A medida que las personas envejecen, es común que experimenten cambios físicos y emocionales que puedan afectar en su calidad de vida. En algunos casos, las quejas pueden ser una forma de llamar la atención o de expresar la soledad o el aburrimiento. En otros casos, las quejas pueden ser una forma de lidiar con el dolor o la ansiedad.
La actitud constante de quejarse puede ser frustrante para los familiares que le rodean, pero no hay que subestimar la queja ya que podría tratarse de un signo de que algo más está sucediendo en la vida de tu suegra. Teniendo en cuenta que esta actitud no era propia de ella, es importante que estéis al tanto de sus necesidades físicas y emocionales, buscando la ayuda adecuada si lo veis necesario. Con el cuidado y la atención apropiada, las personas mayores pueden recuperar su tono vital y disfrutar de una vida feliz y satisfactoria, incluso en medio de los retos y desafíos del envejecimiento.
Habla con tu marido sobre la situación y tratar de relacionaros con ella desde la empatía y la comprensión. Es importante ofrecerle soluciones o alternativas ante su actitud, así como lo es también establecer límites claros y respetuosos si las quejas se vuelven demasiado repetitivas, haciéndole ver que no se puede estar siempre con el mismo discurso.
Mi consejo: Si las quejas están relacionadas con problemas de salud física o mental, e incluso emocionales, es importante buscar ayuda profesional. Por mucho que en ocasiones no muestre gratitud o valoración alguna por su parte, recordad que os necesita más que nunca.