Para su retorno a la dirección, Dan Gilroy, tras su magnífica Ópera prima, “Nightcrawler”, ha contado con un primera espada de Hollywood, ni más ni menos que el gran Denzel Washington, y lo sitúa en un género, el jurídico, en el que muchos antes han brillado; y Mr. Washington brilla, y de que manera, pero la película no raya a la misma altura, y nos queda un poso de frustración al acabar de verla, ya que quizás con algo menos de deriva, y focalizándose más en alguno de los temas que trata, estaríamos ante un título mayúsculo. Veremos lo que nos depara Gilroy en su próxima película, que verá la luz a través de Netflix este 2018, y para la que cuenta de nuevo con la pareja de su primera obra, Jake Gyllenhaal y Rene Russo; acompañados de John Malkovich, en Velvet Buzzsaw, un thriller sobre el mundo del arte y los coleccionistas.

El guión nos presenta a Roman J. Israel, Esq. (Esquire, es el nombre con el que se conocía al noble que servía al caballero, además de ser el título que se pone a los abogados en USA tras el nombre), el hombre a la sombra de un despacho de abogados que, dirigido por su amigo de toda la vida, William Jackson, se han encargado de velar por los derechos de los menos afortunados, llevando casos pro-bono, y tratando de hacer una justicia utópica, basada en unos fuertes ideales de igualdad racial, de derechos sociales… El argumento se empieza a complicar cuando Jackson cae enfermo y los acontecimientos hacen que Roman tenga que salir a la lucha al primer plano. Las decisiones que tendrá que tomar al verse en medio de la “lucha real” y no en su rol de escudero, en el cual tiene su umbral de tranquilidad, harán temblar los pilares morales en los que se cimienta su vida.

Denzel Washington realiza un ejercicio perfecto de actuación, con una transformación física notable, en un personaje escrito muy bien por Gilroy, al que dota de una carga moral enorme, y que está consumido de dentro hacia fuera por las luchas que ha querido batallar con el mundo y la justicia, pero que no se ha atrevido a llevar a cabo, mientras que su amigo y mentor ha llevado todo el peso del despacho. Esas batallas que no exterioriza Roman, le provocan muchas luchas internas, y que tenga un carácter poco sociable. Es un tipo privilegiado intelectualmente, pero con un interior sumamente complejo, y eso es lo mejor de Denzel Washington, que profundiza tanto en ese mundo interior de Roman, que logra que nos metamos en su piel, haciendo de Roman un personaje entrañable, y difícil de olvidar.

En todo esto, y como consecuencia de la ausencia de su amigo, aparece en acción Colin Farrell, interpretando a George Pierce, un tiburón de la escena jurídica de Los Angeles, que tenía relaciones profesionales con Jackson, y al que este le dio clase en la Universidad de Derecho. Farrell está muy bien como secundario en la película, y tiene un papel nada fácil que va ganando peso específico con el paso de los minutos; la verdad es que Colin Farrell lleva ya unos años entregando actuaciones muy notables, sin pensar mucho se me ocurren; El sacrificio de un ciervo sagrado, La seducción, Langosta, True Detective…

El guión parte de una premisa muy interesante, y jurídicamente plausible, ya que traslada todas esas complejidades de Roman a dos potenciales grandes casos, uno en el que Roman pretende ser Demandante, Demandado y Defensor, y una gran causa jurídica en la que pretende involucrar a miles de demandantes contra el sistema judicial americano, al considerar que el sistema está tan inundado de casos, que los fiscales, abogados y magistrados prefieren siempre alcanzar acuerdos rápidos, con el simple objetivo de tener más casos resueltos, más porcentaje de victorias, y al final de todo, más dinero en la cuenta corriente; en lugar de intentar impartir justicia y que cada caso tenga un juicio. Aquí es donde la crítica social podía haber tenido mucha más carga, pero se queda en un segundo plano, y pierde la ocasión de haber llevado al film mucho más alto.

La dirección y el montaje son notables, aunque el problema que le encuentro es que hay tanto de lo que quiere hablar en el guión, que hace que se pierda la línea del mismo, aunque al final lo cierra de manera plausible. Durante toda la película la inquietante banda sonora de James Newton Howard se mezcla con una selección de temazos de la Motown, encabezados por la magnífica Keep on Truckin de Eddie Kendricks, y con un tema sensacional en los títulos finales, el I´ll be around de The Spinners; sin olvidarnos de temas que Roman va escuchando con sus cascos durante toda la película, y que son un perfecto repaso a su música: Marvin Gaye, The Chambers Brothers, Funkadelic y muchos más.

Texto: José Miguel Merino.

LO MEJOR: DENZEL, que pese a no rayar a la altura de sus mejores interpretaciones, nos entrega un personaje difícil de olvidar. Algunos diálogos y frases son simplemente magníficos.

LO PEOR: Que la película no aguanta el tirón de Washington, y se queda un tanto vacía entre tanto contenido interesante pero poco desarrollado.

VALORACIÓN:

Banda sonora: 7,5

Fotografía: 6

Interpretación: 8,5

Guión: 6

Dirección: 6

Satisfacción: 6,5

NOTA FINAL : 6,75

https://www.youtube.com/watch?v=kWu2D_-O4mg

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