigue siendo necesaria. Frente al conformismo de las masas debe haber alguien que nos haga estar alerta de las injusticias de la sociedad actual.
En esta ocasión, Loach arremete contra la burocracia de la Administración. El protagonista se encuentra de baja tras haber sufrido un infarto. Mientras su médica de cabecera desaconseja su reincorporación a la vida laboral, los entes administrativos certifican su aptitud para buscar empleo. Daniel Blake se verá sumergido en el absurdo que suponen los trámites burocráticos mientras conoce a una madre soltera con la que iniciara una relación de amistad.
De Kafkiano se puede calificar la situación en la que se encuentra el protagonista en su contacto con las instituciones que teóricamente deberían proporcionarle una ayuda económica mientras se recupera de sus dolencias cardíacas. Porque lo que muestra la historia es un nuevo modelo de burocracia: aquella que, no solo complica los trámites necesarios para poder obtener un subsidio, sino que, directamente, persigue el que la persona abandone su objetivo. Hay tramites que suponen auténticos callejones sin salida y otros que se contradicen los unos con los otros. Como parte de esa cadena me sentí aludido y comprendo la indefensión que siente la persona en su enfrentamiento con la Administración. Se complica todo sobremanera, no hay una comunicación de tú a tú entre funcionario y administrado.
Loach sigue apostando por la bondad humana frente a la frialdad de las instituciones. Sus personajes son llanos, solidarios, picaros pero no delincuentes. Algunos de sus comportamientos son justificables, llevados por la necesidad, el hambre, la injusticia. Otros son mostrados con simpatía y un tono de comedia pero no son defendibles como la economía sumergida. Y también aparecen personajes negativos, que pretenden aprovecharse de otros de su mismo estrato social con la excusa de ayudarles.
La cámara del director sigue apostando por el estilo documental, siguiendo a los personajes como si fuera una cámara oculta, aunque no necesita ni siquiera de la imagen para transmitir su mensaje: los títulos de crédito iniciales incluyen solo sonido, sin imágenes, y son una clara exposición de la línea argumental del film. Su estilo es claro y directo, no busca la confusión del espectador a pesar de que la cámara y el montaje estén en continuo movimiento.
Muchas veces Loach ha echado mano en sus trabajos de actores no profesionales que han dado muestra de un talento del director para sacar oro de quien no se había puesto nunca delante de una cámara. Aquí encomienda el rol principal a un actor desconocido para el público español, Dave Johns, nada menos que un comediante y monologuista del West End Londinense que se aleja de tales registros para componer un personaje que transmite tenacidad y una progresiva sensación de abatimiento ante lo que le toca vivir. Para el papel de Rachel también acudió a una actriz forjada en los circuitos teatrales londinenses y además dramaturga, Hayley Squires, en un rol de mujer luchadora por dar un espacio digno a sus hijos para vivir.
Por supuesto en el guión se encuentra la inseparable media naranja de Loach, el guionista Paul Laverty ( pareja de nuestra Iciar Bollain y cuyo estilo “loachiano” se refleja claramente en sus recientes películas), que es quien mejor sabe recoger el mensaje del director quizás por su pasado en organizaciones de derechos humanos centroamericanas. Laverty ahonda poco en el pasado de los protagonistas, siquiera un pequeño esbozo, y apuesta por su presente y su problemática actual.
En suma, un Loach más, azote de conciencias, reflejo de la realidad social, en plena forma, quizás menos impactante que sus icónicos fims de finales de los ochenta y principios de los noventa, pero cuya voz firme y combativa no caduca sino que sigue siendo necesaria. Necesitamos gente, individuos o grupos, que se indignen y protesten, ya que la mayoría no lo hacemos.
Texto: Luis Arrechea.
LO MEJOR: La emotiva escena en el banco de alimentos. El estilo de Loach, que sigue siendo efectivo.
LO PEOR: La escena del publico que vitorea el comportamiento de Blake no es muy creible y además poco efectiva.
VALORACIÓN:
Fotografía: 7
Banda Sonora: 6
Interpretaciones: 8,5.
Dirección: 7,5
Guión: 7,5
Satisfacción: 7
NOTA FINAL: 7,25