«Taxi a Gibraltar»: Oro en barras

Con ocasión de hacerme cargo de este titulo que ha inaugurado fuera de concurso la sección oficial del Festival de Cine de Málaga, me voy a permitir reflexionar un tanto sobre la importancia del guión en el proceso creativo de una película. No tanto del hecho de tener una buena idea, pienso que cualquier argumento es susceptible de convertirse en una gran historia. Si no como desarrollar ese material, dar empaque a los personajes, de manera que cada escena tenga valor en el conjunto y no sea un mero peaje para llegar a un final.

Y tomo como ejemplo el clásico de Elia Kazan “La ley del silencio”, que el equipo de habladecine hemos revisado esta semana para nuestro podcast. Un film sobre estibadores y la mafia que controla el trabajo en los puertos neoyorquinos. Dejando aparte que no creo que ningún productor afrontase una historia así hoy en día, salvo que apareciese algún héroe de Marvel por enmedio, lo prodigioso del guion es la manera en que da forma a los personajes. Empezando por los secundarios, todos tienen su “secuencia” en la que con unas frases y unos gestos nos hacemos a la idea de su personalidad, poder, fuerza. El mafioso encarnado por Lee J. Cobb marca territorio lanzando miradas y recibiendo asentimientos, poniendo la mano sobre la espalda, o repartiendo bofetadas, todo en una secuencia, dejando claro su status. El sacerdote católico encarnado por Karl Malden tiene dos momentos, destacando aquel en el que se encara a los mafiosos aguantando sus amenazas y siendo elevado a los altares en un montacargas. Y los protagonistas, Brando y Eva Marie Saint, que como protagonistas de la función, van evolucionando, sobre todo el actor del método, que pasa de su posición inocente, simplista y egoísta, al compromiso por amor a su chica y a su entorno.

Y todo esto viene porque en mi opinión, hoy en día las historias se hilvanan con alfileres. Se piensa en el punto de partida, se centra la atención en los personajes principales y se obvia a los secundarios, la anécdota no se desarrolla ni se profundiza en las razones de proceder de los personajes, y al final tenemos un batiburrillo de escenas que no conforman un todo.

Y volviendo a la actualidad, Taxi a Gibraltar nos cuenta la historia de tres personajes que se embarcan en una absurda aventura que tiene su destino en el peñón de Gibraltar. Un taxista malhumorado aquejado por los conflictos laborales, económicos y personales que está apunto de ser padre; un argentino recién salido de la cárcel que miente más que habla y una joven que escapa de la opresión de un pueblo donde no eres nadie si no estas casada y de un futuro matrimonio sin amor.

A pesar de que hablando de un peliculón como La ley del silencio podría parecer que voy a poner a caldo a esta película que se encuentra en las antípodas de aquella, en realidad lo voy a hacer de manera ligera y amable, como creo que es la pretensión de sus creadores. Lo principal es que se trata de una comedia superficial, donde prima el disparate sobre la profundidad. Avanza a trompicones y la veracidad de lo que se relata brilla pos su ausencia, sobre todo en la media hora final. Es cierto que tiene referencias a temas actuales y candentes como la crisis de los taxistas y el transporte privado, las hipotecas en yenes, el Brexit… pero todo se nombra de pasada, como para mostrar que se está a cabo de la calle.

Al final la película tiene un esquema de road movie de aventuras. Como siempre lo importante es el camino y lo que se fragua en el recorrido. Tenemos un personaje en permanente cabreo que se refleja en su desaliñado aspecto físico, donde parece que la electricidad sale por las puntas de cada uno de sus cabellos. Un desgraciado que sale de chirona cuyo máximo tesoro es su traje y su reloj falso, que tira del tópico de argentino que embauca y miente, que psicoanaliza, que seduce, que no para de callar. Y una palurda que huye de un entorno de esos que aún existen donde si no te has casado a los 30 eres una solterona que te has quedado para vestir santos. Hay un momento de confesión entre ellos para acercar posturas y demostrar que los tres se encuentran en tierra de nadie, pero es leve y superficial y enseguida pasamos a otra cosa, que es la acción, la broma.

La media hora final, que se desarrolla en el peñón, es para no planteársela con mucha seriedad. Los guionistas Alejo Flah y Fernando Navarro, meten en turbo y resuelven la trama a cámara raṕida. Pasan de dar explicaciones, de por que suceden las cosas, todo se resuelve, las dimensiones del peñón se reducen a las de el sótano de un edificio, los protagonistas encuentran su objetivo en un pis pas…como digo mejor no profundizar. Todo al servicio de un humor de caída, que no de slapstick, y con un tono “chiquitesco” como lo demuestran la pareja de guardias gibraltañeros, en un demasiado explotado gag sobre el spanglish.

Y que redime este titulo tan superficial y anodino? Para mí el trabajo de sus actores. El bueno de Dani Rovira se mete a saco en la piel de este pobre currante agobiado por la presión social y defiende con dignidad un papel árido porque abandona sus chascarrillos habituales. Joaquín Furriel también esta esplendido en su “tópico” papel de argentino embaucador, pero le transmite encanto y patetismo. La que sale peor parada del trío es Ingrid García-Johnson , en un papel demasiado histriónico, un tanto irritante, y poco desarrollado, que finalmente acaba aparcado en el devenir de la historia. Me quedo con el descubrimiento de la excelente María Hervás, una actriz madrileña que encarna a la mujer del taxista y que proporciona momentos de humor y ternura en sus escasas intervenciones. Y una actriz secundaria a reivindicar, Mona Martínez,acostumbrado a verla en personajes un tanto desagradables pero cada vez más presente en nuestras pantallas, aquí encarnando a una agregada del gobierno gibraltareño y a la que hemos visto en El reino o series como Vota a Juan o Vis a Vis.

El director argentino Alejo Flah, que destacó hace 5 años con “Sexo Fácil, Películas Tristes”, se aleja del tono de aquella en esta comedia física con pocas pretensiones, leve desarrollo, poco trabajada, pero entretenida por su ajustada duración y el trabajo de sus actores. Un film que no pasará a la historia del cine, que nos hace añorar los tiempos en los que los guionistas se curraban las historias, quizás menospreciando a un espectador del que se piensa que se solo se queda con el chiste y pasa de la psicología de los personajes.

TEXTO: Luis Arrechea.

LO MEJOR: Que no es el desastre que vaticinaba sobre todo por los actores.

LO PEOR: Todo se soluciona por arte de birlibirloque. Y ese taxi que renace constantemente de sus cenizas como el Ave Fenix.

VALORACIÓN:

Fotografía: 6

Banda Sonora: 6

Interpretaciones : 7

Dirección: 5

Guión: 4

Satisfacción: 5

NOTA FINAL: 5,5