
“La Strada” cuenta la historia de tres personajes que se encuentran en el camino durante la posguerra. Tres personajes atrapados en una vida a la que están condenados por su propio carácter a un destino trágico que resulta inevitable.
A través de tres personajes si artificio, “La Strada” habla de la capacidad para cambiar, para luchar contra las ideas preestablecidas que moldean el pensamiento de forma invisible, de la ceguera para romper las cadenas que impiden salir de la caverna y ser más libres.
Entrañable y conmovedora, “La Strada” es como mirar un lago cristalino. Se ve el fondo pero solo se tiene que cambiar el foco para verse reflejados. “La Strada” es una fabula de rabiosa modernidad. Una tragedia donde lo dramático y lo simbólico conforman un relato poético sobre la fragilidad con l que construimos el sentido de nuestra vida.
La poesía y la miseria se unen en esta obra que refleja la Italia de la posguerra. Todo comienza cuando una muchacha ingenua y tranquila es vendida por su madre a un forzudo de circo, bravucón y violento para que le ayude en su espectáculo ambulante. En el camino surge entre ellos un atisbo de amor, que no consigue aflorar a causa del orgullo de él y la timidez de ella. Ambos comparten una profunda soledad y una vida de marginación, desarraigo y miseria, hasta que se encuentran con El Loco, otro artista de circo que provocará los celos de Zampanó y con ello un trágico desenlace.
“La Strada” se puede enmarcar en el neorrealismo italiano, etapa donde se rodaba mayoritariamente en exteriores y se mostraba la situación de la Italia de posguerra. En la obra se comparan los personajes de la película de Felini con la situación de Italia en la posguerra, un país maltratado y derrumbado, intentando salir a flote, buscando la sonrisa dentro de la más absoluta tristeza.