Normalmente, los museos exponen obras pictóricas, lienzos, esculturas, libros y documentos históricos de siglos atrás, aunque en Aragón también se pueden ver plagados de momias, con juguetes antiguos y calzado ocupando sus vitrinas y hasta con el azafrán como centro de todo. Y es que en la localidad turolense de Monreal del Campo han conseguido erigir a partir de esta especia el único Museo Monográfico de Aragón que, desde 1983, muestra a los visitantes la importancia del azafrán en la historia del municipio.
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Por su altitud y condiciones climatológicas, Monreal del Campo reúne las condiciones óptimas para el cultivo del azafrán y siglos atrás sus gentes lo utilizaban como medio de ahorro, ya que era una especia cara que duraba intacta unos diez años.

Fundado el 25 de marzo de 1983, el Museo Monográfico del Azafrán está en la segunda planta de la Casa de Cultura de la localidad, en plena plaza Mayor. Por fuera, ya destaca y es que está en una antigua casa solariega de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Y, por dentro, más de 150 piezas que abarcan todos los procesos del cultivo del azafrán, desde la preparación de la tierra para la plantación hasta la venta del producto.
Nada más entrar en el museo se puede ver una recreación de un grupo de vecinos que, vestidos con trajes regionales y sentados alrededor de una larga mesa, se dedican a «esbrinar» las flores del azafrán o, lo que es lo mismo, quitar los pistilos de la rosa (también llamados «brines» o briznas) para obtener el fruto.

Además de ser la tarea en que se extraía el azafrán era un momento de conversación y charla con el resto de vecinos. Un encuentro en el que también se entonaban algunas jotas como aquella que decía «Hay un flor en el campo, que le hace brillar el alba, cinco galanes la cogen, se la llevan a su casa» y que ya es parte de la tradición oral del municipio.
MÁS DE 150 OBJETOS EXPUESTOS
El museo expone más de 150 de objetos, muchos de ellos donados por los propios monrealenses, entre los que se puede ver un cuévano, esto es, un gran cesto de mimbre de forma cilíndrica para transportar la rosa del azafrán o una sereta (capazo de esparto con dos asas para transportar pequeñas herramientas).

También se pueden ver herramientas de trabajo de antaño como una devanadera (utensilio giratorio para devanar lana y formar ovillos), una hoz, una dalla o guadaña, unas alforjas o una cantarera (banco de madera con diversos huecos en los que se colocan los cántaros).
Siguiendo el proceso de obtención del azafrán, el visitante va recorriendo un museo en el que incluso se puede ver la tierra de la que brotaría la flor. En las paredes, refranes y canciones del imaginario popular que las gentes de Monreal han pasado de generación en generación lo llenan todo demostrando cómo el azafrán es algo más que una especia para la localidad turolense.

Al finalizar el recorrido de un museo no demasiado grande, más de uno no podrá resistirse a llevarse un poco de azafrán de la tienda para condimentar todas sus comidas.
Además del museo, Monreal también ensalza su especia con la Feria del Azafrán. Un evento con catas, showcookings, talleres en vivo y diferentes actividades para poner valor un producto que, dicen, es de los mejores del mundo.