Las madres que tienden a ser controladoras se niegan a reconocer a sus hijos como personas independientes, con su propia personalidad y capacidad para tomar decisiones.
El primer paso es hacerle saber que eres lo suficientemente madura y capaz para tomar tus propias decisiones y, aunque quieres escucharle y tener en cuenta su opinión, no le da derecho a decidir por ti y anteponer sus necesidades a las tuyas.
Marca distancia limitando su presencia en tu vida tanto a nivel emocional como de comunicación. El objetivo es que protejas tu propio espacio, pudiendo bloquear el exceso de control y su manipulación, anteponiendo tu independencia y privacidad. No se trata de alejarte por completo de tu madre, sino de reducir el tiempo juntas evitando así que continúe con esa conducta.
Mi consejo: Pregúntate qué es lo que necesitas y cuál sería para ti la mejor distancia. Es muy importante que le hagas saber cómo te sientes y, en función de su respuesta, poder marcar las pautas necesarias.