Si los cuatro últimos meses del año (septiembre, octubre, noviembre y diciembre) significan respectivamente siete, ocho, nueve y diez (meses), ¿por qué ocupan en el calendario los lugares nueve diez, once y doce, en contra de su significado etimológico?

¿Por qué septiembre no es el mes séptimo?

Si los cuatro últimos meses del año (septiembre, octubre, noviembre y diciembre) significan respectivamente siete, ocho, nueve y diez (meses), ¿por qué ocupan en el calendario los lugares nueve diez, once y doce, en contra de su significado etimológico?

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Para los primeros romanos el año tenía diez meses, daba comienzo en marzo y terminaba en diciembre, décimo y último mes. El año constaba entonces de 304 días y lo inauguraba el mes dedicado a Marte, de donde procede el actual marzo, mes que daba la bienvenida al nuevo año y con el que comenzaba la primera estación, la prima-vera o primer verdor.

La leyenda atribuye a los míticos Rómulo y Remo la fundación de Roma en 753 a.C. Durante el reinado del sucesor de Rómulo, el también legendario rey Numa Pompilio, se sumaron al primer calendario dos nuevos meses, enero y febrero, para completar el año lunar (de 355 días).

El calendario lunar es propio de culturas nómadas y ganaderas, mientras que el calendario solar lo es de culturas sedentarias y agrícolas. Los grupos nómadas dependen del ganado y de sus ciclos reproductivos regidos por las fases lunares. Los grupos sedentarios desarrollaron un calendario solar que señalara los ritos y las labores agrícolas.

En resumen: Si los meses de enero y febrero se hubieran situado a continuación de diciembre, septiembre seguiría siendo el mes siete, hasta terminar en diciembre, que sería el diez. Pero se añadieron al principio, antes de marzo, sin modificar los nombres, ya arraigados, del antiguo calendario, circunstancia que desplazó el primitivo calendario romano dos posiciones, con la consiguiente discordancia etimológica.

A quién se dedica cada mes del año:
Enero: al dios Jano (en latín “Ianuarius”).
Febrero: al dios Plutón (Februus).
Marzo: al dios Marte.
Abril: a la diosa Afrodita (de “afros”, espuma) o Venus.
Mayo: a la diosa Maya o tal vez a los mayores, a quienes se homenajeaba.
Junio: a los jóvenes (“junior” en latín).
Julio: Julio César nació ese mes, por eso quiso darle su nombre y, para más relumbrón, le añadió un día, el 31, a costa febrero. En el primitivo calendario romano era el mes quinto o “quintilis”.
Agosto: Dos décadas después de Julio César, César Augusto también quiso darle su nombre a un mes, ya que en agosto Augusto venció a Antonio y Cleopatra. Aunque no hay testimonio que lo avale, parece que Augusto no quiso ser menos que Julio César y le sumó a su flamante mes de agosto un día, el 31, también a costa, cómo no, del ya menguado febrero. En el antiguo calendario romano, agosto era el mes sexto o “sextilis”.
Septiembre, octubre, noviembre y diciembre siguen conservando el número de orden del primitivo calendario romano de los míticos Rómulo y Remo, fundadores de Roma.