Las personas con discapacidad están infrarrepresentadas en las empresas según un estudio de Adecco

El desconocimiento puede obstaculizar la incorporación de las personas con discapacidad al mercado laboral
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La Fundación Adecco ha encuestado a 800 trabajadores, entre 18 y 66 años, de los cuales 70 son de Aragón, con el objetivo de evaluar el grado de inclusión y de normalización de la discapacidad en la sociedad contemporánea, identificando factores que perpetúan la discriminación y lastran el avance hacia una sociedad libre de barreras.

Fruto de sus respuestas, la entidad ha elaborado el informe “Discapacidad y Relaciones Sociales”. Entre sus principales resultados, destaca que la inclusión de las personas con discapacidad ha avanzado de forma significativa en las últimas décadas, pero queda un extenso camino por recorrer.

Del enfoque paternalista al empoderamiento 

A comienzos del siglo pasado, la discapacidad se percibía desde una óptica eminentemente asistencialista: se crearon los primeros centros de Educación especial desde una perspectiva paternalista que reforzaba la dependencia y las actitudes de discriminación. En la segunda mitad del siglo XX, comenzaron a forjarse lobbies y asociaciones de personas con discapacidad que se unieron para defender sus derechos, lo que supuso una diferenciación clave con respecto a la etapa anterior. Sin embargo, no fue hasta 1982 cuando se produjo un punto de inflexión decisivo, con el nacimiento de la primera legislación para amparar los derechos de las personas con discapacidad: la LISMI (Ley de Integración social del minusválido, hoy Ley General de la Discapacidad) estableció la obligatoriedad de incorporar un porcentaje de trabajadores con discapacidad no inferior al 2% en las empresas de más de 50 trabajadores.

Con el nuevo siglo, se evoluciona hacia un enfoque en el que la persona con discapacidad cuenta con habilidades, competencias y potencial si se le brindan los apoyos necesarios. Aquí tienen un papel clave todos los actores sociales y, en especial, los propios ciudadanos.

¿Qué importancia otorgan ellos al reto de la plena inclusión de las personas con discapacidad? Aproximadamente 6 de cada 10 encuestados (58%) opina que es un tema importante, pero que existen otros asuntos prioritarios.

Por detrás, un 27% declara que es un tema que le preocupa “mucho”, siendo urgente y prioritario abordarlo. En tercer lugar, un 15% admite que es un reto que no está entre sus principales preocupaciones, otorgándole “poca” importancia, por considerar que existen problemas mucho más importantes por resolver.

Infrarrepresentados en las empresas 

Uno de los indicadores clave para medir el grado de inclusión social de las personas con discapacidad es, sin duda, el empleo. El trabajo se convierte en un factor decisivo de autorrealización, autoestima, independencia y dignidad, que debe estar al alcance de todas las personas.

Y si bien cada año se cierra con cifras récord en la contratación de personas con discapacidad, su participación en el mercado laboral no parece experimentar variaciones significativas, manteniéndose su tasa de actividad en torno al 31% durante la última década; es decir, un mayoritario 69% de los aragoneses con discapacidad en edad de trabajar no tiene empleo ni lo busca.

El crecimiento de la contratación se produce fundamentalmente en el ámbito del empleo protegido (Centros Especiales de Empleo, CEE): 7 de cada 10 contratos en Aragón se suscriben bajo esta modalidad, es decir, entornos laborales en los que el 70% de la plantilla tiene algún tipo de discapacidad. Este hecho se produce: “a pesar de que la ley concibe esta alternativa como un trampolín hacia la empresa ordinaria, que en la práctica se convierte en un fin en lugar de en un medio. El reto es establecer, en los CEE, indicadores cuantificables de tránsito hacia el empleo ordinario; de lo contrario, se corre el riesgo de que se perpetúen como una opción permanente, que choque con el cumplimiento legal, en lugar de constituir una excepcionalidad temporal”- destaca Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.

Los resultados de la presente encuesta vienen a reafirmar esa realidad: el 68% de los aragoneses encuestados nunca ha tenido compañeros de trabajo con discapacidad o, al menos, no ha sido consciente de ello.

Según Francisco Mesonero: “La discapacidad continúa infrarrepresentada en las empresas y ello frena su normalización en la sociedad; de hecho, la inclusión social nunca será plena sin inclusión laboral. Por el contrario, la mayor convivencia e interacción entre personas con y sin discapacidad en las empresas contribuiría de forma decisiva a la erradicación de prejuicios y estereotipos muy arraigados en el imaginario social. La apuesta por el voluntariado corporativo constituye un valioso recurso para acercar la discapacidad a las empresas, en la medida en que genera empatía, compañerismo e intercambio de valores entre los trabajadores y las personas con discapacidad”.

A este respecto, también influye el gran desconocimiento de los encuestados respecto al concepto de discapacidad, que solo asocian a las manifestaciones más visibles o evidentes, como síndrome de Down, tetraplejia o parálisis cerebral; y pasan por alto otras patologías discapacitantes, como cardiopatías o depresiones.

La falta de cercanía refuerza los estigmas sociales

La discapacidad también se encuentra infrarrepresentada en el plano de las relaciones personales: el 88% manifiesta no tener ningún amigo o allegado con discapacidad.

En la misma línea, es significativo cómo un 43% admite sentir cierta incomodidad cuando se relaciona con personas con discapacidad, por temor a decir o hacer algo que pueda incomodarles.

Existe en prácticamente la mitad de los encuestados una la creencia de que las personas con discapacidad sólo trabajan porque hay una ley que les ampara (47%) o que su absentismo laboral siempre es mayor (43%). En la misma línea, pero en el lado opuesto, existe la tendencia a heroizar a las personas con discapacidad, cuestión que también se aleja de la normalización (44%).

Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco: “La sociedad no rechaza la discapacidad, sino que la falta de cercanía con la misma tiende a reforzar el estigma y el temor a lo desconocido, desnaturalizando las relaciones sociales”.

Desconocimiento, indiferencia, prejuicios y sobreprotección 

La Fundación Adecco ha identificado cuatro factores clave de discriminación, que se convierten en frenos hacia la plena inclusión de las personas con discapacidad.

Por un lado, el desconocimiento: La ausencia de conocimiento y experiencias con personas con discapacidad ocasionan inseguridad y actitudes discriminatorias inconscientes. La información, la formación y el diálogo son la mejor herramienta para combatirlo.

Por otro, la indiferencia con la que, en ocasiones, la sociedad se muestra hacia la discapacidad, que les convierte en invisibles. El compromiso y la implicación de todos es la llave que cierra las puertas de la indiferencia.

A ello se suman los prejuicios basados en la tradición y los estereotipos, que provocan una estimación superficial de las personas que sólo conduce a la discriminación y la exclusión.

Por último, la sobreprotección un factor que se produce tanto en el entorno familiar como en el profesional. Tratar a las personas con discapacidad con condescendencia o excesiva protección dificulta su proceso de aprendizaje y desarrollo profesional, lo que les conduce a situaciones de discriminación positiva. La sensibilización y la educación en valores desde edades tempranas, contribuyen decisivamente a mitigar las reacciones de sobreprotección.

Recomendaciones para normalizar la discapacidad en entornos laborales 

El desconocimiento puede obstaculizar la incorporación de las personas con discapacidad al mercado laboral.

Por ello, Adecco estima como recomendaciones: cuidar el lenguaje, eliminando palabras como “discapacitado” o “minusválido” y utilizar en su lugar “persona con discapacidad”, que pone el foco en el sujeto (persona) en lugar de en una condición de la misma. Del mismo modo, es fundamental desechar la palabra “normal” cuando nos referimos a personas sin discapacidad; preguntar las dudas que puedan surgir en lugar de no acercarse a las personas con discapacidad por no molestar; no dar por hecho que necesitan ayudan constante, porque entonces se está subestimando a la persona; facilitar su relación con otros compañeros de trabajo; respetar su espacio personal; tratar a las personas con discapacidad intelectual de acuerdo a su edad; no sacar conclusiones de experiencias aisladas, metiendo a todas las personas con discapacidad “en el mismo saco”; utilizar el sentido común y la empatía, y participar en las actividades de voluntariado corporativo si tu empresa te ofrece la posibilidad.