La responsabilidad es un valor que se debe inculcar desde la niñez, y aprender que los actos tienen consecuencias, las cuales se deben asumir y aprender de ellas para evitar cometer los mismos errores en el futuro. En la etapa adulta, donde las personas ganan independencia y actúan bajo su propio criterio, este no siempre se corresponde con el esperado por el entorno familiar más cercano.

La comunicación es la clave del entendimiento. Habla con él, aconséjale y hazle ver que ser una persona responsable hará su vida más sencilla y plena. También debes permitirle tomar sus propias decisiones a pesar de tus consejos, darle la oportunidad de asumir el resultado de sus acciones y que sea él mismo quien elija la persona en la que se quiere convertir.

Si falla, pero te hace saber que necesita tu apoyo, ayúdale a comprender el fracaso como una oportunidad para aprender de los errores. Cuando acierte, no olvides ensalzar sus logros y animarle a que siga luchando por ellos.

Si por el contrario, a pesar de intentar ayudarle a actuar desde la madurez no se deja ayudar, tendrás que aceptar que cada uno es dueño de su vida y de lo que decide hacer con ella.

Mi consejo: apoyando los pequeños éxitos harán que su confianza y autoestima se vayan fortaleciendo y, esta motivación, puede ser clave para ir actuando de forma responsable.

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