Podría ver «Ciudadano Kane» veinte o treinta veces más y encontraría otro pequeño detalle al que aferrarse para poder reafirmar que es su película favorita de todos los tiempos. Y eso que José Luis Alcaine (Tetuán, 1938) ha visto (y ha hecho) tanto cine que parece que no le queda ya nada más por explorar. Con 150 películas y cinco premios Goya a sus espaldas, el director de fotografía se mueve en lo aparentemente invisible y desea que el espectador no vea su trabajo pues es precisamente entonces cuando ha alcanzado la exquisitez. Porque, dice, la luz en el cine debe ser, ante todo, creíble y para ello no debe notarse. Parafraseando a un famoso director de fotografía de los años 40 aseguraba este martes en la Filmoteca de Zaragoza que «si el trabajo de fotografía se nota mucho, la película no tiene un buen trabajo de fotografía».
Él ha jugado con la luz y la oscuridad, con el color y la ausencia del mismo y su nombre resuena con fuerza en las películas más icónicas del cine español, desde el «Jamón, jamón» de Bigas Luna hasta la «Belle Époque» de Fernando Trueba o «El viaje a ninguna parte» de Fernando Fernán Gómez. Pero si hay un director por excelencia con el que haya hecho un tándem perfecto ese es Pedro Almodóvar. De hecho, Alcaine abría el Campus de La Inmortal de Zaragoza recordando su último trabajo juntos: «Extraña forma de vida». Un western «duro como solo pueden ser los westerns». «Estos cortos largos sobre películas del oeste no son fáciles porque generalmente hay que bregar con caballos y es un ambiente que siempre está lleno de polvo. Además, si grabas en verano como fue nuestro caso con el calor fuerte pegando es duro», confesaba el director de fotografía.
José Luis Alcaine ha bañado los últimos relatos de Pedro Almodóvar con su fotografía, desde «Madres paralelas» hasta «Dolor y gloria». Comenzaron a hacerlo en «Mujeres al borde de un ataque de nervios» y allí se dio cuenta Alcaine de que se había formado en un modelo de luz que era justo lo contrario a lo que quería Almodóvar. «Pedro es más joven que yo, casi diez años y por tanto se formó una decena de años más tarde que yo. Yo me formé en el blanco y negro y él más en el color. En «Mujeres al borde de un ataque de nervios» lo que más le apasionaba a él era el puro color y creo que yo conseguí captar sus deseos en la pantalla. Eso fue al principio pero ya hemos conseguido adecuarnos el uno al otro», explicaba.
Dice Alcaine que la fotografía en el cine no es que esté infravalorada sino que es «desconocida» y precisamente es desconocida porque no se analiza. «La crítica analiza mucho el trabajo de los actores, los guiones, los diálogos, pero casi nunca la fotografía», reconocía al tiempo que recordaba cómo había cambiado la misma y también su mirada. «Hay veces que me encuentro a mí mismo pensando si al José Luis de los 70 le habría parecido bien lo que estoy haciendo», explicaba entre risas.
Quizás, el José Luis Alcaine de los 70 nunca llegó a imaginar que la Inteligencia Artificial y lo digital serían capaces de generar luz como por arte de magia. Él, lejos de ser reacio a los avances, asegura que «ahora es mucho más fácil hacer luz porque hay variables digitales que son muy fáciles de usar» pero, como todas las cosas de la vida, «tiene una parte mala que es que es mucho más difícil que la luz esté medida y adecuada en la película».
Y hablando de películas hay algunas que al director de fotografía le «aburren bastante» aunque sean «las únicas capaces de llenar una sala de cine hoy en día». «Esas películas de héroes fantásticos que tienen un poder sobrenatural son las únicas que pueden asegurar hoy que se va a llenar una sala de cine. Son muy vistosas y sobre todo captan la atención de aquellos que ahora mismo son los artífices de que las salas de cine estén llenas: los jóvenes».
Inspirado por «toda la pintura figurativa», cree que se debería educar en la imagen porque, al fin y al cabo, es el modo de expresión del hoy. «Los jóvenes sobre todo se expresan mucho con imágenes, a través de Tik Tok, Instagram y las redes sociales y esa es su forma de comunicarse. Además de enseñar a escribir y a leer se debería enseñar cómo las imágenes consiguen transmitir un todo y cómo se conectan con la realidad», ha culminado.