Dice Sonsoles Ónega (Madrid, 1977) que escribir es el ejercicio de libertad más placentero que ha encontrado hasta ahora, «más que votar», y que su «yo» periodista siempre aparece aunque sea de manera efímera cuando se enfrenta al reto de crear. Quizás por eso, «Las hijas de la criada» nazca de un titular, aquel que contaba el intercambio de unas niñas en las cunas de un hospital de La Rioja allá por 2002. Un titular que estaba condenado a morir y que Ónega rescató y convirtió en una historia de 480 páginas que lleva al lector a Galicia y a Cuba, al pazo Espíritu Santo y a la familia Valdés entre cañas de azúcar y el aroma de las conserveras. Tres años le costó escribirla y ahora siente que mereció la pena, no solo por el Premio Planeta 2023 que acaba de llevarse sino por hacer que sus personajes consiguieran contar su historia tal y como ella la había imaginado. Inmersa en una exigente gira junto al finalista del galardón Alfonso Goizueta, llegará este sábado a Zaragoza a encontrarse con los lectores.
PREGUNTA.- ¿Llevó en secreto lo del presentarse al Planeta?
RESPUESTA.- Lo llevé en secreto o lo sufrí en secreto más bien. No es la primera vez que yo me presento a premios literarios y siempre lo he hecho así, sin dar un cuarto al pregonero porque provocas una expectación innecesaria en los que te quieren, ¿no? O unos nervios que con que parezca uno solo ya es suficiente, no se lo dije nadie igual que tampoco le dije a nadie que me presentaba al premio Fernando Lara u a otros en los que he tenido menor fortuna o en los que directamente no he ganado, así que preferí vivirlo en soledad.
P.– Dijo que la historia nació de un titular que muere… ¿Por qué lo revivió?
R.- A mí me gusta fijarme mucho en la realidad, probablemente allí sale mi «yo» periodístico para construir historias y la del intercambio de unas niñas en las cunas de un hospital de La Rioja me pareció fascinante como punto de partida para una novela. A partir de ahí, empecé a fantasear con qué puede pasar con alguien que ha sido intercambiado o arrebatado del pecho de su madre poco menos y cómo son esas vidas tocadas por ese suceso. Así arranca «Las hijas de la criada» y así empieza esta historia de la familia Valdés.
P.-Tres años escribiendo la novela es mucho tiempo… ¿Qué ha sido lo más difícil de enfrentarse a ella?
R.-Lo más complicado para mí fue construir la trama, que todos los sucesos casen, que las vidas de los personajes sean verosímiles, que concuerden, que no se queden flecos sin desarrollar o que haya circunstancias o situaciones que el lector no entienda. Una vez que has colocado los andamios de la novela, lo delicioso es escribir e ir perfilando los personajes, hacerlos humanos, dotándolos de sentimientos, de palabras con las que dialogan, sienten y padecen.
«Una vez que has colocado los andamios de la novela, lo delicioso es escribir»
Sonsoles Ónega
P.-¿Estuvo tentada a abandonar?
R.- Han sido tres años que han coincidido con enormes cambios profesionales en mi vida y eso me ha elevado la pendiente. Se ha hecho cuesta arriba en algunos momentos. El no dejarlo ahora veo que fue una buena decisión porque merecía la pena terminar la novela, probar suerte con el Planeta y disfrutarlo ahora ya cuando los lectores lo tienen en las manos. Cuando combinas dos carreras profesionales, la periodística y la literaria, confieso que el agotamiento llama a tu puerta, y entonces hay momentos en los que he pensado: «Oye, date un margen, ¿no?» o abre un paréntesis que no pasa nada. Vencer ese punto de resistencia es lo que ahora me hace sentir muy satisfecha de haber seguido, y seguido, y seguido con el único propósito de llevar a los personajes a buen puerto y que concluyeran sus historias de la manera que yo las había imaginado en mi cabeza.
P.-¿Cuánto pesa un premio Planeta?
R.- Pesa, pesa, sobre todo cuando miras el palmarés de ganadores maravillosos que están en mi biblioteca. He leído a casi todos los Premios Planeta, algunos ya clásicos como Cela y nunca te puedes ni siquiera llegar a imaginar que vas a estar entre ellos, ¿no? Así que no es que pese en esta novela porque, para bien o para mal, ya está hecha, pero pesa para la siguiente en el sentido de que esté a la altura de los lectores que son los que deciden al final.
P.- Es una novela fundamentalmente femenina. ¿Fue premeditado o salió así?
R.- Yo escribo desde mi óptica y mi óptica es la de una mujer, no puedo abstraerme de quien soy y tampoco quiero ocultarme en las paginas de los libros. Nos hemos pasado toda la vida leyendo a hombres siendo mujeres así que es momento de que los hombres lean a las mujeres sin prejuicios. Los personajes son muy femeninos porque a mí me gusta. Mi universo literario esta lleno de mujeres que aunque no vivieron en nuestra época pueden ser perfectamente equiparables a nosotras en cuanto a sus ansias de lucha, de conquista, de la búsqueda del amor, del cariño, de la construcción personal… Todos esos asuntos que a mí me interesan están naturalmente en todas mis novelas.
P.- Hay quien dice que su novela no llega a folletín… ¿Cómo lleva las críticas?
R.- Bendito folletín, ojalá aprendiera a hacerlo y abonara ese género. No me encasillo en ningún género porque nunca he pensado con cálculo voy a escribir esto o esto otro pero en el folletín se enraíza la mejor tradición literaria de los siglos que nos han precedido. El propio Pérez Galdós hacía folletines, ¿no? Fortunata y Jacinta qué es más que una historia de historias de amores y desamores, o sea que son criticas que recibo y que coloco cada una en el lugar donde deben estar colocadas. De las constructivas, aprendo y de las que van a matar intento esquivarlas.
P.-¿Cuánto de la Sonsoles periodista deja en sus novelas cuando escribe?
R.- Mucho, tampoco puedo dejar de ser quien soy, tengo una manía a veces enfermiza por que los datos que aparezcan en las novelas sean muy rigurosos. Ahí es donde creo que mi yo periodista se impone. Soy muy pesada conmigo misma o sea que probablemente esa necesidad del rigor, de buscarlo, de ser muy precisa con los datos es parte de mi carrera profesional. En todo lo demás, no hay casi periodismo, yo exorcizo el periodismo con las novelas que es donde puedes escribir, adjetivar, posicionarte… En realidad puedes hacer lo que te dé la gana en una novela y es el ejercicio de libertad más placentero que he encontrado hasta ahora, más que votar.