'El instante más oscuro': Su mejor hora

En 1919 el periodista John Reed, cuya vida fue llevada al cine por Warren Beatty en “Rojos”, obteniendo por ella el Oscar a la Mejor Dirección, escribió una crónica de la Revolución Rusa de Octubre de 1917, que tituló con gran acierto “10 días que sacudieron al mundo”. Sin ánimo de querer comparar la importancia de aquel período de tiempo, así como de sus consecuencias posteriores en la historia geopolítica y en los movimientos sociales, no es aventurado afirmar que las poco más de tres semanas que transcurrieron entre el 10 de mayo y el 2 de junio de 1940 tuvieron una gran trascendencia en el devenir de la Segunda Guerra Mundial, y por extensión en la lucha del mundo libre contra el régimen de la Alemania nazi.

En ese día Neville Chamberlain, el Primer Ministro británico que con los Acuerdos de Munich de 1938 había pactado con Hitler una paz tan ficticia como endeble, se vio obligado a dimitir, y el rey Jorge VI encargó a Winston Churchill la formación de un gobierno que plantase cara al dictador alemán. El veterano estadista de 65 años, alcanzó lo que parecía, por entonces, la cima de su carrera política, aunque no lo tuvo nada fácil, pues además de combatir al enemigo exterior tuvo que enfrentarse a destacados miembros de su propio partido como Lord Halifax, que veían en una paz negociada con Alemania la única salida a una angustiosa situación, con el riesgo de invasión de las islas Británicas. Esas semanas que transcurrieron entre su nombramiento como jefe del gobierno y la retirada de las tropas expedicionarias de las playas de Dunkerque constituyen el eje alrededor del que gira la trama de “El instante más oscuro”, la última película del realizador inglés, Joe Wright. No se trata por tanto de una biografía del célebre político inglés, sino más bien el relato de unos hechos que tuvieron en jaque a la sociedad británica y que fueron decisivos en el transcurso de la guerra en Europa. En este sentido el planteamiento del director de “Orgullo y prejuicio” (2005) es similar al de un film tan reciente como “Churchill” de Jonathan Teplitzky, estrenada el pasado año, que se centraba en los días previos al desembarco de Normandía, limitándose a contar un pasaje concreto de la trayectoria política del más famoso inquilino del número 10 de Downing street, si bien con mejores resultados en el caso de esta nueva recreación del personaje. Recoger toda la agitada peripecia vital de Winston Churchill en una película se antoja poco menos que “misión imposible”, quedando pendiente este desafío para una serie de televisión. Pero, aún tratándose de un breve lapso de tiempo, “El instante más oscuro”, consigue acercarnos a la fascinante personalidad de un personaje, que, como consecuencia de una excesiva exposición pública, ha sido reverenciado e idolatrado de manera superficial, pero sin un conocimiento riguroso del político en su dimensión humana. El magnífico guión firmado por Anthony McCarten (“La teoría del todo”) muestra a un hombre real, con sus dudas, sus manías, vehemente y en ocasiones malhumorado, pero en el que destaca una férrea voluntad de liderar la lucha contra el dictador nazi. No resulta tan grotesco como nos lo mostraba Teplitzky en algunas escenas de su película, pero tampoco es ese héroe unidimensional con el que la mayoría de los británicos suelen identificarlo. Para describir a esta personalidad tan célebre, McCarten establece cuatro niveles en la forma de relacionarse de Churchill con sus semejantes: se muestra respetuoso con el rey Jorge VI, astuto y sibilino con sus correligionarios y adversarios políticos, gruñón y condescendiente con su familia o el personal a su cargo, y comprensivo y afectuoso con los ciudadanos londinenses.

Esos cuatro niveles se corresponden con los distintos rostros que muestra Gary Oldman en su genial interpretación como Winston Churchill. El actor inglés es pieza clave en el resultado final de la película, transmitiendo a la perfección la esencia de la persona y del personaje. Ayudado por un gran trabajo de maquillaje de Kazuhiro Tsuji (“El curioso caso de Benjamin Button”) Oldman consigue que al minuto de verle en la pantalla te olvides de que estás viendo a una persona disfrazada y maquillada como el estadista británico y asistas al espectáculo de un Winston Churchill redivivo. No se trata de una imitación del personaje, ya que el mismo actor al que vimos y creímos como Sid Vicious o Lee Harvey Oswald, se transforma en el único Primer Ministro ganador de un Premio Nobel de Literatura. Por cierto, si es recomendable siempre intentar ver todas las películas en su versión original, en este caso es absolutamente necesario. El doblaje al castellano del actor nos priva de la mitad de su estupendo trabajo interpretativo. Junto a Oldman, destacan Kristin Scott Thomas como Clemmie, la esposa de Churchill, Lily James interpretando a Elizabeth Layton, una mecanógrafa que acabaría siendo su secretaria personal, o Ben Mendelsohn, como Jorge VI y Stephen Dillane, dando vida a Lord Halifax.

Joe Wright es un director que, bajo una apariencia clásica, lleva a cabo apuestas formales arriesgadas, como ya hiciera con el plano secuencia con el que abría “Expiación” (2007) o el travelling circular por la playa de Dunkerque en la misma película. En “El instante más oscuro” esos movimientos de la cámara que describen profundos picados como bombas arrojadas desde un avión reflejan el vértigo de un viejo político que cuando parece que debería estar pensando en la jubilación se sube a la montaña rusa en la que se convierte gobernar un país que tiene que hacer la guerra en solitario contra la Alemania nazi. En este sentido la escena en la que Churchill telefonea al presidente Roosevelt (David Strathairn en la versión original) para pedirle embarcaciones con los que poder evacuar a los soldados de Dunkerque, es muy descriptiva de la soledad de un gobernante. Wright utiliza también los trayectos del protagonista en coche por Londres para, con unos travelling al ralentí mostrarnos como el estado de ánimo de Churchill se ve afectado por el dramatismo de los momentos que están pasando los habitantes de Londres.

El trabajo del operador de fotografía Bruno Delbonnel (“Amelie”, “A propósito de Llewyn Davis”, etc) está entre lo mejor del año. La oscuridad del título parece impregnar la película no sólo en aquellas escenas que transcurren en subterráneos, pasadizos, en el metro o en los famosos “Cabinet War Rooms”, sino que destaca sobremanera en los planos de la Cámara de los Comunes, iluminados como Caravaggio lo hacía en sus obras con el claroscuro. La luz entra por los ventanales superiores y parece que sólo se proyecta sobre los rostros de los políticos discutiendo y las órdenes que agitan en sus manos a modo de pañuelos.

Además de la aportación técnica de la fotografía, la música de Dario Marianelli se adapta perfectamente a la trama tejida por el director inglés, acentuando de manera imperceptible el dramatismo de la historia o glorificando la épica de los discursos de Churchill en el Parlamento.

Volviendo a ese paralelismo que Wright traza entre el estado de ánimo del pueblo inglés y el de su dirigente, el momento oscuro al que hace referencia el título tiene un doble significado. Por una parte el que viven el Primer Ministro y los británicos, que se retroalimentan en su sufrimiento, y por otra parte el que se relaciona con el título original de “Su mejor historia”, que es “Their finest” y que a su vez está directamente extraído de uno de los discursos que dio Winston Churchill en ese mes de junio de 1940: “Preparémonos para nuestros deberes y no dudemos de que si el Imperio Británico dura unos mil años, los hombres del futuro dirán: aquélla fue su mejor hora (their finest hour)”

El instante más oscuro” es el complemento perfecto a dos películas que pudimos ver el pasado año, “Dunkerque” y “Su mejor historia”, para tener una visión de 360 grados de un hecho histórico relevante. Mientras que la primera aportaba el punto de vista de las tropas atrapadas en la playa de Dunkerque y la segunda mostraba cómo vivió la población civil el mismo suceso, así como su utilización propagandística, la película de Wright y Oldman destripa el entresijo político de una decisión que supuso un alto coste en vidas humanas pero también el comienzo de la victoria final.

Texto: Alberto Garrido.

Lo mejor: Gary Oldman. Tiene medio Oscar en su mano. La espléndida fotografía también debería optar a ese premio.

Lo peor: Aunque es conocida la tendencia de Churchill a buscar el contacto con el pueblo británico en lugares públicos la escena del metro “chirría” un poco.

VALORACIÓN:

Fotografía: 9

Banda sonora: 8

Interpretación: 9

Guión: 8

Dirección: 8

Satisfacción: 9

NOTA FINAL: 8,5