La Romareda alcanza 65 años de hitos e historias de leyenda

La Romareda, lugar de alegrías en gestas del Real Zaragoza. Foto: CCOA
photo_camera La Romareda, lugar de alegrías en gestas del Real Zaragoza. Foto: CCOA
Aquel 8 de septiembre de 1957, pocos se esperaban lo que iba a vivirse en el estadio de La Romareda a partir de entonces. El Osasuna, rival en aquel tiempo amigo de los maños, visitaba el Municipal recién construido para inaugurar lo que a la postre sería un lugar de hitos y leyendas. Y se vivió un choque cuyo resultado dejaba ver lo que era el buen fútbol, el de verdad, donde el 4-3 en favor de los maños no extrañó a un público fiel. El resto es historia viva 65 años después. Los Magníficos, los Zaraguayos, los Héroes de París o quienes extinguieron la galaxia madridista hicieron de La Romareda un lugar de alegrías. En la historia no puede uno olvidarse de Torrero, preludio del nuevo estadio, donde la gesta ocurrió en la temporada 1935/36. Ese año, por primera vez, el Real Zaragoza ascendería a Primera División. La primera generación histórica de club, los “Alifantes”, serían quienes lo lograrían. El apodo viene, precisamente, por un aficionado que los comparaba con elefantes por ser imposibles de vencer. Llegaron entonces los de Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra, unos años tan maravillosos como su magnífico apodo. Con decir que el nombre del Real Zaragoza era más temido en Europa que el del Real Madrid y el Barcelona no hay mucho más que añadir. Canario siempre recuerda ese tiempo en que el cuadro maño abría portadas de medios internacionales y aquella eterna ovación en Ellan Road. El Leeds United es precisamente otro gigante -no tanto como los maños- venido a menos en los últimos años. Fue una pena que después los Zaraguayos no lograsen un título en esa etapa de esplendor, y eso que en 1976 pudieron hacer doblete con Liga y Copa del Rey. Volviendo a La Romareda, dos años antes se presentó en el pleno del Ayuntamiento la moción hecha por el Real Zaragoza para reformarla construyendo graderíos cubiertos. Ese mismo año llegó la Ciudad Deportiva y, en 1977, finalizaron los graderíos cubiertos de los fondos. Así cogía forma un estadio donde se agolpaban decenas de miles de personas para ver a su equipo. El Municipal seguía necesitando aforo porque la fiebre zaragocista no dejaba de subir. Y así fue. En el año 1982 se construyeron las cubiertas de general sentado para que La Romareda pudiese albergar tres partidos de la primera fase del Mundial de fútbol de España 82. Los equipos que juegan en Zaragoza son Yugoslavia, Honduras e Irlanda del Norte. Y los recuerdos de las visitas son palpables todavía frente a la puerta de prensa, donde un -feo- bloque de piedra tiene los nombres de los combinados grabados. Unos años más tarde, en 1986, La Romareda llevaba en volandas a los maños para eliminar al Real Madrid en semifinales de Copa. Gracias a un gol de Rubén Sosa, el cuadro blanquillo se llevaba también la final en el Vicente Calderón con Luis Costa a la cabeza. Dando un salto de tiempo, también era vital el estadio en 1991, en una promoción clave ante el Real Murcia. El Real Zaragoza fue a más desde entonces, hasta que el 20 abril de 1994 conquistaba la Copa del Rey. Al año siguiente, el 10 de mayo, un golazo de Nayim traía la Recopa a Zaragoza. ¿Y La Romareda? Sí, volvió a ser clave. Esa eliminatoria donde se venció por 3-0 al Chelsea. Jugó Juanmi, pero Andoni Cedrún se enamoraba de ese tipo de choques. Nadie sabía por qué, tampoco él, pero esos partidos cautivadores entre semana de torneo corto tenían un matiz, un tinte distinto a los de Liga. Y ese detalle enamoraba al arquero y a toda su compañía. Los 6-1 al Real Madrid o el 6-3 al Barcelona, así como el pase a la final de Copa de 2004 ante los vikingos quedan en la mente de los maños. La Romareda, a punto -eso dicen- de ser reformada siempre tendrá un encanto especial, un tono distinto al resto de estadios. Y ahora, a pesar de encontrarse desubicada en la Segunda División, espera con ansia su vuelta para reanudar, tras este parón, el duelo de tú a tú contra los gigantes.