Evaluar en tiempos de la COVID-19

Las estrategias de enseñanzas se tendrían que adecuar a los modelos de enseñanzas y ese en uno de los retos de la enseñanza en línea
photo_camera Las estrategias de enseñanzas se tendrían que adecuar a los modelos de enseñanzas y ese en uno de los retos de la enseñanza en línea

La enseñanza en línea ha llegado a los centros educativos. Algunos de ellos tenían experiencia previa mientras que otros han incorporado esta modalidad como alternativa ante el confinamiento generado por la COVID-19. Sin embargo, las evaluaciones se pretenden realizar con criterios presenciales. Un planteamiento con poco margen de efectividad y eficacia si entendemos la evaluación como una fase en la cual se valora el grado de adquisición de competencias o conocimientos. Si el proceso de enseñanza se ha visto alterado por las circunstancias excepcionales del estado de alarma las evaluaciones tendrían que adecuarse a esa excepcionalidad.

Mencionar las palabras excepcionalidad o adecuar no quiere decir reducir las exigencias académicas. Adecuar implica adaptar las evaluaciones a las condiciones y necesidades que ha impuesto la irrupción, en algunos casos, de modalidades en línea en la enseñanza. Además, adaptarlas a un alumnado que convive con circunstancias diversas, algunas de ellas adversas, según la realidad particular de las familias o del acceso a la tecnología.

La fase de evaluación no es un proceso aislado en la enseñanza. El profesorado tiene una visión global del aprendizaje de su alumnado. Las características de los modelos telepresenciales, en línea o mixtas incorporan alternativas y técnicas para realizar evaluaciones acordes a estas modalidades: pruebas en línea, pruebas orales telepresenciales, foros de debate, salas virtuales de debate, entre otras.  No se trata solamente del uso o no de los recursos tecnológicos o de las estrategias para minimizar el fraude. Se trata principalmente de creatividad para que la evaluación pueda utilizar la tecnología al servicio del aprendizaje.

Las reticencias a algunos criterios de las evaluaciones son entendibles. Como señala Benito Estrella, en Loa a la vieja pizarra, «cualquier tecnología, al ser aplicada, tiene que manejarse con los quiénes y los para qué». Es decir, quiénes pueden acceder a una evaluación telepresencial y para qué se va a evaluar a través de una plataforma sincrónica o asincrónica concreta. Se retoma una idea clave: la necesidad de reforzar la formación y planificación con la incorporación de las tecnologías en la enseñanza.