No es lo mismo ser ordenado que ser obsesivo. El primero elige el camino que le resulta eficiente para hacer las cosas y tolerante a los cambios. Por el contrario, el obsesivo, bajo alguna justificación racional escoge métodos rígidos en su forma de actuar que no pueden ser modificados, pues cualquier cambio les genera angustia.
A pesar de que el orden y la limpieza es algo que le gusta a casi todo el mundo, el problema surge cuando se convierte en una obsesión que altera la vida normal de uno mismo y la de los demás. Para no sufrir, necesitan que los demás se adapten a sus normas y esto los vuelve rígidos, haciendo sufrir y difícil la convivencia de quien les rodea.
Esta manía por el orden y limpieza puede llegar a convertirse en un trastorno obsesivo-compulsivo, pudiendo llegar a bloquear a futuro la vida de la persona, que llega a dedicar toda su energía a estos escenarios. La línea que separa las manías de las obsesiones es muy fina.
Mi consejo: Detectar a tiempo este trastorno es fundamental para empezar un tratamiento. Lo mejor que puedes hacer por tu pareja es hablarlo con tranquilidad, mostrarle tu apoyo y, juntos, buscar la ayuda en un profesional