«Ema»: La libertad, el poder y los vehículos de expresión

La palabra, la imagen. Vehículos de transmisión de sensaciones, de mensajes y de emociones. La poesía urbanita de la última película de Pablo Larraín es pasmosamente impactante. Un proyecto libre, cual águila que vuela en un mundo complejo y beligerante. Y es que 'Ema', la película de uno de los mejores directores de la actualidad, el chileno Pablo Larraín, es cine inclasificable, una búsqueda de la ruptura de los cánones establecidos. 'Ema' es liberación, sexualidad, maternidad, danza urbana, dolor, remordimientos y expresión corporal. Mucho baile y expresión corporal de hecho utilizada entre la reiteración y la sensación de salvaguarda de una protagonista sin válvula de escape disuasoria.

Y es que ‘Ema’, la sorprendente última propuesta de Larraín nos presenta una realidad entre la sangre, el fuego y la complejidad del ser humano. De una mujer que arrastra errores y horrores, y que decide luchar por aquello que le ha hecho comprender su sino más básico, su esencia: su amor hacia su hijo. Para ello necesitar orquestar un plan tan descabellado como malévolo. Y es que ‘Ema’ es rebuscada. Alterna la narración con la realización de coreografías a ritmo de arte urbano y baile reguetonero, todo tan provocativo, sexual y expresivo que genera tanto rechazo como pasión (atención al diálogo entre el grupo de amigas de Ema y Gastón, el personaje de Gael García Bernal y que expresa muy a las claras lo que mucha gente –entre las que me incluyo– opinamos del susodicho estilo musical).

El film nos cuenta como Ema (Mariana Di Girolamo), una joven bailarina, decide separarse de Gastón (Gael García Bernal) tras anular la adopción de su hijo común. La sensación de culpabilidad destroza a la bailarina y pone en jaque todos sus pilares más básicos tanto laborales como afectivos. A partir de ahí y encajando las armas femeninas con el baile urbano se irá dando salida a un laberinto de pasiones que bien podría ser guionizado por el propio director manchego aunque con una puesta en escena diferente y convulsa.

Ciertamente la película es casi suicida. De un enorme riesgo. Y es que el primer plano de la película nos presenta a una mujer portando un lanzallamas en mitad de una calle semi vacía y con un semáforo en llamas. Un largo travelling en retroceso nos deja temerosos y con muchas incógnitas sobre la índole del film, las intenciones de la joven o incluso el género. Aunque si esperamos al primer cuarto de hora las incógnitas todavía te invaden en mayor medida. Una bellísima coreografía con música de Nicolás Jaar en alternancia con un diálogo dramático sobre la culpa entre una pareja y un grave incidente familiar. Es tu culpa. No, es la tuya. Ese ancla de la psicología humana en la que se necesita poner cara al némesis de la felicidad para tratar de dar carpetazo a un momento puntual.

Pablo Larraín abandona en apariencia sus temáticas habituales sobre la historia chilena reciente (‘No’ o ‘Neruda’) o los problemas eclesiásticos entorno a la pederastia y el abuso de menores (‘El club`) para seguir en esencia la misma idiosincrasia que en ‘Jackie’ pero con un estilo diametralmente opuesto a esta última. Si en su anterior película abordaba la trascendencia y relevancia de la figura de la ex primera dama estadounidense centrada en los días posteriores al tan cinematográfico momento del asesinato de JFK en 1963 desde una mirada clásica y con una filmación pulcra y elegante, aquí también aborda la relevancia de la mujer, el empoderamiento y emerger social aunque de una forma contraria, a ritmo de videoclip y con un poder sexual y visual muy trasgresor: La mujer como mujer poderosa y capaz.

En la película vemos como hay un gran trabajo de coreografía, de banda sonora, de guión, de utilización de la música, de fotografía, de dirección de actores, de vestuario y peluquería e incluso de búsqueda y utilización de localizaciones tanto exteriores como interiores. Como digo, muchos son los aspectos por los que brilla la película haciendo de ella una fábula entorno a la libertad y empoderamiento femenino, pero sobre todo brilla por la poderosa interpretación de la actriz protagonista. La joven y desconocida en España Mariana Di Girolamo, pero popular en Chile por aparecer en series muy locales, se enfrenta a su primer papel protagonista con una soltura deslumbrante y con un ejercicio de aprendizaje coreográfico titánico. No en vano Mariana podría dedicarse al baile a partir de ahora si así lo desea.

Además de la joven actriz el reparto tiene una predominancia innegablemente femenina (el grupo de amigas, la madre, la hermana, la otra mujer que aparece en la trama…) pero sin dejar de lado ciertos papeles masculinos como los del marido, el hijo o el bombero, entre los que destaca la presencia del actor fetiche del director chileno, Gael García Bernal, en un papel muy diferente de los habituales.

En definitiva, un film diferente, inclasificable sobre la búsqueda de la libertad, la maternidad, y que habla del empoderamiento de una mujer libre actual a través del vehículo musical y contemporáneo. Absolutamente climática y absorbente.

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LO MEJOR: La capacidad de hipnosis. Mariana Di Girolamo.

LO PEOR: Algún momento en los que constaba entender alguna palabra/frase.

VALORACIÓN:

Banda sonora: 8

Fotografía: 9

Dirección: 9

Interpretación: 8,9

Guión: 8,5

Satisfacción: 9

NOTA FINAL: 8,7