Mucho refrito y pocas ideas

Ya lo dijo el sabio rey Salomón, “No hay nada nuevo bajo el sol”. Esta afirmación, con la que podemos estar de acuerdo o no, tiene aplicación directa en muchos momentos de la historia de la humanidad y de su actividad creadora, ya sea en el ámbito técnico, científico, cultural, artístico, etc. El cine no es una excepción a una realidad tan palpable. No pretendo referirme a esa eterna discusión y/o rechazo que se produce entre los cinéfilos cada vez que un estudio anuncia el rodaje de un “remake” de alguna película famosa o taquillera en tiempos más o menos pretéritos, olvidando que grandes maestros de la historia del cine lo hicieron con resultados, en ocasiones, superiores al original, sino más bien al problema derivado de que la falta de creatividad sea suplida por un “presunto” homenaje a esta o aquella película.

Cuando las referencias cinéfilas en una producción cinematográfica no se limitan a ser un guiño, un homenaje, sino que se convierten en soluciones de guión, cuando en una película estás acordándote constantemente de otras en las que has visto situaciones sospechosamente parecida a las de la pantalla, cuando la historia o la trama se va encaminando por derroteros que ya han sido transitados con demasiada frecuencia… Bufff, entonces … ¡Tenemos un problema!

Ozzy” es la mascota de los Martins, un “beagle” juguetón al que esta familia deja en una residencia canina porque no puede acompañarles en su viaje a Japón. Pero esta residencia publicitada como un paraíso perruno esconde una realidad aterradora. Los canes a los que sus confiados dueños dejan al cuidado de expertos en realidad son transportados a una prisión de máxima seguridad donde se convierten en mano de obra barata al servicio de los turbios manejos del alcaide.

La película es el primer largometraje de animación de sus directores, Alberto Rodríguez (Por favor, no confundir con el director de “La isla mínima” o “El hombre de las mil caras”. Sólo comparten nombre y primer apellido, a Dios gracias) y Nacho La Casa. El primero tiene experiencia en el campo de la animación, ya que colaboró en 1997 en la producción de la versión animada de “El bosque animado” y en 2010 realizó en Gran Bretaña un corto, “The incredible story of my Great Grandmother Olive”, que sólo se vio en los circuitos de festivales especializados.

Su inexperiencia en el campo de la animación es demasiado evidente y lastra una película como “Ozzy”. Los films de animación, al margen de cuidar los aspectos técnicos, deben de prestar especial atención a la historia que cuentan, a sus personajes, a las situaciones planteadas, para que resulten atractivos y que no se queden en un mero dibujo de un cuento infantil. En “Ozzy”, esos elementos, historia y personajes, distan mucho de alcanzar la excelencia de recientes producciones similares del cine español como “Tadeo Jones”, “Atrapa la bandera” o “Planeta 51”. El argumento antes expuesto es de una falta de originalidad alarmante, pero lo que más llama la atención es la escasa creatividad, puesta de manifiesto en las múltiples referencias a películas de prisiones (desde “Fuga de Alcatraz” a “La milla verde”, pasando por “Cadena perpetua”) o de campos de prisioneros (“La gran evasión”, “Evasión o victoria”, etc.). Situaciones típicas de este tipo de películas se van sucediendo a lo largo del metraje, sin que el público infantil pueda asimilarlas como homenaje o guiños cinéfilos, y sin que los adultos se enganchen a una historia unidimensional, aburrida y previsible.

El guión de “Ozzy” viene firmado por Juan Ramón Ruíz de Somavía, habitual de series como “Aida” o “7 vidas”, en las que las alusiones a otras producciones cinematográficas o televisivas son una constante y se erigen en la base de las historias planteadas en cada capítulo, de ahí que no sea de extrañar la técnica de escritura cinematográfica de la que ha “tirado” el guionista.

Por otro lado la técnica de animación tampoco está a la altura de los films españoles anteriormente mencionados, y por momentos recuerda a las producciones que directamente se lanzan al mercado televisivo, sin alcanzar un mínimo de calidad que justifique su estreno en pantallas comerciales.

Los dibujos de los personajes son muy planos, sencillos, elementales, y, aún cuando trata de apelar a valores como la amistad, la lealtad, lo hace desde una perspectiva demasiado ingenua, que sólo llega al público infantil. A pesar de que es de los aspectos mejor cuidados de la película, ni siquiera el recurso de utilizar voces de actores conocidos (Dani Rovira, José Mota, Michelle Jenner, Carlos Areces, Fernando Tejero…) aporta ese “plus” que consiga interesar a los padres que acompañan a sus hijos a ver este tipo de producciones. Es más, la utilización de conocidos periodistas radiofónicos para narrar acontecimientos deportivos llega a cansar e irritar por el abuso que se hace en la película. Lo que hace años llamó la atención en películas como “Cars” no funciona, y se convierte en una gracia sin gracia.

Ozzy” es un entretenimiento para niños no muy exigentes. Los adultos acompañantes que vayan resignados.

Texto: Alberto Garrido

LO MEJOR: El intento plausible de fomentar valores como la amistad, la lealtad y la honestidad a través del comportamiento de la raza canina.

LO PEOR: La falta total de originalidad y creatividad, el recurso a tópicos en la construcción de la historia y en el diseño de personajes.

VALORACIÓN:

Fotografía/animación: 4

Banda Sonora: 5

Interpretaciones/doblaje: 5

Dirección: 3

Guión: 2

Satisfacción: 4

NOTA FINAL: 3,83