«Hasta siempre hijo mío»: Un drama caleidoscópico

Supongo que quien más y quien menos ha experimentado alguna vez esa maravillosa sensación de, tras haber conocido a alguien nuevo y con quien encajas a las mil maravillas, sentir casi enfado cegado por el éxtasis por no haberla conocido antes, hasta ese preciso momento: ‘¿dónde has estado todo este tiempo?’, ‘¿cómo no nos hemos conocido antes?’… Pues bien, algo parecido me ha parecido tras dejarme atrapar por la amargura y el contenido dramatismo de una historia narrada a través de los años, de las décadas, gracias a una pasmosa capacidad para contar, transmitir y hacer sentir. Me estoy refiriendo a ‘Hasta siempre, hijo mío’ y sobre todo a su director chino Wang Xiaoshuai. ¡Xiaoshuai! ¿Por qué no sabía de ti hasta ahora mismo?

Bueno. Es cierto que en el arte en general y el arte cinematográfico en particular, tenemos la suerte de poder retroceder en el tiempo para disfrutar de dieciséis años de carrera en una semana. Podemos buscar los DVD’s o acudir a las plataformas que nos invaden hoy día para disfrutar de, si no todas, muchas de las películas de tan notable director.

No obstante, no hay mejor manera que conocer a alguien a través de su obra cumbre. De su aparente cenit artístico. En este caso de la película que días atrás llegó a las salas de toda España y que ha supuesto un auténtico descubrimiento: ‘Hasta siempre, hijo mío’.

El film se muestra como un caleidoscopio. Como un puzle lleno de crudeza listo para ser montado por el espectador con el paso de los minutos. 175 minutos exactamente en los que a través de planos pausados pero llenos de detalles, veremos y conoceremos la odisea de un matrimonio y su hijo desde la China de finales de los setenta, encerrada en un sistema político opresivo y que impedía a las familias tener más de 1 hijo. Un elemento este clave en la narración, en el drama y la denuncia sobre la que se articulan –en diversos momentos- todas las situaciones.

 

El film focaliza sobremanera en la historia de un matrimonio, el compuesto por los actores premiados en Berlín Jingchun Wang y Mei Yong, es decir Yaojun y Liyun, quienes afrontan con crudeza una situación límite a través de los años en la China de finales de los 70 y a través de todos los cambios políticos y sociales que se han vivido en estos 40 años. Un film que recorre, y no precisamente de manera temporalmente lineal –aquí radica gran parte del éxito del film para unos, y el problema para otros- sino que nos presenta momentos de sus vidas en muchos momentos desordenados, sí, pero con un sentido claro de jugar con el espectador y de no revelar todas las cartas en los primeros minutos. Aunque no solo el film de Xiaoshuai habla de Yaojun y Liyun, también resulta un film con toques corales al contarnos dentro de esos casi 180 minutos las relaciones con otro matrimonio y sus devenires personales en ese contexto socio-político.

En todo momento la película ofrece una sensación de realismo, de minuciosidad, de emoción contenida dentro de una cultura muy diferente a la europea en su concepto básico, pero sin embargo tan susceptible de sufrir los mismos desvanes de la vida. Una película con un retrato amargo, que se fundamente en la capacidad del director para contar con lo que muestra, con pequeños detalles, pero siempre apoyado en un reparto actoral que brilla con entidad propia. Todas las patas del banco funcionan a las mil maravillas y hacen de la película un crisol alejado del cine habitual pero absolutamente necesario para comprender otras formas de vivir la vida y entender la existencia.

Prácticamente una obra maestra.

www.habladecine.com 

LO MEJOR: Dirección, guión, montaje, actores…casi todo.

LO PEOR: Algún instante puede recortarse del largo metraje sin verse mermado su mensaje ni su historia.

VALORACIÓN:

Banda sonora: 8,5

Fotografía: 8

Dirección: 9

Guión: 9

Interpretación: 9,5

Satisfacción: 9

NOTA FINAL: 8,8