«Cafarnaúm»: Las vidas que al poder no interesan

Esta semana se estrena en España ‘Cafarnaúm’, la última película de la destacada realizadora y actriz libanesa Nadine Labaki, quien tras ‘Caramel’ (2007) e ‘¿y ahora a dónde vamos? (2011) realiza un giro en su carrera a tenor de la tipología y temática de sus films. Una película que ha logrado múltiples nominaciones a los premios más prestigiosos –incluidos los Oscar– además de obtener el Premio del Público en el pasado Festival de Cannes. Una propuesta que refleja de base la realidad de un arte –el séptimo– que no sólo sirve únicamente para entretener –como algunos piensan equiparándolo con la distracción de un paseo como mero pasatiempo– sino como vehículo que refleja la inquietud de sus gentes, de la sociedad, en torno a los problemas que acucian al mundo, a la población y por lo tanto debería de inquietar a sus dirigentes ocupados en ocupar sillas y en postureos que enaltecen otros sentimientos.

Nadine Labaki ha puesto un especial empeño en contar esta historia sobre miseria infantil e inmigración en la Beirut actual, una especie de Cafarnaúm* del nuevo testamento, película que ha tardado tres años en gestarse, más de seis meses en filmarse y que ha producido más de quinientas horas de material. Un film que ha provocado también reacciones contrarias entorno a la utilización de los niños, la música o la miseria y de las que se defiende aseverando sin ningún miedo que “Hay miles y miles de niños, no ya en su posición, incluso peor. Lo que se ve en la película, el maltrato, la negligencia, el abuso… está más allá de lo imaginable. Hay miles de niños que no tienen infancia en su mirada, que no tienen ninguna emoción en su comportamiento. Niños que no lloran, no bailan, no juegan. Les das un juguete y ni lo tocan. Están privados de cualquier reacción humana normal. No sé si somos conscientes de la enormidad del problema”.

Zaín con su hermana en una secuencia de la película.

Y es que Labaki está realmente concienciada entorno al problema de la infancia robada a cientos de miles de niños, refugiados, migrantes de zonas completamente desfavorecidas a los que no se les permite la vida más básica y que, queramos o no, se convertirán en adultos cargados de odio hacia esa injusta situación y la inane reacción del primer mundo, más pendiente de poner barreras y muros que de realmente ayudar a personas y -sobre todo- niños a los que se les ha robado cualquier derecho y para los que vivir se ha convertido en la mayor pesadilla posible. De ahí el poderoso inicio con el que comienza ‘Cafarnaúm’, un juicio –la sociedad- en el que el joven Zian (inolvidable interpretación del joven Zian Al Rafeea, refugiado sirio real actualmente residente en Noruega) acusa y enjuicia a sus padres por “haberle dado la vida”. Frase categórica que debería pesar como una losa en la conciencia de todos y cada uno pero especialmente de quienes realmente tienen poder para cambiar las cosas.

La película nos habla de las peripecias y penurias de un niño de aproximadamente doce años, Zian, en un entorno belicoso, como el que sufren muchos inmigrantes en el Líbano de hoy (ya saben, con cientos de km. fronterizos con Siria), de cómo se ve obligado a delinquir para colaborar con una familia en la que sus padres están más preocupados de no ser descubiertos por la policía local que de preocuparse por educar a unos niños utilizados bajo un contexto infernal. Sin querer entrar a contar muchos detalles de la película para que sean ustedes quienes lo hagan en los cines, sí diré que la película me ha impactado sobreramente. Ha sido como un auténtico puñetazo de realidad para romper la burbuja de privilegios básicos que poseemos como alienables pero que son oro molido si nos movemos muchos cientos de kilómetros a nuestra derecha. Una película que golpea la sociedad acomodada y que critica las políticas de quienes no quieres abrir los ojos entorno al problema o más bien lo quieren barrer para otro sitio sin importar una p___a mierda. Vidas que al poder no interesan lo más mínimo.

Zaín con el niño al que tendrá que cuidar.

Me maravilla especialmente la capacidad de Labaki para ubicar la cámara e incluso para dotar de belleza fotográfica y narrativa una realidad tan oscura, injusta y dramática. Soy consciente también de que la directora se ha visto más de una vez obligada a modificar el mensaje originario del film para ablandar situaciones o secuencias. A pesar de ello el mensaje cala, impacta y supone un baño de realidad entorno a una sociedad que provoca que proliferen personas sin escrúpulos que trafican con personas, órganos, bebés, pasaportes o armas gracias a situaciones como la actual de Siria y sus refugiados.

Destaca durante el visionado la fotografía de exteriores e interiores, la poesía sobre el melodrama con la que se impregnan muchos de sus planos (culpa del director de fotografía Christopher Aoun), también la música de Khaled Mouzanar que nos acompañará durante la odisea que sufren Zain, Rahil o el pequeño Yonas; pero sobre todo la descarnada interpretación del fotogénico Zain Al Rafeea o la también notable de Yordanos Shiferaw.

Sin duda ‘Cafarnaúm’ se ha hecho hueco en mi memoria cinéfila reciente y tiene visos de establecerse con facilidad en la memoria a largo plazo, aquella entorno a la cual se ha jugado en películas de animación (‘Buscando a Nemo’, ‘Buscando a Dori’ o ‘Del revés’) que han disfrutado millones de niños que, como los nuestros, sí disfrutan de una vida cómoda y privilegiada.

Por toda esta gente, por todos estos niños, sumérjanse en ‘Cafarnaúm’.

*Pequeña población pesquera ubicada en Galilea y a orillas del lago Tiberíades que cobra especial importancia a raíz de su aparición en el Nuevo Testamento por ser el lugar donde Jesucristo propagó su mensaje.

TEXTO: Alfonso Asín.

LO MEJOR: La narración portentosa del infierno en vida. El emotivo guión y la portentosa interpretación de Zain Al Rafeea.

LO PEOR: Que pueda dejar sensación en alguno de forzada o exagerada.

VALORACIÓN:

Fotografía: 8

Banda sonora: 7,5

Interpretaciones: 9

Dirección: 9

Guión: 9

Satisfacción: 9

NOTA FINAL: 8,6