La misofonía, o sensibilidad al ruido, se manifiesta en personas con hipersensibilidad auditiva cuando sonidos habituales y no muy significativos, desencadenan una intensa reacción de malestar. Estos sonidos pueden generar ira, malestar general, ansiedad y otras conductas de evitación. Como consecuencia, los afectados pueden sufrir la incomprensión de los que les rodean, ya que consideran que esa intolerancia se debe a simples manías.
Es normal sentir preocupación por la limitación que puede suponer en las relaciones sociales. Por ello es importante, en primer lugar, normalizar y aceptar la situación, entender que no se trata de una manía o una locura, sino que se trata de una reacción automática del cuerpo y de la mente de rechazo. Hay que aprender a convivir con ello, consiguiendo que la dinámica diaria sea lo más satisfactoria posible.
En segundo lugar, es necesario hacer un trabajo sobre las preocupaciones y la obsesión que se suele desencadenar alrededor de los sonidos molestos, desarrollando habilidades de afrontamiento para mejorar la tolerancia.
Mi consejo: Los tratamientos psicológicos en estas situaciones son muy importantes porque pueden ayudar a la persona a sobrellevar el problema y mejorar la situación considerablemente.