Dos maceros bien uniformados protegían una exposición que ahora cuenta su historia a través de los objetos y el vestuario que han marcado al Ayuntamiento de Zaragoza desde 1708. Unos objetos de gran valor patrimonial e histórico que ahora se ponen al servicio de todos los zaragozanos.
El Centro de Historias de Zaragoza acoge desde hoy hasta el 4 de febrero de 2024 la exposición “Adorno y honor. Maceros, timbales y clarines”. La muestra es un retrato histórico de Zaragoza a través del ceremonial urbano, tanto el que se despliega en las ocasiones solemnes como en las festivas. La muestra reúne una selección de piezas de los fondos municipales que, arropadas por documentos, libros, fotografías y carteles de fiestas, reflejan los cambios en el protocolo y la etiqueta municipales desde 1708 hasta hoy.
Esta mañana ha estado al cargo de la presentación la consejera de Cultura, Educación y Turismo, Sara Fernández, que la ha calificado como “una exposición muy especial y muy interesante para los zaragozanos porque es historia para nuestra ciudad”. Además ha recalcado que “yo creo que tenemos una maravilla de patrimonio y tenemos la obligación de compartirlo con los zaragozanos”.

Por su parte, también ha acudido a la presentación la comisaria de la misma, Carmen Abad, que ha resaltado la idea de que “los objetos hablan de las comunidades y de las personas” y que “los rituales son nuestra morada en el tiempo”. “Los objetos hablan siempre y cuando les hagas hablar”, concluía la comisaria.
Entre las piezas más destacables figuran las mazas ceremoniales del Ayuntamiento, realizadas por el platero Domingo Estrada Forcada hacia 1803, las imágenes de maceros y ministriles urbanos pintadas por Anselmo Gascón de Gotor a finales del XIX, así como un impreso sobre raso bordado por José Lizuain, que recoge los festejos programados para la real visita de 1802.
UNA MUESTRA CON NOMBRE PROPIO
La obra expuesta se complemente con instrumentos musicales, carteles, fotografías y uniformes, los más antiguos entre los conservados vestidos por hombres y mujeres. Además, las fuentes de archivo expuestas y las transcritas en el catálogo revelan que detrás de la historia de los acontecimientos solemnes se encuentran siempre historias personales.

Una de esas historias es la de Margarita Boira que, a punto de morir en 1773 por el parto de su noveno hijo, rogaba al consistorio que permitiera a su marido seguir ejerciendo el cargo traspasándole además su titularidad. Otra de las historias es la de uno de los músicos municipales que, en 1902, solicitaba la reposición de los clarines, porque estaban tan viejos que apenas pudieron hacerlos sonar en la visita de un arzobispo.
UNA VINCULACIÓN ENTRE LOS OBJETOS Y LAS PERSONAS
La estrecha vinculación entre los objetos y las personas que los utilizan en el marco ritual o festivo se hace notar a lo largo de toda la exposición. El macero de dos metros pintado en 1890 por Anselmo Gotor recibe a los visitantes, que pueden seguir la evolución ceremonial urbano en los diversos medios utilizados para transmitirlo: el manuscrito, el libro impreso, el informe mecanografiado y el recurso digital. A partir de ahí, en el exterior de la cripta se concentran los instrumentos por los que el poder municipal se hace ver: una maza desmontada y otra enlutada para los actos fúnebres conservados y las imágenes que representan a maceros, alguaciles y ordenanzas vistiéndolos en diferentes contextos.
En el interior de la cripta se pone le acento en los emblemas sonoros a través de los cuales el poder municipal se hace oír: los clarines y los timbales restaurados, el frontal bordado que los cubre, las libreas antiguas de los músicos y las partituras que utilizaban. Las pinturas de Gascón de Gotor que representan momentos como la salida del ayuntamiento en corporación o su asistencia al rosario de cristal dialogan en la pared opuesta con una interesante obra gráfica que interpreta los mismos motivos según los presupuestos ideológicos y estéticos de la época.

La diversidad de las piezas expuestas en cuanto a materiales, técnicas artísticas y significados ha exigido una planificación y diseño muy cuidados, a cargo de Myriam Monterde y Mariano Bazco. La presentación de las obras en el espacio ha tenido en cuenta, en todo momento, su contextualización, como se aprecia especialmente en el montaje de los instrumentos, libreas y frontal del cuerpo de timbaleros y clarineros, o en los uniformes que “flotan” junto a sus representaciones pictóricas o fotográficas.