La pubertad y la adolescencia son un momento complicado para la aceptación del propio cuerpo, siendo la época en la que se construyen las identidades y en la que aparecen los primeros problemas de autoestima. Y es que los cambios de estas etapas hacen que los adolescentes se miren al espejo y, en muchas ocasiones, no se reconozcan, provocando rechazo a su propio cuerpo.
Habla con tu hija sobre lo que siente, en un momento distendido y donde puedas generar un clima de confianza. Por otro lado, ayúdale a ver en su cuerpo algo que sí le guste, cualquier parte de él, su sonrisa, sus ojos o sus manos, por ejemplo. Que se dé cuenta de que su cuerpo no es solamente eso que ve y no le gusta, sino un conjunto de elementos en los que unos le resultarán más bonitos que otros.
Es importante que en casa evitéis hacer comentarios negativos sobre ningún cuerpo, incluido el suyo y el vuestro, ya que muchas veces sin darnos cuenta somos los primeros que fomentamos estas actitudes. Al contrario, intentar ponerle ejemplos positivos de diversidad corporal, alabando los cuerpos reales de todo tipo y haciéndole ver que tienen mucho encanto por el hecho de ser parte de uno mismo.
Mi consejo: Hablar de buenos hábitos alimenticios por un tema de salud y no por cuestiones de apariencia. Porque la autoestima reside en uno mismo, en el interior, y no en el aspecto físico ni en el exterior.