Ya es habitual que los partidos del Real Zaragoza estén marcados por las lesiones. En el último encuentro en La Romareda, Iván Azón tuvo que retirarse del terreno de juego por una lesión muscular que, finalmente, no ha sido de gravedad. Ante el Andorra, se ha vuelto a producir la misma situación. Esta vez, sería Víctor Mollejo quien abandonaría el césped en camilla tras un duro golpe, y mas tarde, Bermejo se quejaba de un choque en la cadera y tuvo que ser sustituido en la segunda parte.
La falta de reacción ante los imprevistos reflejaba las carencias de los maños. En Butarque, tras la lesión de Bermejo, el equipo se vino a abajo en un partido que tenían controlado. El último, ante la Ponferradina, con la salida de Azón, el Real Zaragoza notó su ausencia y no pudo anotar. En esta ocasión, el equipo blanquillo ha sabido reponerse ante los inconvenientes. Muy ordenado en todo momento, sin perder la posición y primando mantener la portería a cero sobre cualquier circunstancia.
Los refuerzos en el mercado de invierno han surtido efecto. Bebé ha salido al terreno de juego por el lesionado Bermejo, y seria el artífice de marcar el gol de la victoria. Las dos bajas importantes en el encuentro no ha pasado factura en el equipo como era frecuente. El Real Zaragoza ha sabido esperar su oportunidad y dar un paso al frente para llevarse los tres puntos de Andorra y alejarse de los puestos de descenso.
Más allá del resultado, se ha visto a un equipo muy ordenado tácticamente, en un repliegue medio, esperando un robo para poder matar al rival. Un orden táctico que tiene el sello de Fran Escribá. Introdujo modificaciones y piezas, pero en ningún momento varió el dibujo. Dos puntas muy claros y Bebé atacando al espacio, le ha dado la victoria al conjunto aragonés. Robando y saliendo, dado que en construcción de juego le cuesta mucho más generar ocasiones de gol.