Cómo explicar a un niño que, de querer, lo correcto es quiero, y de caber quepo, cuando lo lógico, lo regular, sería yo quero y yo cabo. Los adultos apenas nos lo explicamos a nosotros mismos. La educación de los niños debe ser rigurosa, pero flexible y paciente. Quienes recuerdan su infancia no olvidan lo que les costó desenvolverse con los verbos irregulares. ¿Cuál podría ser la causa de esa dificultad?

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Según Noam Chomsky, los niños son buenos gramáticos generativos, tanto que en la mente infantil todos los verbos son regulares, y si no lo son deberían serlo, por eso los niños protegen la lógica impecable de yo cabo y yo quero.

Un verbo irregular es una injusticia impuesta por los adultos que los niños aceptan por el mismo motivo que García Márquez escribía: …para que me quieran. Un niño que se siente amado y protegido puede aprender cosas que no comprende. No sólo los verbos irregulares, sino también a contener sus impulsos de cruzar la calle para coger la pelota que espera impaciente en medio de la calzada.

Quienes han olvidado su infancia suelen ser poco pacientes con los niños. Si el lector desea observar conductas infantiles en adultos, asómese a las sesiones del Parlamento.

El personaje que interpreta Clint Eastwood en la última de Harry el Sucio, La lista negra, retrata a algunos de nuestros políticos sin proponérselo. Dice Harry: “Las opiniones son como los culos, cada uno tiene el suyo y creemos que el de los demás apesta.”

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