Son las 17.30 y Mariano Lavida (Zaragoza, 1992) atiende a esta entrevista habiéndose levantado hace apenas dos horas. Lo hace, sorprendentemente, muy despierto a pesar de que el día anterior estuvo durante un buen rato entreteniendo a pequeños y mayores (su público favorito) en La Cañada de Vérich. Antes estuvo en Yosa de Sobremonte, Sallent de Gállego, Sabiñánigo o Escuer y estará en algunos más antes de que acabe agosto. Los suficientes como para completar esa extensa, cansada y gratificante gira por Aragón que «como es más largo de lo que parece» le está llevando unos dos meses «de jaleo». Ya lo dice él, la vida de un cartómago no es nada fácil. Menos aún siendo el único que se dedica profesionalmente a la magia con cartas en Aragón y uno de los cuatro o cinco que lo hacen a nivel nacional. No hay más porque, dice, es un arte muy complejo que requiere de la capacidad del uso mental de manera muy afinada. Aun así la magia y las cartas son el «amor de su vida» porque ambas son el vehículo artístico de lo imposible. Él es un perfecto mago que juega a ocultarlo todo tanto que ni siquiera se sospeche, pues es ahí cuando todo nace.
PREGUNTA.- Se encuentra en una extensa gira por todo Aragón. ¿Qué es lo mejor de actuar en los pueblos?
RESPUESTA.- Lo mejor es la intensidad que tiene, la vitalidad, lo inesperado, la incertidumbre de que todo es nuevo día a día. El resto del año hago espectáculos en teatros, palacios de congresos, y allí todo es muy cómodo, la acústica, la producción…Todo es perfecto, incluso a veces tienes un camerino con fruta y todo. Pero hay mucha más semejanza entre teatro y teatro que entre pueblo y pueblo porque un día actuamos en una plaza redonda que tiene unas características, otros días es detrás de la iglesia, otros es dentro de la iglesia… Un día me cambio detrás de un árbol, de una pared, esa vitalidad que tiene.
Los vecinos, por lo general, cuando hay algo en el pueblo van todos y luego también la mezcla entre los vecinos de uno y los del pueblo de al lado, eso esta muy chulo y me obliga a estar muy atento en todo momento, muy alegre, muy vivo.
P.- ¿Cuál es su público favorito?
R.- El adulto. Es un público que, digamos, necesita lo que yo hago. Lo que yo hago en el sentido de que la magia como fenómeno artístico es algo que genera un imposible, el imposible va acompañado de curiosidad y asombro y el niño va sobrado de curiosidad y asombro. Los niños se sorprenden con un saltamontes o con un pájaro volando, están todavía descubriendo el mundo. Creo que tiene más sentido lo que yo hago para una mente más formada, una mente que sabe las leyes de la física, del universo, lo que controla o no… Pero ajeno a eso, yo los espectáculos que hago, los hago pensando en todos porque es muy interesante cuando los niños participan ya que nos envuelven a todos en esa energía y vitalidad que de adultos perdemos. Hay veces que los espectáculos de magia son muy infantiles y muchas veces va un adulto con los niños y se le queda flojo porque bueno, son colorines, son globos, que a los niños les encanta, eso es verdad. Dentro de la comunidad mágica se dice que la cartomagia no se puede hacer para niños porque es aburrida, pero el vehículo realmente no importa nunca, lo que importa es como lo uses.
P.- ¿No se arriesga con ese público adulto a que le pillen el truco?
R.- De hecho es precisamente al revés. Es más fácil que te pille un niño a que te pille el adulto, el adulto por su capacidad de tener mucho más conocimiento y saberlo «todo» nunca va a buscar el secreto donde de verdad está y más si haces magia como la que yo hago, que es una magia muy pura, que viene de siglos atrás, en la cual el secreto no está en lo complejo, sino en lo sencillo. El niño por esa curiosidad y asombro es más capaz de ver lo sencillo. Sin embargo, yo desde hace años he cambiado la técnica de la magia y cada vez está menos basada en una técnica digital, cada vez es mas imposible que esa técnica no solo se pille, sino que se sospeche y trabajamos con lo que se puede denominar como la insospechabilidad de la trampa, hacerlo todo de una manera tan pura que la técnica esté tan, tan oculta que ni siquiera exista. Esta técnica oculta, que está en la mayoría de las artes, en la magia solo puede existir de esa manera, tan escondida que ni se sospeche. Cuando no se sospecha es cuando existe la magia porque si no es simplemente laberinto, acertijo, truco…

P.- ¿Cómo es el día a día de un cartómago? Es el único de Aragón…
R.- No se lo deseo a nadie (risas). Es muy duro, es muy duro… Realmente yo dedico mi vida entera, desde que nací, yo conocí la magia muy joven, igual que conocí otras artes, toco la guitarra, hago circo, he escrito novelas, poesía… Y entre todas las artes, escogí esa porque es la que más conectaba con la esencia de mí mismo al poder hacerle ver a los demás cómo yo veo al mundo. Para mí el mundo es un milagro, es un misterio absoluto y eso que soy la persona más científica del mundo, de hecho no le pongo respuestas que vayan más allá de la ciencia a nada, pero ese milagro de la vida, de a dónde vas cuando estás vivo y todas estas cosas que la filosofía se pregunta desde hace 2.500 años y que todavía no hay respuestas (ni las habrá nunca) son las que la magia te despierta.
Y volviendo a la pregunta, mi día a día ahora que estamos en gira está organizado para que yo lo dé todo en el momento del show porque me pego unos espectáculos de entre una hora y dos que son agotadores. Entonces hago yoga, meditación, pilates y sobre todo muchos ejercicios mentales para tenerla fresca y activa. También estudio todas las ramas del saber, estudio antropología, historia, psicología, neurociencia y trato de nutrirme mucho de otras artes, leo novelas, voy al cine y al teatro siempre que puedo. Lo que menos hago es estar con la baraja realmente porque eso ya lo he hecho durante mucho tiempo.
P.- ¿Por qué no hay más cartómagos?
R.- Porque es un arte muy, muy complejo. No depende solo de estudiar una parte mecánica, digital, de habilidad, yo no soy nada habilidoso de hecho, sino que requiere de la capacidad del uso mental de una manera muy afinada.
P.- ¿Qué aportan las cartas a la magia?
R.- A mí me gusta la magia porque es el único vehículo artístico que comunica el imposible, a diferencia de las demás artes que comunican una ficción en la que si quieres entras y si no no, pero la magia es algo que se vive en la realidad. Cuando yo adivino una carta o la transformo eso está sucediendo en el plano de lo real, entonces esa potencia que tiene la magia, por supuesto la tienen las cartas y además la llevas en el bolsillo. Cualquier cosa que pueda hacer la magia en un aparato gigante en el escenario te lo hago con una baraja de cartas, el mismo efecto. Que transforman un aparato gigante, yo te transformo una carta, que hacen desaparecer un elefante, yo te hago desaparecer una carta, cualquier cosa se puede hacer con una baraja. Luego todo el mundo tiene una baraja en su casa y prácticamente todos saben lo que es mezclar y lo que es cortar, pues con eso tenemos el conocimiento justo y necesario para vivir fenómenos de lo imposible con una baraja de cartas.
Luego aparte tienen una historia muy antigua, la magia con cartas tiene 700 u 800 años de antigüedad y los grandes cerebros durante estos últimos ocho siglos, aunque no hayan sido cartómagos profesionales, han puesto su inteligencia filtrada a través de una baraja de cartas porque esta como expresión mínima del arte de la magia, es un filtro bestial para la inteligencia porque al final la magia no se desarrolla en los cartones, la magia no está en la baraja, no hay ningún trucaje, lo que hace el mago a través de ella es conseguir que en tu mente se genere esa sensación del imposible. Al final, los mayores psicólogos que he conocido son magos.
P.- ¿No le saca ningún pero a la baraja?
R.- Rotundamente no. Es el amor de mi vida, qué te voy a decir. Yo, como todos, hay días que estoy peor que otros pues yo en esos momentos de desilusión de la vida, de falta de sentido, me acuerdo de que existe la baraja y eso me da ganas de seguir viviendo. No le veo nada de malo, es que es perfecta, lo único perfecto que ha hecho el ser humano es la baraja puedo decir.

P.- ¿Alguna vez se ha quedado en blanco?
R.- Llevo tantos años que ya casi no me acuerdo. La movida viene de que por encima de la cartomagia está algo innato en mí que es la comunicación porque para mí lo que hace la magia no es algo que sea descabellado ni algo que sea loco sino es «simplemente» la comunicación de lo imposible. Mis espectáculos realmente no los sujeta la cartomagia, sino que lo hace mi propia personalidad, mi manera de ver el mundo, mi manera de hablar. Lo que está sucediendo es que nosotros llevamos varios formatos dependiendo del lugar al que vayamos, a veces hay iluminación, otras no, otras trabajamos con sonido o con cámaras para que el público vea lo que yo voy haciendo en el escenario… Dentro de cada formato, voy adaptándome a la gente, al momento, yo muchas veces salgo y no se qué voy a hacer o qué va a pasar, dependiendo de lo que siento, la energía que hay pues voy viendo con el objetivo de hacer un espectáculo único en cada sitio al que voy.
Yo no creo en la representación mágica y yo no sé representar, yo no sé actuar, solo sé hacer de mí.
P.- Tamariz es uno de sus referentes… ¿qué hay de él en ti?
R.- Tamariz es el mago más completo que he conocido vivo y es un mago que ha entendido que la magia no sucede en las manos, ni en la técnica, sino en la mente del espectador. Es un mago muy psicólogo que tiene una inteligencia bestial y un entendimiento muy grande de la condición humana, que es algo que yo veo importantísimo para la magia porque tú como mago tienes que entender los miedos, los deseos y las preocupaciones que tenemos todos y entendiendo eso luego te comunicas. Entiende que la magia no es un fin en sí mismo, que esto es una visión muy romántica del arte que nada tiene que ver con la visión grecorromana en la que el efecto de lo que hacías es lo más importante y el artista que lo genera no es tanto, pues esta visión más moderna de unos 300 años es en la que yo me muevo y la que yo siento. Yo no hago magia para, digamos, impresionar a nadie, yo hago magia porque es la manera de comunicar a la gente cómo yo veo el mundo. Tamariz pertenece a una corriente pura que viene del siglo XIX de un mago que se llama Robert Houdin que sentó las bases de una magia muy basada en la visión psicológica del espectador, en el entendimiento de la condición humana y estos dos creo que son los 2 magos más importantes de la historia. Luego, a mi juicio creo que estamos un poco huérfanos de magos que vean la magia como un medio y no como un fin.
P.- ¿Qué es lo mejor que le pueden decir a un cartómago?
R.- A mí me gusta mucho cuando la gente viene al final del espectáculo y me dicen: «no he visto nada igual» y creo que no tiene tanto que ver con la magia, sino con mi personalidad, con mi forma de ver el mundo y que uso la magia como un vehículo. Para mí no sería tan halago que me dijeran que buena técnica o que buena manipulación, a mí me motiva que el rato que dure el espectáculo no pensemos en nada, que estemos aquí y ahora y que nos recordemos que a través de la curiosidad y el asombro estamos vivos porque muchas veces se nos olvida y vamos por ahí como pollo sin cabeza. Entonces que me digan eso es muy bonito porque no es que me crea ni mejor ni peor que nadie, sino que soy diferente.