«Retrato de una mujer en llamas»: ¿En qué cielo ardió el fuego de tus ojos?

Pocas veces a lo largo del año uno sale completamente prendado de lo que acaba de contemplar. Pocas veces son las que el corazón se estremece gracias a las habilidades del director en contar la historia que quiere mostrarnos. Pocas veces se logra que el vello de ponga de punta o que las lágrimas peleen por no brotar de los ojos. Pocas veces la emoción es tal. Pocas veces aplaudo. Pocas veces.

Perdónenme que me ponga demasiado poético quizás, pero son las sensaciones y emociones que me han evocado el visionado del film. Lo que emite con sus matices esta película y que me han hecho recordar una frase de los poemas de William Blake* “En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos”. Un referente británico coetáneo al momento histórico del film que además desarrollo un estilo basado en una postura social: Blake aborrecía la esclavitud y creía en la igualdad de géneros y razas –leit motiv que esgrime Sciamma en su comprometido cine–. No en vano en varios de sus poemas y pinturas se expresa una noción de humanidad universal que muchos tendrían que revisar. Blake conservó un interés activo por los acontecimientos sociales y políticos durante toda su vida, aunque a menudo se vio forzado a disimular el idealismo social y transformar las declaraciones políticas en alegorías místicas. Blake rechazó toda forma de autoridad impuesta. Sciamma toda forma de autoridad impuesta.

Retrato de una mujer en llamas’ es la cuarta película dirigida por Céline Sciamma tras ‘Lirios de agua’, ‘Tomboy’ y ‘Girlhood’; todas ellas estupendas y con una seña de identidad muy marcado en su cine: cine autoral e intimista, reposado sin excesivas florituras estéticas, austero pero con un tono poético en su discurso. Un discurso donde se potencia la figura de la mujer, la identidad sexual y sus relaciones (fundamentalmente homosexuales), así como el paso de la adolescencia a la edad adulta. Al menos hasta la fecha, porque en ‘Retrato de una mujer en llamas’ no solo nos regala su mejor película hasta la fecha sino que nos muestra un modelo más adulto hasta la fecha, eso sí sin abandonar del todo esa bella juventud.

El film trata sobre la relación que se establece entre Marianne (Noémie Merlant), una prometedora pintora de finales del S.XVIII, con Héloïse (Adéle Haenel), la hija próxima a casarse de una mujer burguesa en horas bajas (Valeria Golino), cuando la primera es contratada para pintar a la segunda sin que esta última lo sepa. Una mujer libre y autónoma frente a una mujer encerrada en vida, captura por un estilo de vida pasado el cual, tras abandonar los hábitos, le lastraba a un matrimonio de (in)conveniencia.

La narración posee un estilo portentoso. Sciamma imprime un ritmo pausado, casi demasiado lento por momentos, pero en los que sin embargo se va cultivando la relación entre las protagonistas. Miradas, paseos, conversaciones de alcoba, incluyendo también otros asuntos en torno a la figura femenina que focaliza el tercer elemento humano en importancia del film (Luàna Bajrami), la criada de la señora. Para contarnos esta historia, Sciamma utiliza paisajes bellísimos de la costa francesa a través de un uso de colores básicos -en exteriores- y de una oscuridad de interiores únicamente ultrajada por la llama de la vela o de la chimenea. Todo muy sutil, muy emotivo, muy bello.

El guión está trabajado al detalle. En él se perfila cada situación, cada postura, cada conversación, cada ubicación, cada fotografía. Todo al servicio de una relación, una amistad, un romance. Un guión milimétrico que realza su historia y que no hace sino brillar en su conjunto, y que además no hace sino confirmar lo adecuado de la decisión del jurado de Cannes que lo premió con todo merecimiento.

Si algo tiene relevancia en esta historia íntima es el fuego, metáfora sobre las emociones y el fervor amoroso que sufrirán dentro de un contexto que lo prohibía y lo hacía imposible. Un fuego presente en la intimidad de la mansión y que será básico en el devenir de los acontecimientos. Pero también el film está plagado de referencias literarias, pictóricas e incluso mitológicas (todo aquello de Eurídice y Orfeo) que en profundo análisis provocan el aplauso y el reconocimiento a un trabajo complejo.

La película posee una belleza casi inigualable y destaca por el poco uso musical. Sciamma ha querido rehuir del subrayado musical en su historia para mostrarla virgen, en su concepto más básico y homogéneo. Un estilo que comulga con la base austera (voluntaria) del propio género como lo hicieron otros grandes maestros en películas que ya forman parte de la historia como ‘Amor’ (2012) de Michael Haneke, ‘Tarde de perros’ (1975) de Sidney Lumet o ‘Los pájaros’ (1963) de Alfred Hitchcock. Realzar eso sí y con el claro motivo de enfatizar los dos momentos en los que sí existen música: Un momento clave a mitad del film con una tema coral cantado a capela por varias mujeres del pueblo –momento este que sirve de catarsis para una de las protagonistas– y el instante más poderoso del film, esa secuencia final a modo de epílogo que Sciamma nos regala con un largo primer plano sostenido de uno de los personajes mientras escuchamos a Vivaldi y sus Cuatro estaciones. Emocionante e inolvidable instante el que nos regalan directora y actriz.

La película es Noémie Merlant y Adéle Haenel. Adéle Haenel y Noémie Merlant. Póngalas en el orden que quiera. Yo particularmente tengo mi favorita, pero en un momento de debilidad podría ensalzar casi de igual manera lo contrario. Ambas deslizan en pantalla un trabajo repleto de contención, sutileza, de gestualización en la sombra, de lenguaje corporal, miradas furtivas y robadas. Un volcán en erupción cargado de poesía que rebela la gran hondura del drama que lleva del amor al dolor con total emotividad. ¿Que me decida finalmente por una de ellas…? Lo entenderán cuando vean el plano final. ESE PLANO FINAL.

En definitiva, una de las películas de este año. Un año que por otra parte nos está regalando varias joyas de alto nivel. No lo duden y acudan a dejarse llevar por esta preciosa historia en ‘Retrato de una mujer en llamas’.

*William Blake (Londres, 28 de noviembre de 1757—ibídem, 12 de agosto de 1827) fue un poeta, pintor y grabador británico. Aunque permaneció en gran parte desconocido durante el transcurso de su vida, actualmente el trabajo de Blake cuenta con una alta consideración. Por la relación que en su obra tienen la poesía y sus grabados respectivos suele ponerse a Blake como ejemplo del «artista total». Según el periódico The Guardian «William Blake es con gran margen el mayor artista que Gran Bretaña ha producido»

Considerar los logros de Blake en poesía o en las artes visuales por separado sería perjudicial para entender la magnitud de su obra: Blake veía estas dos disciplinas como dos medios de un esfuerzo espiritual unificado, y son inseparables para apreciar correctamente su trabajo.

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LO MEJOR: La pareja de actrices y el guión.

LO PEOR: Quizás le cuesta algo arrancar.

VALORACIÓN:

Fotografía: 9

Banda sonora: 8

Interpretación: 9

Dirección: 9

Guión: 10

Satisfacción: 9

NOTA FINAL: 9