La elegancia de la perversión

La novelista británica Sarah Walters (Gales, 1966) saltó a la fama con Figersmith, tercera novela que presentó allá por el 2002 en las que la homosexualidad servía como hilo conductor a sus tramas. Dicha obra, titulada en España como Falsa Identidad (Fingersmith),es una ficción histórica desarrolla en época victoriana donde se albergan dosis de novela policíaca y una gran carga de narrativa gótica, la cual fue adaptada en 2005 por la BBC a través de dos partes que protagonizaban entre otras Elaine Cassidy, Sally Hawkins e Imelda Staunton. Catorce años después de su escritura, el virtuoso director coreano Park Chan-wook dirige y coguioniza la novela de Walters pero llevada a la Corea del Sur colonizada por los japoneses en los años 30.

Presentada en Cannes en sección oficial, vencedora del Premio del público en Sitges, catalogada por el National Board of Review como entre las 5 mejores películas de habla no inglesa del año y con los galardones de mejor película de habla no inglesa y mejor diseño de producción por la prestigiosa crítica de Los Ángeles (también para la crítica online de Boston, la sociedad de críticos de Boston, Chicago, Dallas, o la crítica online de Nueva York); ‘La doncella (The Handmaiden)‘ no deja indiferente a ningún espectador. En absoluto.

No voy a descubrir el talento del coreano Park Chan-wook para la realización de cautivadoras historias que abordan el thriller desde la perversión y la violencia pero siempre sin alejarse ni un ápice de la elegancia que con el tiempo han ido ganando sus trabajos. Es indudable que el trabajo de este concienzudo realizador surcoreano viene marcado por la trilogía de la venganza (Sympathy for Mr. Vengeance’, ‘Oldboy’ -su obra más representativa y con la que venció en Cannes- y ‘Sympathy for Lady Vengeance’), trilogía con la que obtuvo el reconocimiento de público y crítica, pero, a su pasmosa habilidad para la narración del thriller de acción y el suspense hay que añadir la clase y plasticidad en sus trabajos más recientes como ‘Stoker’ o ahora con la embriagadora ‘La doncella’. Sin cine de alta cuna al que, a pesar de eso, le cuesta en ocasiones hacerse un hueco en nuestro país.

‘La doncella (The handmaiden)’ -no confundir con la fabulosa película de mismo nombre dirigida en 1960 por el también coreano Kim Ki-young- gusta de la provocación y usa su innegable erotismo para, apoyado en una soberbia fotografía, diseño de producción y banda sonora (la melodía de Cho Young-wook rondará durante varios días la cabeza de quienes decidan invertir sabiamente 140′ de su tiempo en la película), mostrarnos una historia de engaños, voyeurismo y pasión en la corea invadida de los años treinta.

La película la podemos dividir en tres partes diferenciadas. Una primera donde se ponen sobre la mesa las cartas, marcadas eso sí, de lo que va a suponer un juego de trileros. Un estafador coreano, experto en la falsificación de obras se hará pasar por un conde japonés (Chan-wook deja muy patente la relevancia de las clases en la corea invadida) para enamorar a una adinerada y atractiva mujer, Hideko (interpretada por la elegante Kim Min-hee a quién hemos visto recientemente en la estupenda ‘Ahora sí, antes no’ de Hong Sang-soo), quien vive recluida en su hogar bajo el yugo de su extraño tío viudo. Para obrar dicha treta, el falso conde Fujiwara se las ingenia para tener una importante colaboradora dentro de la mansión de Hideko: la doncella Sookee (una joven y guapa Kim Tae-ri). Ella, aprendiz del conde,tiene la misión de mientras ejerce como doncella hablar bien del susodicho a Hideko, provocando así el interés y el amor por este y acercando así la fortuna de la joven adinerada a Fujiwara.

Sin querer desvelar las argucias narrativas que el guion de Park Chan-wook y Jung Seo-kyung tienen reservadas a los espectadores sí que diré que la segunda parte es en la que se dan a conocer los personajes y sus intenciones gracias a los flashbacks que se nos presenta de alguno de ellos, dejando así para la tercera parte el desenlace de esta sorprendente historia en la que tienen cabida los oscuros objetos de deseo de cada personaje.

El film atrapa desde sus primeras escenas poseyendo una cuidada mezcla entre atracción, ironía, elegancia y perversión. El cuidado de cada plano es milimétrico y desde la butaca se puede casi percibir el aroma de los árboles, las pinturas al óleo que una de las protagonistas pone en práctica, el calor corpóreo de las sensuales escenas de cama, la esencia de los pétalos de rosa de la bañera de Hideko…Una composición de planos preciosistas y el gran trabajo de la pareja protagonista ( Kim Min-hee y Kim Tae-ri) ponen de manifiesto la magnífica historia que tenemos delante de nosotros. Un film imperdible que no ha sido seleccionado por la academia de cine de Corea del Sur para representarles en los Oscars (una metedura de pata muy común en un país que sorprendentemente -dada la calidad de su cine- no posee ningún Oscar todavía) y que sin embargo hubiera tenido muchas opciones de alzarse con el prestigiosos premio.

Texto: Alfonso Asín.

Lo mejor: El dominio de Park Chan-wook para narrar historias provocativas provocando tanto interés en su fondo y forma. La música y fotografía.

Lo peor: Casi nada, quizás que se pueda prever el desenlace a medida que avanza.

Valoración:

Fotografía: 10

Banda sonora: 9,25

Interpretación: 8,5

Dirección: 9

Guión: 7,5

Satisfacción: 9

Nota Final: 8,9